‘Dos locas en fuga’: ¿Y dónde están las mujeres?

Parece existir una apremiante necesidad dentro del mundo del entretenimiento, y particularmente dentro de la industria hollywoodense: generar espacios para que las voces minoritarias puedan deshacerse del yugo de la dominación del hombre blanco occidental en todo el panorama cultural para que esas mismas minorías puedan hablar y hacer un retrato más “fiel” de sus cohortes.  Uno de los sectores que más ha encrespado a la industria es el de las mujeres. Desde hace varias décadas ha estado en constante lucha por alcanzar igualdad de género y una representación significativa dentro de la industria.

La creación de instrumentos como la prueba Bechdel de representación positiva de la figura femenina y la incorporación de mujeres cineastas a grandes proyectos ha generado resultados mixtos, tanto en representación como en ejecución, pero han contribuido a taimar las agitadas aguas de una incesante y justa demanda. Más allá de la corrección política y su checklist de rigor, la  auténtica demanda universal es la de originalidad y calidad, una que la cinta Dos locas en fuga (Hot Pursuit, 2015), protagonizada por dos mujeres (la bomba colombiana Sofía Vergara y la actriz norteamericana Reese Witherspoon)  y dirigida por la cineasta Anne Fletcher está remotamente lejos de alcanzar.

Tomando como eje la desgastada dinámica de la buddy movie (o en este caso, una BFF movie), Fletcher presenta una cinta que ya parece agotada incluso antes de comenzar. Cuando a la rígida e inflexible policía Cooper (Witherspoon), quien decidió ser policía porque su padre lo era, se le asigna escoltar a Daniella Riva (Sofía Vergara), la escandalosa esposa de un capo colombiano, pero las cosas se salen de control cuando se dan cuenta de que no pueden confiar en los hombres que las rodean, siendo perseguidas por capos, policías corruptos y –madres– intereses amorosos.

La cinta es prueba de que los estereotipos son vicios universales que en este caso ni siquiera son explotados con fines verdaderamente cómicos o que sean lo suficientemente sagaces de trascender el burdo pastelazo y dar inesperada sensibilidad o profundidad, como en el hilarante patetismo y cálido humanismo de Paul Feig y Melissa McCarthy en la enérgica, sagaz y femenina Spy: una espía despistada (Spy, 2015).

En Dos locas en fuga, los personajes principales deben ser fuente de aprendizaje la una de la otra, pero, ¿qué le puede enseñar una caricatura a otra? Witherspoon es la policía retentiva a la que constantemente se le dice “we, relájate”, mientras el personaje de Vergara, quien continúa explotando su hipersexualizada star persona inspirada en la comediante Lucille Ball, nos da otra insulsa caricatura de la mujer latina, que tanto éxito le ha redituado en la deleznable teleserie Modern Family. Su pretensa “tridimensionalidad” como personajes, así como su visión de “género” no es más que una vacua y sosa charada, como la película misma, tan insípida y reprobable como cualquiera proveniente de la mente de un hombre blanco occidental.

Por JJ Negrete (@jjnegretec)

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