Cindy la regia: feminismo de aparador

Para Ariel Gutiérrez

La comedia mexicana del momento, Cindy la regia (2020), tiene elementos e intenciones en común con mucho del cine nacional mainstream de los últimos años. Si el éxito de Nosotros los Nobles (2013) propició más películas protagonizadas por personajes caricaturizados a partir de un grupo social, particularmente de clase alta. Cindy (Cassandra Sánchez Navarro) es una joven de una familia adinerada de San Pedro Garza García (zona exclusiva de Monterrey), y quien no ha tenido que trabajar un sólo día de su vida.

Ciertamente, el humor en estas cintas –de Nosotros los Nobles hasta la reciente Mirreyes vs. Godinez– proviene de un choque cultural. Cindy La Regia sigue con esta especie de tendencia, situando a su mimada protagonista en la Ciudad de México, alejada de su zona de confort y sin el apoyo económico de sus padres, por no querer casarse con su novio. Verla andar por la congestionada ciudad, con todo y sus tacones, equivale a seguir a Martha Higadera, toda incómoda con vestido de novia en plena selva de Quintana Roo, como en la infame Cásese quien pueda. Y, claro, que sufra por la falta de crédito en su tarjeta y por tener que trabajar, tiene ecos de la premisa que Nosotros los Nobles tomó de El gran calavera (1949).

En Cindy La Regia, también están los gags propios del “cine” que más bien parece un ejercicio de marketing por comité: ¿Qué es lo que está de moda? ¿Qué dictan las redes sociales? ¿Cómo se puede agradar a todos? De ahí que tengamos insulsos pasajes donde Cindy se hace viral (sin ninguna repercusión relevante en la trama), la aparición de la popular Martha Debayle, o que el humor supuestamente distinto se reduzca a la repetición de los cansados chistes en torno a los regios que abundan en Twitter: de la carnita asada a que allá, en el norte, les gusta practicar el incesto.

Por si fuera poco, Cindy la regia tampoco se salva del product placement descarado que tanto abunda en la comedia mainstream nacional. Esa secuencia cuando la protagonista responde a un llamado de su abuela (Isela Vega) y resulta que la señora sólo quería que alguien le arreglara su cuenta de Netflix, se une al cuadro de honor del product placement contemporáneo más valemadrista –y descarado– en el que tampoco pueden faltar: las escenas patrocinadas por las croquetas Pedigree en Lo más sencillo es complicarlo todo (con Danna Paola), la “diversión” cortesía de El Rollo: Parque Acuático en Mirreyes vs. Godinez, y la ya mencionada intervención del estado de Quintana Roo en Cásese quien pueda.

Entonces, ¿qué nos queda? ¿Por qué Cindy la regia ha sido valorada por más de un crítico como algo fresco y hasta subversivo dentro de la comedia romántica? Si bien el aspecto romántico tiene en Sánchez Navarro y Giuseppe Gamba una pareja digna de este subgénero, donde recae lo que pudo hacer de Cindy La Regia algo diferente es en su discurso.

Sería absurdo esperar algo genuinamente transgresor en una película producida por Videocine (Televisa). Por más que en Cindy la regia existan nociones en contra del machismo, de pensar en el matrimonio como lo único que le da sentido a la vida de una mujer, o en contra de la homofobia (la prima de Cindy, quien la ayuda en la CDMX, tiene una relación secreta con otra chica), siempre hay algo que termina por recordamos que estamos ante un producto que no se arriesgará del todo. Un producto de Televisa.

Si entramos en ese juego, muy en boga, de valorar una película por sus ideas “progresistas”, sería hasta contraproducente para Cindy la regia; por ejemplo, no faltarían las quejas por la falta de diversidad en el reparto (es cierto que prácticamente no hay actores morenos, salvo quien interpreta a la trabajadora del hogar de la familia regia que sólo sale en un par de escenas). Pero, sobre todo, la noción fundamental de Cindy la regia como un coming-of-age sobre una mujer joven que expande sus horizontes y aprende a valorar su independencia, queda empañada por el desenlace telenovelesco donde el galán regresa a su vida. Era de esperarse que Cindy la regia no llegue a los territorios de, por ejemplo, She’s Gotta Have It (1986), de Spike Lee (aunque de momento parece que sí aspira a eso). Sin embargo, a diferencia de lo que muchos argumentaron,  ni siquiera rompe con la fórmula de su subgénero.

Por Eric Ortiz (@EricOrtizG)

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