Cuando una piensa en Texas es muy probable que lo último que le venga a la mente sea su ínfima población afroamericana y su aportación a la música contemporánea, pero es ahí en donde se inserta Ornette: Made in America, un documental malo con momentos regulares sobre un artista fundamental.
La cinta hace una aproximación a la vida y obra de Ornette Coleman, uno de los precursores del free jazz, y su eje rector es el concierto que ofrece junto a la orquesta sinfónica local como parte de un homenaje que le rinde la ciudad por su trayectoria, en 1984, y el cual pone de manifiesto la distancia existente entre el jazz libre y el resto de los géneros estructurados.
Romper las convenciones de la métrica y la melodía no es sencillo ni es algo que el público en general pueda digerir con facilidad —particularmente uno acostumbrado al country y el hanky panky—. Una muestra de ello queda de manifiesto durante el recital, el cual retrata el choque que representa para el director de la orquesta enfrentarse a la visión libre de Ornette y su quinteto.
A la par de la gala, la cinta nos lleva de la mano en un paseo por la marginación y pobreza que vive Ornette desde su infancia hasta la experimentación sonora y su posterior éxito en el mundo del jazz libre, particularmente en Nueva York y Europa.
Los momentos más afortunados de la película son cortesía, por un lado, del propio Ornette, quien describe su visión de la música y habla de esa imperiosa necesidad de no atarse a la estructura tradicional de la música para llevar su experimentación a un nivel casi religioso. Otras aportaciones interesantes fueron hechas por algunos de los músicos cercanos al saxofonista, quienes consiguen aportar elementos clave para la comprensión de su estilo y su obra.
Los aciertos de Shirley Clarke, directora y editora, no son muchos y se ven frecuentemente opacados por una estructura narrativa pobre que da saltos temáticos de manera aleatoria y demuestra que las limitaciones materiales y técnicas —aparentemente no existía un gran acervo fílmico o fotográfico del cual echar mano para ilustrar los primeros años del músico— se agravaron por la falta de creatividad por parte de Riggs, quien intenta, sin éxito, reproducir con niño a Ornette en las calles del barrio que lo vio nacer para abusar del esas imágenes a lo largo de la cinta.
Ornette: Made un America es un documental bien vendido pero mal montado. Sí resulta interesante acercarse a la vida y obra de uno de los músicos que se atrevieron a romper de manera radical con los convencionalismos estructurales de la música moderna, pero deja un poco que desear al momento de profundizar sobre los detalles.
Por Carlos Morales (@spacemono)