‘Dredd’: El estilo de la represión

La ciega Justicia.

La figura del oficial de policía ha sido objeto de vejaciones por parte del pueblo y de obtusa apología por parte del gobierno. Es del dominio público que en la estructura de los poderes federativos es el poder judicial ‘el que jode’. Sin embargo, la tendencia ha sido revertida, Hollywood ha decidido tomar cartas en el asunto y al verse amenazado el status quo con un creciente sentimiento anti capitalista no sólo en Estados Unidos sino en el mundo, la figura de autoridad  debe ser reconciliada en el medio desde su concepción.

La dicotomía policíaca se rige por el idealismo o la corrupción y el patrón conductual se ciñe a esta regla. De manera gradual se va perdiendo la figura del antihéroe para posicionar de nuevo al cuerpo del Estado sea en cintas como El Caballero Oscuro Asciende o llevándola al paroxismo estético e ideológico en Dredd.

Un épico letargo: “slow mo.”

Remake de un clásico de botadero,  Judge Dredd de 1995 con Sylvester Stallone, e inspirado en el cómic de 2000 ADDredd presenta una deplorablemente atractiva visión de la cosmopolita futurista que desde los primeros cuadros es reminiscente del paraíso de neón de Ridley Scott en Blade Runner. Dredd presenta la historia de un mundo árido y post apocalíptico en el que la gente ha tenido que concentrase en núcleos urbanos llamados ‘Mega Ciudades’ (el término ‘mega’ no se usa desde 1997), en los que la fuerza policíaca y el poder ejecutivo se han fusionado en un súper policía que emula a la ciega justicia con un casco que cubre los ojos, rebautizado como ‘Juez’ (‘Juditas’ pa’ los cuates) que despachan desde una enorme torre en la que se encuentra estampada una angulada águila, símbolo inequívoco del inflexible y duro sistema federativo de los Estados Unidos. Un zopilote se vería coqueto.

De este cuerpo judicial el Juez Dredd (el rudo Karl Urban) es el más implacable e incorruptible. Acompañado de una chica con poderes psíquicos, a prueba por parte de los jueces, Dredd es enviado a un enorme complejo habitacional que parece decir ‘Tlatelolco hazte a un lado que ahí te voy’, para atrapar a un homicida, pero Dredd y su acompañante son atrapados por Ma Ma (la frívola Cersei Lannister de Game of Thrones, Lena Headey), una ex prosti ahora fabricante de una droga llamada slow mo (o la Phantom) que hace que el cerebro perciba al 1% de la velocidad normal.

A principios de este año, una cinta tailandesa con producción británica tuvo un acercamiento muy similar al que ahora toma Dredd en su propuesta narrativa, la cinta en cuestión es The Raid: Redemption que toma el edificio cerrado como eje de acción. Las diferencias son notables pero ambas cintas hacen del espacio su eje. Dredd es puro estilo pero The Raid tiene alma. Desde los primeros cuadros, el acercamiento directorial de Dredd pone enfásis en el recurso cinematográfico artificioso, a la manera de un caleidoscopio plástico en el que la imagen es preciosista, recargada y barroca, sobre todo en las secuencias que usan la droga slow mo como motivo, pareciera que el celuloide fue pintado con gloss para labios, dando un decadente glamour a cada imagen.

“¿Puedes leer mi mente?…¿Mis pantalones también?”

Dredd es una cinta que busca conectar de manera fiel con sus antecedentes en la novela gráfica, trayendo una violencia drástica, cortante y artificial fincada en los principios de acción establecidos por auténticos maestros del género como Alan Moore o Frank Miller. Presentando en pantalla viscerales atropellamientos, sugiriendo castraciones hechas con la boca, aplastando vagabundos con portones de metal o desollando a personas vivas, Dredd busca empujar los límites de la violencia, pero olvida que la esencia de la violencia o el impacto de la misma está acompañada de la crudeza lograda mediante el naturalismo, no el reverberante artificio del que la cinta hace uso.

La reivindicación del súper policía y su ideario.

Aunado a este derroche estético, Dredd hace uso de diversos elementos para instaurarse como una cinta que desesperadamente busca posicionarse como cool, aspecto que genera rápidamente un limitado pero consistente nicho de consumo, gracias a técnicas y momentos que ya fueron discutidos en párrafos anteriores, a los cuales se puede añadir un score pesado en el uso de sintetizadores y sonido electrónico que ponen una pesada tilde en el mood de la cinta. El gran merito de Dredd es que engolosina nuestros sentidos a través de la mugre de un mundo muy cercano a la marginalización, que cada vez percibimos en mayor grado.

El mundo de los jueces se encuentra regido por la crueldad, aderezado por el reinado fálico de las grandes unidades habitacionales donde converge el lumpen y la basura creada por regímenes totalitarios, donde la superioridad esta definida por la fuerza y la dominación, aspecto en el cual héroe y antihéroe no son disímiles, sino que hayan una fuerte afinidad y aunque Dredd no cuestiona de manera abierta esta convergencia, nos permite apreciar que fuerzas opuestas en un régimen tan duro están empujando hacia el mismo lado, mientras el mundo lo percibe en slow mo.

La Chimoltrufia después de una brutal paliza por parte del Botija.

Por JJ Negrete (@jjnegretec)

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