Cannes | ‘First Love’ y el gozo de la locura

Pocos directores logran hacer de la violencia explícita algo tan gozoso y divertido como el nipón Takashi Miike. El prolífico cineasta, a tal grado que estamos ante su largometraje número 103, es uno de los maestros que dominan este arte y desde los primeros momentos de First Love (Hatsukoi) la brutal decapitación de un miembro del crimen organizado revela un toque absurdo y demencial irresistible (la edición la liga genialmente con una secuencia anterior de boxeo, mientras la cámara muestra la extraña expresión de la cabeza decapitada).

First Love nos presenta un par de tramas. Primero conocemos a una joven promesa del boxeo, Leo (Masataka Kubota), quien en una pelea se desvanece sorpresivamente arriba del cuadrilátero para después recibir una noticia crucial y trágica: su doctor le ha detectado un tumor en el cerebro que, naturalmente, lo dejará con poco tiempo de vida.

Por otra parte, Miike regresa a un territorio en el que ha navegado durante décadas: el cine de yakuzas, ahora explorando un contexto particular en el que la vieja escuela criminal añora un pasado con más honor y, donde, una vez que el jefe ha salido de prisión, una guerra contra los chinos parece inminente. Ahí Miike introduce a otro puñado de personajes y al móvil narrativo central de su cinta: un yakuza (Shota Sometan de memorable actuación), preocupado por los tiempos violentos y difíciles que vienen en su submundo, decide traicionar a los suyos y aliarse con un policía corrupto (Nao Ohmori), robar un cargamento de drogas, y así dirigirse a un futuro en prisión eventualmente pacífico, mientras yakuzas y chinos se destruyen afuera. Las víctimas del robo serán otro yakuza y su mujer, quienes a su vez son responsables de Monica (Sakurako Konishi), una jovencita que, para pagar la deuda de su ausente padre con el clan yakuza, ha tenido que prostituirse, lo cual la ha llevado también a convertirse en una adicta a las drogas que sufre de alucinaciones.

Toda esta variedad de personajes se reunirán la noche que tanto el yakuza traidor como el policía corrupto han elegido para llevar a cabo su plan maestro. Con esto como pretexto, Takashi Miike nos muestra una serie de situaciones improbables, que llevarán al boxeador a involucrarse con personas ajenas a su mundo de manera circunstancial, alterando todo el plan y comenzando a sentir algo por la inocente joven que se encuentra  secuestrada por los yakuzas y las drogas.

El resto de First Love se desarrolla en el transcurso de una sola noche en la que nada, absolutamente nada sale acorde a lo planeado y todo se torna más violento, increíble y épico. Un frenético cóctel en el que caben otros personajes, como la demente y deseosa de venganza novia (Becky Rabone) del yakuza al que le roban la droga; continuos asesinatos; una batalla entre criminales japoneses y chinos; y hasta una delirante secuencia animada, por ejemplo. Si bien a estas alturas se pudiera pensar que Miike ya le ha ofrecido todo al cine de yakuzas o de crimen en general, First Love lo muestra como un cineasta que, a sus 59 años, sigue sorprendiendo por su impredecible manera de innovar.

First Love es una colección de momentos que nos obligan a preguntarnos: ¿cómo demonios se le ocurrió esto a alguien?. En este caso un pensamiento siempre asociado por el nivel de violencia pero al mismo tiempo de comicidad, exageración y lo absurdo. Por si fuera poco, y como su título lo indica, First Love es otra muestra de que la humanidad es también una parte esencial del cine de Miike: aquí todo ese delirio ya mencionado está acompañado de una historia de amor y de un par de protagonistas entrañables, a quienes deseas ver juntos al final de la locura. First Love es, sin duda, uno de los puntos altos de la interminable filmografía de Miike.

Por Eric Ortiz (@EricOrtizG)

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