‘Evil Dead’: Tres películas para la memoria

evildead2Cuando uno comienza a sondear a las personas en general a cerca de sus trilogías favoritas, aparecen nombres de obras continuas que se han hecho de un nombre instantáneo en el subconsciente del espectador promedio. Varios de ellos ya se desglosarán a conciencia en el especial de trilogías que Butaca Ancha ha preparado para ustedes este mes. Sin embargo, la trilogía de Evil Dead no encaja en ninguna de las exquisitas palabras que las personas usan para describir películas como, digamos, El Padrino. La trilogía más grande de Sam Raimi como director es una de las cosas más extrañas y placenteras que se pueden encontrar ahí afuera. El aparente cierre de la trilogía se dio el año en que yo nací, una extraña coincidencia que la hace todavía más especial. Tiene mi edad y sus precuelas son todavía un poco más añejas, pero hoy en día todas se siguen sintiendo particularmente frescas y llenas de un espíritu que no se desvanece con el tiempo.

En términos musicales contemporáneos, Evil Dead vendría siendo algo así como In The Aeroplane Over The Sea, de Neutral Milk Hotel. Una obra que no obtuvo todo el reconocimiento que merece sino hasta mucho tiempo después de culminada. Terriblemente menospreciadas en su momento, pero a la fecha, tan queridas que se sienten más como un tesoro que como un fenómeno. Evil Dead es un tesoro transgresor. Una colección de tres películas que nos enseñan lo delicadas que pueden ser las emociones en pantalla, que refleja la corta distancia que se puede recorrer si se quiere saltar del horror a la diversión y de la diversión al delirio. Si se observan con detenimiento es uno de los ejemplos más entrañables del proverbio de ‘magia en el cine’. Raimi es un cineasta, por momentos irregular, pero con actos sinceros bajo la manga, la trilogía de Evil Dead es su rutina más especial.

Todo comienza en el en 1981 con The Evil Dead, cuando un grupo de jóvenes decide viajar hasta una cabaña en medio de un bosque en busca de una diversión que nunca encontrarán. La cabaña esconde secretos de otro mundo y es hasta que encuentran una grabación que se desatarán las fuerzas malignas escondidas entre los árboles. Es ése el hilo conductor de la trilogía. Una grabación de la lectura del libro de la muerte, el emblema de la cinta, el que llevará a Bruce Campbell a una aventura que desconoce los límites de la razón y navega en las peligrosas aguas de la locura. En esa primera película todo es terror, pero un terror artesanal. Eran tiempos en donde la digitalización comenzaba a despegar pero Raimi se comporta más como un preservador de las antiguas costumbres: la sangre brota a presión, es acompañada por extraños fluidos, las extremidades se mueven después de cortadas y todo es elaborado manualmente para su perfecta exhibición. Tomas que recuerdan de inmediato a la vieja escuela de cine de horror, acercamientos agresivos y series de fotografías en movimiento. Técnicas que prevalecen en su mejorada y reinventada segunda parte.

Evil Dead II es el perfecto escenario para demostrar que del miedo a la comedia sólo se necesitan unos cuantos litros de sangre y violencia. Rayada en la delgada línea entre lo ridículo y lo sublime, la película es el eslabón más fuerte dentro de la trilogía. Es un perfecto remake de su antecesora en media hora, y el resto es una película a cerca de los cómicos delirios de una mente atormentada. Es, además, una cinta graciosa y llena de tenebrosa adrenalina que sabe a todo menos a terror. Es, también, el ejercicio más emblemático de Campbell y el que lo convertiría en uno de los héroes más infravalorados de la historia. Y que, junto con Army Of Darkness lo catapultarían a un culto del cual día con día se suman muchos discretos más.

En el cierre de la trilogía, el concepto de construcción se lleva a lugares insospechados, al 1300 d.C. para ser exactos. En un ejercicio que está más allá de nuestras expectativas, Raimi y Campbell culminan una perfecta historia contada en tres actos eternamente diferentes, pero con un hilo conductor que no se ve perdido en cualquier momento. La trilogía es una extraña mezcolanza entre horror, comedia y ciencia ficción que no se siente como ninguna de esas descripciones, sino como un postulado para muchas de las cosas que vendrían después.

El legado del complejo pero increíble ejercicio de Raimi se sigue sintiendo hasta nuestros días. No es casualidad que el culto haya llegado al punto en el que este año veremos en pantalla una re hechura de su primer eslabón. Tampoco es casualidad que a Raimi se le haya despertado de nuevo la intención de continuar una historia que parece no tener más tela de donde seguir tejiendo. Pero ésas son sólo muestras de que Evil Dead es una película que se encuentra dentro de la pestaña de trilogías memorables, pero que también está en un apartado en el que su contenido es todavía más delicado. Ése en el que están las obras maestras con menosprecio, las que saben mejor cada vez que despiertan con el tiempo y que se sienten mucho más especiales cuando ese tesoro comienza a ser todavía más descubierto.

Por Joan Escutia (@JoanTDO)

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