Diarios de Cannes – Stars at Noon

Sudor rebelde

Es claro que con la edad viene un acercamiento distinto a los fenómenos del mundo, que cierto grado de veracidad es irrelevante y que una relación de orden más sensorial, incluso sensual, con el mundo tiene mayor cabida que una representación fidedigna del mismo. En Stars at Noon (2022), la cineasta francesa Claire Denis muestra suspicacia respecto a reglas implícitas que acompañan filmar bajo las convenciones de los “géneros cinematográficos”, habiendo trabajado ya con el horror (Trouble Every Day, 2001), la comedia romántica (Un beau soleil intérieur, 2017) y la ciencia ficción (High Life, 2018). Denis abstrae los códigos pertenecientes a cada uno de esos géneros y forma algo completamente nuevo y emocionante, que naturalmente genera entre muchos una sensación “plana” y “fallida” pero que en el caso de la realizadora, se traduce en una atención especial a la interacción de todos los elementos en el cuadro, poniendo menos interés a aspectos tan caros para la crítica actual como son la claridad temática y el preciosismo formal.

Siguiendo la forma de las últimas películas de cineastas como Allan Dwan o John Farrow, Claire Denis adapta la novela homónima de Denis Johnson, únicamente cambiando su temporalidad de 1984 a la actualidad, en la que una obstinada y audaz periodista estadunidense (Margaret Qualley) conoce a un misterioso hombre de negocios británico (Joe Alwyn) y ambos se ven envueltos en una laberíntica red conspiratoria en la que se ven involucradas peligrosas dosis de ron, sexo, moteles baratos e imparables agentes de la CIA y del régimen militar de Nicaragua. Es evidente desde el inicio que la película no está interesada en dar un reporte veraz y conciso de la situación en Nicaragua –ya lo había expresado claramente Denis en otro momento: ella es cineasta, no trabajadora social–, lo que le permite poner más atención al sexo, una de las preocupaciones centrales de su filmografía y que en años recientes ha visto disminuido su papel en el cine.

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Lejos de África, territorio ampliamente conocido por ella, el trabajo de Denis en Stars at Noon es más cercano a U.S. Go Home (1994) con su incipiente descubrimiento de la complejidad e interrelación de los ámbitos políticos y sexuales, tema que también encuentra resonancia en películas como Beau Travail (1996) y Les Salauds (2013). En ese sentido, la elección de Margaret Qualley como protagonista resulta particularmente audaz por parte de Denis. La imagen de Qualley es casi la de una adolescente, pero su energía no podría ser más contrastante al proyectar una seguridad y vitalidad que remiten a personalidades como la de Sigourney Weaver en The Year of Living Dangerously (1988) o Kathleen Turner en Body Heat (1984), otro proyecto en la que, como en Stars at Noon, el sudor tiene su propio lenguaje y discurso. Qualley comanda la película con una presencia visceral y polarizante que no busca ningún tipo de empatía ni condescendencia por parte de la audiencia: se sabe oportunista y no pretende engañar al espectador, incluso en un ambiente tan cínico hay cabida para un tórrido romance, de intensidad única y extraña ternura.

No es inesperado que Stars at Noon cause tanto rechazo entre aquellos que diligentemente esperan que cada película de su cineasta “favorito” sea una repetición o una variación de sus mejores éxitos, un producto que aumente el valor de su “marca” –no es casual que los más escépticos sean los críticos anglosajones de medios relativamente grandes– y que no toleran que con la edad, a muchos cineastas “ de marca” les interese poco o nada satisfacer las expectativas de quienes esperan solamente filmes con vagos atributos de “calidad” o con un “mensaje” contundente y claro sobre el mundo. Todas las virtudes de Stars at Noon son evidentes y la transparencia de la película tiene que ver más con Claire Denis que con un país y sus conflictos ¿Qué no ha sido así desde su celebrada ópera prima Chocolat (1988)? Stars at Noon es el fantástico delirio febril de una mujer lúcida que sigue viendo en el encuentro de dos cuerpos desnudos el conflicto político más intenso, el cual, invariablemente, encuentra su resolución en la pista de baile, donde el sudor es siempre más suave.

Por JJ Negrete (@jjnegretec)

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