‘El macho biónico’: Andrés García, ¡rey de la selva!

Finalmente ha llegado el momento de escribir sobre El macho biónico (Rodolfo de Anda, 1981), cinta mexicana de la cual tomé el nombre para mi Twitter y posteriormente para firmar mis escritos sobre cine. Recuerdo que hace tres años, o tal vez más, pude ver en televisión (probablemente en el famoso canal De Película) los primeros minutos de esta joya entre las joyas. No necesité verla en su totalidad para considerarla instantáneamente como tal: una joya por lo bizarramente divertida que es, como se pueden imaginar. Bastó mirar al consentido de Dios, Andrés García, manejando el carro submarino del mismísimo Agente 007, ¡desde Irán hasta el bello puerto de Acapulco!

Leyeron bien, El macho biónico comienza en el lejano país de Irán (aunque en la cinta parece cualquier lugar menos el Medio Oriente), donde el playboy mexicano Esteban (García) se encuentra de visita junto a su secretario, o mejor dicho secretaria Moisés (Roberto Guzmán). Si nos ponemos exigentes desde un principio, El macho biónico no tiene sentido. Vamos, la mujer iraní que despierta desnuda junto a Esteban (¿creen que fue a perder el tiempo?) es de tez blanca y habla perfectamente español.

El simple hecho que estamos en Irán es indicación del nivel de surrealismo al que llegaremos durante los 98 minutos de la cinta. Además, el mencionado viaje a Acapulco debe ser de lo más bizarro en la historia del cine mexicano. Todo esto es gratuito, ya que la verdadera trama comienza una vez que Esteban y Moi sufren un accidente de avión (viajando de Acapulco al D.F.), que deja al playboy inservible para las mujeres. Es muy fácil deducir, en base al título, lo que sucede a continuación.

El macho biónico ofrece un lenguaje colorido, desnudos femeninos y chistes básicos. Gran parte del humor se basa en Guzmán, interpretando a un homosexual (no le gusta que le digan puto) que se encuentra muy lejos del closet. Algunos chistes son tan estúpidos como el mismo Moi, pero siempre hay algo totalmente desmesurado que nos confirma por qué El macho biónico es para recordarse. Tomemos como ejemplo una breve secuencia que empieza como una parodia un tanto tonta de El exorcista (The Exorcist, William Friedkin, 1973), pero que concluye con García sufriendo una especie de metamorfosis a la Hulk.

Una vez que la trama fija su problema central, Isela Vega entra en acción, interpretando a la bailarina Leonor; las palabras “fichera” y “cabaret” incluso se mencionan en la cinta. A Vega se le da buen tiempo en pantalla, aunque su mejor momento llega hasta el final. La problemática tiene que ver con algo por lo que todos los playboy han pasado, desde el mismo García hasta Charlie Sheen. Se introduce la moraleja más básica, lo inevitable: el más grande mujeriego cae en las redes del verdadero amor. Aunque García es prácticamente obligado a buscar “sexo con amor”, por lo que nunca decepciona en su papel de playboy. En una de las escenas que Sheen envidiaría, Esteban está en la busca de su verdadero amor y, de manera irreal obviamente, un desfile de mujeres bellas da inicio en plena calle, con todas ellas modelando exclusivamente para nuestro finísimo héroe. ¡El consentido de Dios siempre tendrá de donde escoger!

El macho biónico no es tan sexualmente explícita como se podría llegar a pensar. Las escenas de sexo se intercambian por el Esteban en su versión más infantil, tratando de conquistar a la difícil Leonor. Como dato interesante, la capital de Guanajuato funge como locación para esta historia de amor. Es un breve viaje en el tiempo, en especial con una toma del mirador (monumento al Pípila). Al mismo tiempo, es un despliegue de las facetas más ridículas de García; hay una razón para que los créditos iniciales sean una animación con un torero, entre otros personajes. García, para simplificar las cosas, se disfraza hasta de sacerdote, no si antes lucir como el conde Drácula, Tarzán, el Zorro, y torero. Eso sí, usar el traje de Superman se le hace de mal gusto (¡!).

La película tiene sus partes flojas, incluso aburridas y repetitivas, pero vale la pena esperar y seguir observando. Créanme, la historia entre García y Vega tiene un desenlace tan romántico que cautivará a cualquiera, con un toque divino digno de los mejores botaderos.

Por Eric García (@ElMachoBionico)

PS: No está de más decir que a El macho biónico le hace falta una buena edición en DVD Región 4. Si bien se encuentra fácilmente en Youtube o Dailymotion, la calidad del video es bastante pobre.

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