‘Salvajes’: Etéreo salvajismo

Violento Folklore

Ya no existe la civilidad de la humanidad, actualmente abrazamos con desenfreno el salvajismo más primitivo del cual somos capaces. En un mundo regido por el antivalor que se convierte en el nuevo paradigma, abrazamos al ‘Diablo’ y todo lo que de él emane, rechazando el dogma cristiano de ‘bondad’ y ‘pureza’. En los Simpson alguna vez se preguntó: “¿Cuándo dejamos de admirar al hombre con un lanzallamas?” Probablemente en el momento que descubrió la marihuana.

La historia de la marihuana ha sido documentada, comentada e hiper revisada en documentales como Grass o ensalzada en cintas de gran valor poético como Pineapple Express o la dupla de semi poemas épicos: Cheech y Chong.

“Guerrasmos”: Orgasmos armados.

Oliver Stone, maestro de la conspiración, hombre de fortísimas convicciones izquierdistas y veterano de Vietnam busca hacer un estilizado y violento comentario sobre la sobadísima guerra contra el narcotráfico, alzando elaboradas teorías, esta vez sobre una novela cuyo pequeño pero ferviente nicho de adoradores seguramente vera su base fortalecida con la película Savages.

Don Winslow, periodista y escritor norteamericano, autor de la novela en la que se basó la cinta, ha declarado en repetidas ocasiones que solo la legalización del consumo de las drogas detendrá la cruenta afrenta militar que ha dejado más de 60,000 muertos en el país y varios capítulos de la Rosa de Guadalupe dedicados al tema. Una verdadera tragedia.

Latinización de la Conspiración

Asegurando que EU aplica la misma técnica que utilizó en Vietnam, Winslow se hizo de un poderoso amigo en la forma de Stone, en quien la palabra Vietnam tiene el mismo efecto que la lasaña a Garfield. La conjunción de ambas mentes abiertamente culpan al gobierno calderonista de los horripilantes resultados de la guerra. Al momento de traer a la mesa el tema de la legalización, los ‘medios’ y sus ‘analistas’, entre los que destacan titanes del periodismo como René Franco y Pedro Sola, alzan la voz al unísono y se escandalizan, desechando de manera inmediata la idea de la legalización. Esto desde luego implicaría grandes pérdidas a gobiernos y organizaciones que la cinta tilda de corruptas como la DEA y todo ciudadano rico de México.

Ya lo dijo la sabia Ana Bárbara: Amor de tres…

La historia gira sobre un trio de jóvenes de Laguna Beach, dos de los cuales fabrican y mueven la mejor mota de California y que, de acuerdo a la descripción hecha por la narradora Ofelia (la heroína de Gossip Girl, Blake Lively) y con quien comparte del personaje shakesperiano una esquizofrenia relacional, uno es “metal duro” y el otro “madera suave”. Separados son terribles, juntos son perfectos, como el helado y las galletas. Uno esperaría que esa descripción se refiera a sus personalidades y no sólo a su manera de coger. El “metal duro” es interpretado por el inerte maniquí llamado Taylor Kitsch, un ex militar de Irak que ahora se dedica a ser sicario, mientras que “la madera suave” es interpretada por Aaron Johnson (Kick Ass, Albert Nobbs), un biólogo que hizo algo mejor que encontrar la partícula de Dios… se hizo una receta para la mejor moronga de California. ¡Trágate esa, Ginebra!

La “narco-mami”

La cosa se complica cuando el cartel de “Baja” quiere hacer negocios con el trío mediante un pasivo Demián Bichir, quienes al ver rechazada su oferta deciden hacer un negocio a la mexicana, oséase, a huevo. De modo que secuestran a Ofelia a través de Lado, interpretado con sutil sadismo por un homiesco Benicio del Toro. Poco después nos damos cuenta que el dueño del negocio, no es dueño, sino dueña. Elena ‘La Reina’, papel que permite mostrar el crecimiento actoral de Salma Hayek mezclando comedia, soberbia, violencia y melancolía en un acaramelado paquete, es la jefa de jefas, pero de momento se encuentra lidiando con la emergencia del ascenso del ‘Azul’ (un Joaquín Cossío que se ve limitado a decir un par de groserías). También en el ensamble actoral se encuentran un exepcionalmente despreciable John Travolta como un cerdo de la DEA, Sandra Echeverría (sí, la de las novelas) como la reticente hija de Salma Hayek y el actor fetiche de Fernando Eimbcke, Diego Cataño.

El juego de Stone es la conspiración, convierte una disertación sobre el problema de las drogas en una entretenida cinta de poco más de dos horas añadiendo su particularmente castroso método de cambio de formatos apantallapendejos que son como del 91. Savages es una cinta en su conjunto muy irregular, a pesar de mantener un ritmo constante, actuaciones delirantes y un trío de personajes centrales que palidecen ante la colorida y versátil gama de actuaciones secundarias que prácticamente se llevan la cinta con tremenda facilidad. La concepción que tiene Stone del pueblo mexicano y su cultura se puede reducir al ringtone que tienen Kitsch y Johnson en su computadora y teléfonos, la Marcha Turca de Beethoven, mejor conocida como El Tema del Chavo del 8, que con su patetismo nos recuerda constantemente que somos un semillero lúdico, un eterno chiste, un violento sinsentido y una bola de salvajes.

“No ma…la nueva temporada de “Laguna Beach” esta muy cabrona”

Por JJ Negrete (@jjnegretec)

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