‘El Gabinete del Dr. Caligari’ y la bestia de las sombras

El Expresionismo Alemán emerge en Europa a principios del siglo XX como una vanguardia pictórica en respuesta al impresionismo y al naturalismo (expuesto de manera más imponente en la literatura), corrientes artísticas que partían de un presupuesto cientificista de observación y raciocinio: el positivismo permeaba la manera de entender y abordar el mundo intelectual y artístico. Sin embargo, su fuerza, carácter crítico y potencia, fueron expuestos, junto con otras vanguardias incisivas de manifiestos brillantes y violentos como el dadaísmo y el surrealismo, después del inicio de la Primera guerra mundial.

El mejor de los mundos posibles, la modernidad, el progreso y el capitalismo en su punto más álgido, la razón en su encuentro con el Espíritu; la cultura cabal y unitaria habían cultivado el mayor desastre bélico de la humanidad. La violencia armada como única posibilidad para la expansión imperial  y económica y la muerte de soldados y civiles que sin comprender bien los intereses del Estado eran reclutados y asesinados en condiciones deplorables. Un año después del fin de la Gran Guerra, Robert Wiene presenta su opera prima considerada la primer película expresionista.

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© BESTIA Festival

Procedente de una formación teatral, Wiene narra la película en planos fijos y mayoritariamente abiertos donde se aprecia la escenografía y el arte que parecieran ser un personaje más, una bestia que engulle a través de diálogos de luz y oscuridad. Distorsiones de luz pintada en las paredes con ángulos imposibles, cuartos claustrofóbicos, ventanas góticas, torcidas y rotas, triángulos violentos en cada sombra proyectada por lámparas y faroles son expulsados de los artistas Hermann Warm, Walter Reimann y Walter Röhrig, contratados por el productor Erich Pommer.

El trabajo de Wiene es una construcción circular que comienza con el relato de Francis (Friedrich Feher) en la banca de lo que creemos algún lugar público; su historia es la del Dr. Caligari (un preciso repulsivo Werner Krauss), el amo de Cesare (inmutable y eterno pálido Conrad Veidt); un sonámbulo que era presentado como atracción en la feria del pueblo. Cesare, quien aparte de sonámbulo es un oráculo  infalible,  está sometido a la voluntad del Dr. Caligari, quien ha logrado dominar la mente del sonámbulo de veintitrés años para cometer crímenes. Alan (Heinrich von Twardowski) ha ido a la feria con Francis a ver la extraña atracción y ha tenido la oportunidad de preguntarle al conocedor del pasado y el futuro cualquier cosa. La simpleza de Alan lo aleja de una cuestión de carácter ontológico, científico o histórico y formula la pregunta más inmediata que pudo pensar: “¿Cuándo moriré?”, -“Esta noche” responde el oráculo de ojos sombríos, de movimientos lentos y piel agrietada. Alan será privado para siempre de preguntas delgadas.

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© BESTIA Festival

La cacería de la marioneta pálida del Dr. Caligari comienza cuando ha secuestrado a Jane (sufriente Lil Dagover) no sin antes tratar de asesinarla. Todo monstruo antropomorfo tiene un hueco luminoso que lo lleva a su ruina: la figura femenina. Cesare también se enamora o al menos, su cuerpo tieso le pide unos besos. El secuestro resulta fallido, tanto tiempo en un ataúd tiene consecuencias musculares; Jane es abandonada a la mitad de un puente.

La narrativa se vuelve un juego de espejos quebrados cuando Wiene utiliza un recurso innovador para establecer temporalidades: la película narrada primero en flasback, recurrirá al flashforward para contar la obsesión del Dr. Caligari con el sonambulismo. El uso de coloración en la película para el planteamiento de interiores o exteriores de día y noche, el metarrelato que desembocará en una ficción dentro de la ficción, el uso de desvanecimientos oscuros de derecha a izquierda o viceversa para el planteamiento temporal y un guión que bien puede funcionar como analogía de la manipulación del fascismo en un pueblo fanático, hacen de la película una compleja unidad que tiene un encanto incómodo de fundamental composición plástica.

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© BESTIA Festival

El acompañamiento de John Zorn en un órgano monumental, cuya colocación evocaba ya una atmósfera de Lang, fue primordial para una textura tensa y poderosa durante la proyección en BESTIA Festival, impecablemente restaurada. Las sombras que emergieron de las manos de Zorn y la textura decadente, transgresora y crítica de Wiene, hicieron que la bestia emergiera en una noche que ya presagiaba el invierno.

Por Icnitl Y García (@Mariodelacerna)

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