FICUNAM | Una entrevista sobre M20 Matamoros Ejido 20

Un grupo de hombres se reúne cada viernes para entre tierra, sudor y mucho baile hacer frente a todo aquello que se cruza en sus vidas: el narcotráfico, la frontera, la falta de oportunidades y más. Es una danza cuyo origen pertenece a quienes semana a semana se presentan para mover el cuerpo y es el protagonista principal de M20 Matamoros Ejido 20 (2023), primer trabajo documental de la coreógrafa y bailarina Leonor Maldonado.

La película debutará en la competencia Ahora México de la décimo tercera edición del Festival Internacional de Cine UNAM (FICUNAM), antes de la presentación tuvimos oportunidad de charlar con la realizadora sobre los orígenes de su proyecto y su búsqueda por entender el cine desde el cuerpo.

¿Cómo fue que te interesaste por el grupo de Danza Matamoros Ejido 20?

Leonor Maldonado (LM): Unos chicos de la Escuela Nacional de Danza Folklórica de la Ciudad de México se encontraron con los vídeos del M20 en Youtube y empezaron a intentar copiar el estilo. Como no les salía, invitaron a Rigo –quien es el creador– para que les diera un taller. Fue la primera vez que el grupo viajó a la CDMX, una amiga trabajaba en esa escuela y me enseñó un vídeo de su visita.

Soy bailarina y coreógrafa, entonces cuando vi los videos tuve esta sensación de que realmente era la creación de un espacio muy particular, veías sus cuerpos bailando, era una cosa de pertenencia. En el vídeo estaban bailando en la calle, había un tanque militar atrás y, sabiendo que era Matamoros, simplemente había una cosa de fuerza. Además, con lo que expresan sus cuerpos, la verdad, sentí una cosa emocional fortísima, una emoción enorme en el cuerpo y pensé: ¿qué pasa en la vida de estos hombres para tener que inventarse una manera de moverse?

En ese momento de mi vida tenía esta pregunta política como bailarina y coreógrafa: ¿de qué manera podemos poner nuestros cuerpos en cuanto al arte, a lo político, al cuidado y a la vida al hacer danza? Vivimos en un país en donde nos faltan tantos cuerpos, en el que hay una guerra que nos está quitando y hay tantos desaparecidos. Como coreógrafo, me preguntaba mucho cuál es la pertinencia de un arte como la coreografía y la danza. Cuando los vi, ellos tienen su respuesta a esta pregunta y era una respuesta muy específica.

¡Necesitaba conocerlos! No se me pasaba la emoción, entonces busqué a Rigo en Facebook y estuvimos cerca de tres meses hablando, le dije que pensaba en qué les pasa en la vida a estos hombres para moverse de esta forma. Ahí fue que dije: esto es un documental.

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Como coreógrafo, siempre me ha interesado explorar la coreografía en diferentes tipos de dispositivos, no solamente bailando en un foro. Ahora la coreografía me estaba llevando al cine y le propuse a Rigo la película, fui conociéndolos hasta que me invitó a Matamoros para “ver si nos caes bien”. Me lancé y fue un poco que me pusieron a prueba, querían saber cuáles eran mis intenciones. Al final de esa semana me dijeron ‘ok, vamos a empezar esto’.

Poco a poco se abrieron, porque sí son hombres muy duros, aunque muy amorosos también. Fue todo un proceso irlos conociendo y tener una relación más profunda.

Hay un acercamiento coreográfico en el documental.

LM: Justo esa era una de las cosas que más se me antojaba. Hubo un momento en que tuve esta duda: ¿quién soy yo para aventarme a hacer una película? Pero mi pretensión no era hacer una película como la hace un cineasta regular, digamos, sino desde las herramientas que yo tengo y cómo eso se puede transformar en arte.

Siempre me ha interesado mucho cuando un artista cambia de un lugar a otro y las perspectivas que esto puede dar. Entonces pensé la película como una coreografía en sí misma, la edición como parte de esa coreografía y pensar, incluso, en los cuerpos de los fotógrafos. No sé hacer foto, entonces ahí no podía poner mi cuerpo, pero sí trabajé con los fotógrafos sobre la importancia de desde dónde estamos mirando. Para mí era muy importante que la cámara bailara con ellos, que no sólo fuera retratar, sino como tal meternos a su vida hasta donde nos dejaran entrar, pero desde los relatos hasta el cuerpo, cómo nos podemos ir acompañando.

Trabajé mucho con los fotógrafos, una cosa obsesiva de qué se puede, qué no. Aprendí mucho de ellos viendo sus cuerpos, porque tenían cuerpos y capacidades muy diferentes de movimiento. Uno es súper alto y desde esa mirada hacíamos las cosas, por ejemplo, entrenamos esa parte de pensar ellos mismos como un cuerpo que se vuelve parte de la danza.

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La película se estructura entre danzas, del baile pasas a sus vidas y regresas a los momentos en que se mueven.

LM: Fue un proceso largo, porque al final edité la película también y justo decidí hacerlo porque me interesaba este lugar sensorial, hacer un balance. No quería que fuera la explicación, en qué año nace la danza, etcétera. Si te fijas en la película no hay fechas, es a propósito, se entiende más o menos el tiempo que llevan, pero no quería dar datos, ni de Matamoros, ni del narco, ni de la danza. Nada como demasiado específico, más bien acercarnos a sentirlos, a conocerlos como desde su cuerpo y sus historias, desde como ellos las narran.

Tenía la idea de que la danza es un proceso circular, al final es como un ritual. En sus vidas, la constante son estos ensayos cada viernes, luego tienen al año sus festividades donde bailan. Me interesaba que la película fuera conocerlos uno a uno, por eso caemos en ese ensayo en el que están todos y de ahí pasamos de un cuerpo a otro, de una historia a otra, hasta que el ensayo los junta otra vez. Tienen vidas muy diversas, pero, al mismo tiempo, todos esos cuerpos son esta danza que no es sólo eso, es una comunidad. Una muy particular en donde los hombres pueden permitirse tener otras masculinidades, algo muy complicado en Matamoros.

La festividad que se ve al final es muy fuerte, porque el mismo Rigo me decía ‘estos son los tres días donde los hombres machos como nosotros nos permitimos llorar, abrazarnos, decirnos te quiero y ser vulnerables’. Todo lo que genera la danza es muy fuerte.

¿Es especial que tu primera película debute en FICUNAM?

LM: Es súper emocionante, porque es un festival que me encanta. Desde mucho antes de plantearme hacer una película, ya era fan. Considero que he aprendido muchísimo en el festival, para mi formación como artista en general ha sido súper importante y a partir de que empecé a hacer la película, más porque justo es el tipo de cine que me interesa. El FICUNAM es el festival donde siento que si voy a ver una película al azar, es muy probable que encuentre cosas que me interesan.

Para mí es un honor muy grande poder estrenar mi película justo aquí.

Por Rafael Paz (@pazespa)

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