Amores modernos y la redención familiar

La muerte suele sacudir los ritmos de vida, los sentimientos y la misma existencia humana. Cuando ocurre dentro de un núcleo social cercano, obliga a rendir el tributo hacia el integrante fallecido de la misma, guiando a una recopilación de recuerdos y reflexiones interpersonales.

Amores modernos (2019), además de abordar los efectos de la pérdida, funge como la reconstrucción de lazos perdidos. Después del fallecimiento de Armida (Concepción Márquez), su funeral se convertirá en el reencuentro de los integrantes de su familia, entre ellos Don Luis (Rubén Pablos) con sus hijos Carlos (Andrés Almeida), Alex (Leonardo Ortizgris) y, una desconocida, Rocío (Ilse Salas), entrecruzándose otras perspectivas de gente aledaña a ellos.

El realizador Matías Meyer ejecuta un estilo discreto, contemplativo y sobrio enfocado en la aceptación, con los miembros familiares de la trama distanciados por las circunstancias y sus proyectos personales de vida. Todo ello representado en diferentes aspectos como la vida en el extranjero de Alex, el ensimismamiento laboral de Carlos y el Alzheimer que padece Don Luis.

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El relato coloca perspectivas sobre el amor a través de personajes que tienen poca relación directa con los protagonistas. Meyer resalta el shock emocional desde diferentes personalidades, instigado a causa de la ruptura, otorgando un tono introspectivo. Pavel (Raúl Briones) atraviesa por el abandono de Rocío, recalcando en su exposición sobre la toma de decisiones y el reflejo de uno mismo en los demás, aspectos que determinan la segunda parte de su trama.

Sumado a ello, el guion del propio realizador también recalca en una nostalgia representada con el reencuentro y los hechos inesperados que determinan el desarrollo de sus personajes. Ana (Ludwika Paleta), esposa de Carlos, lidia con la monotonía de su matrimonio y replantea su rol en el mismo tras encontrarse con el mejor de amigo de su marido.

El soundtrack y la fotografía de Mauro Pinheiro Jr enfatizan en la intimidad, el súbito descontrol emocional, en las confesiones y en los descubrimientos de secretos familiares con respecto a Don Luis, guiando hacia una redención existencial para sus participantes.

Si bien las subtramas no cuentan con suficiente redondez y resultan un poco innecesarias, Amores modernos funciona como dramedy en el retrato de la pérdida representada principalmente desde el punto de vista masculino, con la figura femenina como la puerta hacia la redención familiar y la soledad como el detonante para encontrar reconciliación.

Por Mariana Fernández (@mariana_ferfab)

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