Kang-Do (un caricaturezco Lee Jeong Jin caracterizado de algo tipo Robert Smith de The Cure) es un huérfano que subsiste de fungir como el brazo armado de un prestamista de un tipo de Ciudad Nezahualcóyotl a la coreana. Su estilo al visitar a los deudores se caracteriza por una violenta y misantrópica metodología, similar a la utilizada por el cineasta surcoreano Kim Ki Duk, en Pieta (Corea del Sur, 2012), su penúltima obra cinematográfica al momento.
En ésta, el cobrador antes mencionado ve su salvaje cotidianidad irrumpida por la aparición de una extraña mujer (un arquetipo matriarcal de sumisión y arropo, realizado por Min-so Jo), quien dice ser la madre que lo abandonó al nacer y quien abrirá la puerta en la narración para una constante representación de pasados sombríos y tormentosos que regresan a alterar al ya de por sí deplorable presente y cobrar factura de maneras viles e insospechadas.
Cada cuadro, temática y personaje dentro del filme logra representar un absoluto desprecio por la vida. La totalidad de esta obra transita por los mismos caminos. Desde pequeños detalles en la obra, como la muerte de incidentales mascotas, ya sea con el pragmatismo de los primarios fines alimenticios o por una casualidad terrorífica en su incertidumbre, todo está concebido con fines perturbadores en este drama del multilaureado cineasta asiático, que es, sin duda, la más agresiva de sus propuestas, al momento.
El filme sorprendentemente logra esto sin la representación gráfica en pantalla, sino tan sólo haciendo uso de una contundente temática y un estilo visual caracterizado por una antiestética visceral acorde a lo retratado, ya sean la atormentada alma de Kang Do y todos sus acompañantes en pantalla o los sombríos parajes pertenecientes a un barrio bajo industrial coreano donde todo se suscita.
Ki Duk logra una obra mayor, un filme brutal en cada una de las formas de abordar el mundo. En Pieta, los personajes son violentos, amorales y deshumanizados. Todos, víctimas de una desenfrenada estructura económico-social a la que parecen pertenecer pero que los ha abandonado a su suerte, como si la orfandad de Kang Do fuera más allá de la paternidad familiar.
Ganadora del León de Oro en el Festival de Venecia en su edición 2012, Pieta, poseedora de acercamientos y distanciamientos a la temática religiosa renacentista que le da nombre, resulta un cruel ejercicio de exorcismo sobre la culpa donde, en el proceso, ni creador, personajes o espectador, salen bien librados. Desde su primera secuencia se refleja el terror del creador ante la vida. Éste se exhibe vinculando su ficción con el trágico suceso que tuvo lugar durante la filmación de Dream, donde la actriz Lee Na Young estuvo cerca de la muerte por ahorcamiento. Con este telón de fondo se concibió este melodrama donde la venganza es parte inherente del orden de la vida, más allá de voluntades o intenciones; donde funge como un elemento que tarde o temprano arriba a tocar la puerta para cobrar las deudas despiadadamente.
Por Pedro Emilio Segura Bernal