Las canciones de John Lennon han tocado la fibra sensible de varias personas alrededor del mundo que se han entregado a su mensaje, pudiendo comprobar de ese modo que su filosofía es universal y que sin duda sus melodías han sido lo suficientemente reveladoras para cambiar la vida de algunos individuos.
Directo al corazón (Danny Collins, 2015) es justamente una historia que nos narra cómo es que el mensaje de Lennon cambia la vida de un personaje en concreto: Danny Collins (Al Pacino), un veterano músico que tras varios años de carrera se entera que el ex-Beatle le escribió una carta en la que respondía un comentario que Collins hizo en una entrevista cuando recién comenzaba su carrera. Aunque la carta llegó a su destinatario 40 años después, el efecto Lennon cae sobre el cantante obligándolo a replantear su vida y su carrera.
Aunque en un principio pareciera que toda la emoción de la película recae en la música de fondo del fallecido artista, encargada de poner la tonalidad que seguirá el filme, el guion poco a poco va dotando de emotividad por méritos propios que tiene su eco en el soundtrack de la película.
En un inicio la historia se percibe sosa y pareciera querer contarnos la muy vista historia del artista en decadencia que busca la redención, puesto que el mensaje de las canciones de Lennon y del propio filme parecieran ir por puntos diferentes, pero a partir de que el personaje de Annette Bening entra en escena las letras de las canciones del compositor de Imagine y el argumento de la película empiezan a armonizar.
La película tiene sus propias virtudes al lograr transmitir distintos mensajes a partir de su variedad de personajes, ya que ninguno falta ni sobra. Es como si el personaje de Dan Collins transformara en mayor o menor medida las vidas de los secundarios cada que interactúa con ellos (y viceversa).
Así mismo, el personaje principal tiene un matiz diferente en sus relaciones con los secundarios, teniendo una convivencia más carismática con la recepcionista del hotel en que se hospeda (una carismática y mesurada Anette Bening) y una mucha más dramática con la de su hijo que nunca antes había visto y la esposa de éste (a cargo de una entrañable Jennifer Garner, con los años se ha ido alejando de los papeles de acción y para activar su lado emotivo). Las secuencias que interactúa con su hijo son en su mayoría sensacionales, sobre todo en la recta final.
El guion acierta al conseguir la emotividad no enfatizando en situaciones teatralmente dramáticas, sino porque apuesta por unos personajes sólidos y que se enfrentan a situaciones que los obligan a demostrar su verdadera esencia. Aunque peca de tener una que otra secuencia de relleno y que no puede quitarse ese aire deja vu por momentos, la película cuenta con agradecidas dosis de comicidad y emotividad que la hacen una de las propuestas más humanas y cercanas el público de lo que ofrece la cartelera en esta época veraniega.
Por Víctor López Velarde Santibáñez (@VictorVSant)