Ambulante 2013 | Mi casa es tu casa: ‘La casa donde vivo’, de Eugene Jarecki

El problema de las drogas se ha monopolizado en México y se ha concentrado en la rapaz violencia vivida dentro del país, los muertos del señor presidente. La narcocultura y la podredumbre moral que ha traído a la sociedad no el consumo de las drogas sino el modo bruto y económicamente rentable de mantenerla a raya. El tema es como la tortilla, nunca falta caliente en la mesa y todo el mundo le mete mano. Pero ¿qué pasa en Estados Unidos? Los vecinos llevan en guerra doméstica casi 30 años, pero no se apuren, ellos estaban tan sumidos en la ignorancia del tema como nosotros, probablemente aún más.

El lúcido, aunque denso, documental de Eugene Jarecki La casa donde vivo, ilustra desde una amplia gama de perspectivas la problemática de las drogas y la maquinaria generada desde la entraña política para ‘combatirla’. Jarecki pone en evidencia que desde que Reagan comenzó su cruzada ha habido una satanización desmesurada del adicto y su droga. Poniendo la tilde en gente implicada de diferentes estratos socioculturales, incluyendo un magistrado consciente de la exageración del sistema penal, madres afectadas, jóvenes arbitrariamente perjudicados y policías sin brújula, Jarecki hunde la daga en una herida que Estados Unidos creía en proceso de cicatrización.

Partiendo de la historia de su nana, Jarecki se adentra en las fauces de una hidra de mil cabezas, creada y alimentada por el omnisciente sistema político norteamericano, y maneja una gran cantidad de hipótesis respecto a los bruscos y errados giros que la mercenaria estrategia impulsada por Washington. Sin duda, el más interesante corresponde a un historiador que sugiere que detrás de esta mordaz batalla se esconde un sofisticado método de control socioecónomico, asociando la fabricación de crack a afroamericanos pobres y la de meth al sector norteamericano blanco de clase baja, comúnmente denominado white trash (la lista de nombres en Ted da cuenta del asunto).

Pero no es sólo eso, se habla del sistema penitenciario, su inminente privatización, la poderosa industria generada a partir del consumo de drogas (no necesariamente los que la fabrican) y la hipocresía de una sociedad que quiere evitar el consumo, pero continúa generando de manera indiscriminada ávidos consumidores. Probablemente es por eso que ahora tenemos acceso a drogas en cualquier lado (próximamente en descarga directa, torrent y on demand) de manera expedita y sencilla.

Si ha de haber un pero al documental, es el de las digresiones de Jarecki que en ocasiones hacen que el ritmo del documental se haga pesado y pierda agilidad en su formato y presentación. A pesar de contar con una cantidad monstruosa de material, hay cosas que fácilmente pudieron haber quedado de lado para privilegiar el debate central en lugar de ofrecer testimonios interesantes pero, dado el contexto, irrelevantes.

No se puede entender una bestia tan compleja en apenas 110 minutos de duración, pero sabemos que existe y especulamos sobre su funcionamiento. El poder del documental radica en su incitación a la praxis, pero cuando el monstruo es enorme, ¿qué tan fácil la apatía o el miedo silencia a quien arroja luz sobre el ojo del asunto? Usted pasó casi dos horas viendo el documental, ¿ahora qué carajos sigue? Comience levantando la basura de su propia casa.

Por JJ Negrete (@jjnegretec)

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