Colectividad que se refleja en la voz y la acción individual, la identidad nacional es la suma de los muchos en el uno. El individuo, por suyo que sea, también es creación de otros y, sobre todo, de un antes. Cuando aparecemos, la nación ya existe, y en nosotros fluye como una voz inexplicada que encuentra en algunos de nuestros artistas un objeto de posesión. En Eddie Reynolds y Los Ángeles de Acero, la voz se burla, aunque con efectos decepcionantes, del rock mexicano, sonido heredado de la vecindad con Estados Unidos y domado por el clasismo mexicano y la ineptitud lírica de un pueblo que abandonó su poesía. Serbian Epics, por otro lado, intenta recuperar la tradición épica oral de Serbia para demostrar la afinidad entre los diablos de la ex Yugoslavia que nos mostró la televisión, siempre parcial, y nuestros pueblos. On the Job y The Tribe son la resonancia de la condena a los fracasos filipino y ucraniano; una denuncia a su sociedad controlada por círculos de poder indestructibles, y la otra muestra a su gente hundida en una república del silencio y la complicidad. Estas épicas nacionales son un intento no por penetrar en la psique de sus países, sino por capturarlas y exponerlas en busca de la crítica, la parodia, la justicia y la reforma.
Eddie Reynolds y Los Ángeles de Acero, de Gustavo Moheno
Y como en todo festival, los aciertos y las decepciones ocurren. Una de las notas bajas va para la cinta mexicana Eddie Reynolds y Los Ángeles de Acero (2014), del director Gustavo Moheno (Hasta el viento tiene miedo, 2007), comedia que trata sobre el reencuentro de una banda de rock, so pretexto de que Bono, de U2, se encuentra una de sus canciones y decide grabarla.
El cine filipino ha atravesado una exposición cada vez más constante desde los extraordinarios trabajos de Lino Brocka y que actualmente ha encontrado exponentes de gran talla en el panorama festivalero como Lav Diaz o Brillante Mendoza, cuyos trabajos han estado ligados intrínsecamente a retratar, desde perspectivas radicalmente opuestas, su realidad nacional. En el cine de acción, la propuesta ha sido relativamente alta en producción, teniendo Filipinas una industria relativamente solida. Tomando esto en cuenta, el cineasta Erik Matti, montado en la cresta del cine de Johnnie To o Andrew Lau, hace su versión de un filme de acción con “carnita argumental”.