11 años después de que Supercool finalmente lo hizo destacar como actor cómico, y siete desde que Moneyball lo convirtió en un nominado al premio Oscar, Jonah Hill debuta como director/escritor con Mid90s, cinta coming-of-age que divierte y, al mismo tiempo, revela a Hill como un cineasta sensible que está interesado en capturar momentos de naturalidad provenientes de la interacción de un grupo de jóvenes actores sin mucha experiencia previa.
Desde los primeros instantes nos damos cuenta que Hill apuesta por algo tan personal como lo que hicieron en su momento Seth Rogen y Evan Goldberg con el guión de Supercool, empero, Mid90s no es una comedia directa y está más apegada al trabajo de directores como Richard Linklater, e incluso Larry Clark, que a la escuela de Judd Apatow de la que Hill se graduó hace tiempo.
Con su cámara puesta en detalles que nos llevan a la propia infancia de Jonah Hill en los años noventa –no faltan las cobijas de las Tortugas Ninja, los pósters del Wu-Tan Clan, y por supuesto el soundtrack repleto de música hip hop y temas más populares de la época como Wave of Mutilation, de Pixies, o el cover que Nirvana le hizo a Where Did You Sleep Last Night–, Mid90s tiene como protagonista al jovencito Stevie (Sunny Suljic), quien vive con su madre soltera (Katherine Waterston) y sufre las acciones violentas de su hermano mayor (Lucas Hegdes por fin haciendo algo diferente), mientras que en el exterior trata de adaptarse socialmente y comienza a interesarse por el patinaje.
Eventualmente, y por medio de su amigo de origen latino Ruben (Gio Galicia), Stevie se integra a un grupo de skaters de mayor edad que él, quienes gradualmente le darán un sentido de pertenencia –no por nada Hill le da un gran peso a la escena en la que Stevie recibe de manos de uno de los chicos que admira, Ray (Na-kel Smith), su primera patineta de calidad–, pero también lo invitarán a experimentar nuevas cosas, i.e. salir de fiesta, conectar con una chica, y probar el alcohol y las drogas.
Hill pone los reflectores en adolescentes con trasfondos complicados, como el malhablado Fuckshit (Olan Prenatt) o el tímido y marginado Fourth Grade (Ryder McLaughlin), y por momentos evoca al trabajo de Larry Clark, quien suele exponer a jóvenes problemáticos que se dirigen a una verdadera tragedia. Mid90s se siente un tanto abrupta cuando, por ejemplo, Stevie parece intentar quitarse la vida tras una fiesta y otra noche violenta en casa, pero afortunadamente Hill no termina optando por un desenlace funesto, remitiendo más a la humanidad de Richard Linklater.
Mid90s nos recuerda que, en efecto, la vida está llena de tropiezos y experimentarlos es una parte natural del crecimiento, pero también que este mismo proceso coming-of-age es sinónimo de buenos y memorables tiempos (muchas interacciones entre Stevie y los skaters son hilarantes) y de personas que, aunque quizá no sea evidente, representan el valor de la familia y la amistad. Hill ha comenzado su carrera como director de manera notable.
Por Eric Ortiz (@EricOrtizG)
Texto retomado con permiso de su autor,
publicado originalmente en Revista Cinema Inferno.