‘Maniac’: El desafortunado arte del remake

El término remake, en su significado lógico, describe a la acción de volver a hacer algo ya existente. En el cine es igual. Lo cual, por cuestiones de lógica, no se trata de  reconstruir una obra cinematográfica ya existente de la misma forma y con los mismos detalles que su antecesora. Una re-hechura de película puede cambiar a placer del responsable y conservar sólo un poco de lo que hace a la original tan interesante. A veces se puede evocar a sus raíces tanto que parezca carente de imaginación, como en la más reciente versión de Evil Dead, y a veces se puede hacer la misma historia ajustada a otros escenarios, como es el caso de Maniac, de Franck Khalfoun.

En la más reciente versión del clásico polvoso de William Lustig cambian muchas cosas, pero la premisa sigue siendo la misma: un adulto trastornado por su infancia que asesina brutalmente a mujeres. La historia de Frank el asesino sigue intacta en esencia, pero su tratamiento es más contemporáneo. La original, filmada a finales de los años 70, se siente incluso en estos días como el slasher más funcional de toda la colección, con una atmósfera que comparte con las mejores películas de su generación, como Suspiria, o la original Evil Dead de Raimi, increíblemente eficaz y terriblemente oscura. En su reinvención no lo es tanto.

Las diferencias con su antecesora son prácticamente generacionales, porque la versión de Khalfoun parece ser una ajustada a nuestros tiempos. No es coincidencia entonces que nuestro asesino ahora sea un joven en sus veintes y busque víctimas en internet o que sus mujeres muertas pasen de ser enfermeras a modelos amateurs. Es la última década y la película nos lo recuerda en cada oportunidad. Sin embargo, no es tan efectiva como se pudiera pensar y luce débil en donde su original era más fuerte.

La película está (casi) enteramente filmada en POV y el espectador es el ojo de Frank. Todos los asesinatos se viven en primera persona y sin embargo el resultado es insípido y carente de virtudes. Lo es también por la actuación de Elijah Wood en un personaje que parece nunca terminar de acomodarle. El Frank de los 80 era viejo, sucio y decadente, mientras que el de aquí es el rostro de una persona que por ningún motivo se puede ver así (vean una foto de la cara de Elijah Wood). El asesino no luce como uno y el espectador nunca termina de descifrarlo, como tampoco termina de entender la carencia de sangre. Como si la necedad de recordar que se sitúa en nuestros tiempos fuera interrumpida por la falta de violencia explícita en pantalla. Es una película paradójica e hipócrita.

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De ahí que el intento para re-hacer Maniac de Khalfoun sea más desafortunado que triunfal. Sin embargo, hay una cosa que se puede rescatar de entre tanto pesimismo al momento de hablar de él. Maniac no funciona como la rehechura que una película como la original merece y nunca lo va a hacer, pero funge como un punto de partida para que aquel que disfrutó de películas como Hobo With A Shotgun sepa de dónde provienen y desempolve el VHS sucio de la original. Una película que nos hace extrañar mejores tiempos y que afortunadamente nos hace regresar a ellos.

Por Joan Escutia (@JoanTDO)

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