‘Cazadores de Sombras: Ciudad de Huesos’: Eclipsada por su propia sombra

La popularidad de la literatura juvenil en los últimos años, atribuida en gran medida a Harry Potter, Crepúsculo y Los Juegos del Hambre, se ha convertido en el pretexto ideal para que la industria cinematográfica prosiga en la búsqueda de atractivos best-sellers. De la horda de libros para adolescentes le llegó el turno a Cazadores de Sombras: Ciudad de Huesos (The Mortal Instruments: City of Bones, 2013).

Clary Fray (Lilly Collins) es una adolescente aparentemente normal que vive con su sobreprotectora madre Jocelyn (Lena Headey). Es cuidada por Luke (Aidan Turner) y mantiene una sólida amistad con su mejor amigo Simon (Robert Sheehan), muchacho nerd que esconde sus verdaderos sentimientos hacia ella.

Teniendo una singular obsesión por pintar un enigmático símbolo y tras atestiguar un asesinato en un antro cometido por misteriosas personas que sólo ella puede ver, Clary estará obligada a buscar a su madre, quien al día siguiente desaparece misteriosamente.

Así, descubrirá que no es una ‘mundana’ (apelativo para el ser humano ordinario) y proviene de un linaje conocido como ‘Cazadores de Sombras’, guerreros mitad ángeles dedicados a proteger al mundo de terribles demonios. Para salvar a Jocelyn, Clary conocerá el ‘Submundo’ (morada de vampiros, hombres lobos y demás criaturas mágicas en pleno Nueva York moderno) y unirá fuerzas con cazadores de sombras como Jace (Jamie Campbell Bower), Isabelle (Jemima West), Alec (Kevin Zegers) y Hodge (Jared Harris).

Basada en la primera parte de cinco libros que conforman la saga creada por Cassandra Clare (escritora surgida del Fan Fiction por fics sobre Harry Potter), la película tiene un inicio abrupto, intentando mostrar lo más rápido posible sucesos importantes, como la revelación a Clary sobre su verdadero origen, sin darle a la protagonista el tiempo suficiente para asimilar dichos descubrimientos, ni mucho menos generar credibilidad.

Atribuido al guión de Jessica Postigo Paquette, ese inicial ritmo, ágil en demasía, se convierte en lo opuesto durante la segunda mitad. Se torna lento, sobre todo en la lucha de cazadores contra demonios en el recinto conocido como ‘Instituto’, al intentar abarcar, en desproporción, la situación de cada bando en la pelea, no sin antes dotar suspenso innecesario y revelaciones familiares semejantes al melodrama de las telenovelas.

Si bien la historia cuenta con aspectos llamativos como el uso de las runas, el concepto de los cazadores de sombras, su creación y la función poderosa de la Copa, el instrumento mortal que busca Valentine Morgenstern (Jonathan Rhys- Meyers) para reclutar un ejército de malvados cazadores de sombras, descuida otros aspectos argumentativos que resultan algo difíciles de comprender en el transcurso de la película a causa del intento de abarcar en una sentada todo lo concerniente al Submundo y a los propios Cazadores de Sombras (¿Por qué Bach, el célebre músico del barroco, fue un cazador?).

Los personajes no logran adquirir profundidad suficiente, ya que no se logra saber a ciencia cierta cuál es la propia individualidad de varios de ellos, algunos totalmente desaprovechados (como el brujo Magnus Bane, Isabelle y su hermano Alec, el cazador gay enamorado en secreto de Jace), otros haciendo lo que pueden para conocérseles mejor (Luke, el hombre lobo).

Los efectos especiales cumplen con el cometido de recrear con decencia a las criaturas fantásticas que participan en la película (los demonios en la última parte lucen aceptables), un logro técnico si se le compara con otras cintas congéneres como La Huésped y Hermosas Criaturas (ambas cintas calificadas como sonoros fracasos en taquilla), pero los cortes de edición fallan en algunos combates y el soundtrack es olvidable, con los elementos más plásticos de la música actual en representación de Demi Lovato y la vestimenta de cuero de los guerreros que parece más que nada una pasarela de moda.

Harald Zwart, el director detrás de Cazadores de Sombras, conocido por el remake de Karate Kid, recrea un ambiente cuya oscuridad tambalea y se dispone en proseguir con la línea del convencionalismo, combinando acción, drama juvenil, romance y momentos cómicos. Sin embargo, el punto más débil es el teen romance. Semejante a los que fueron vistos en la encarnación de Bella y el vampiro Edward en Crepúsculo, se presenta un triángulo amoroso que en realidad nunca existió y en vez de dotar una verosímil historia de amor, lo vuelve un cansino cliché bajo la representación de piropos trillados y un beso acompañado por una canción de pop, capaz de arrancar risas involuntarias por tanta melcocha y cursilería.

No obstante, el elenco, cabe señalar, cumple en sus actuaciones, demostrando Lily Collins como Clary que es capaz de sostener un papel protagónico siempre y cuando no sea demandante (ya se le había visto como Blancanieves en Espejito, Espejito) y la presencia de Jamie Campbell Bower (quien por cierto salió también en Crepúsculo) como Jace Weyland rompe a manera conveniente con el prototipo de galán juvenil por su delgadez, además de realizar una admisible interpretación como la contraparte masculina de Collins, con un sentido del humor que destensa la trama (el mismo caso ocurriendo con el Simus de Robert Sheehan). Jared Harris y Jonathan Rhys- Meyers (el profesor Hodge y Valentine, respectivamente) logran respaldar con su experiencia a los jóvenes, aún contando con un limitado tiempo en escena.

Cazadores de Sombras: Ciudad de Huesos es una cinta predecible y con diálogos débiles, un híbrido de fantasía, acción y romance empalagoso (tan común de encontrar en la literatura juvenil actual), destinado para el público lector que lo sigue y es afín a los pormenores de la saga, ya que no logra cautivar a quienes son ajenos a ésta. Harry Potter tendrá que seguir en espera de un digno sucesor en cuanto a género fantástico se refiere.

Por Mariana Fernández (@mariana_ferfab)

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