FICUNAM | El incendio de los mitos: entrevista a João Pedro Rodrigues

A propósito de la presentación de Fuego Fatuo (Fogo-Fátuo, 2022), del cineasta portugues João Pedro Rodrigues, en la más reciente edición del Festival Internacional de Cine UNAM (FICUNAM), compartimos una breve charla que sostuvimos con el cineasta el año pasado en el marco del estreno de su película en la Quincena de los Realizadores en el Festival Internacional de Cine de Cannes.

El espíritu lúdico del portugues, mezclado siempre con una feralidad particular y un sentido de belleza anclado en influencias pictóricas y cinematográficas bien definidas, dan a su trabajo una cualidad cada vez más ausente en el cine contemporáneo, relacionada estrechamente con el cuerpo masculino y su potencialmente peligrosa capacidad de despertar un amplio espectro de deseo.

Butaca Ancha (BA): Me gustaría preguntar primero sobre la relación que tiene el deseo con tus películas. Siempre ha estado presente, pero tiene una naturaleza contradictoria: hay una fuerte atracción y al mismo tiempo cierto repele. Considerando que uno de tus primeros proyectos O fantasma (2000) tiene una fuerte carga temática en ese sentido, ¿cómo se ha transformado tu visión del deseo hasta ahora?

João Pedro Rodrigues (JPR): Creo que sí se ha transformado. No por nada han sido veinte años. Creo, desde mi primera película, que filmar algo es desearlo, desear a esa persona, porque a mí no me gusta un cine que ridiculiza a las personas. Para mí, es un poco en la tradición del cine clásico. Por ejemplo, Greta Garbo sabía exactamente cuáles eran los ángulos desde los que quería ser filmada, lo mismo Marlene Dietrich. Tengo ese mismo respeto con mis actores, que ellos sean lo más bellos posibles. Hay mucho cine que es cínico con la gente, yo trato de hacer lo contrario a eso.

BA: En ese sentido, ¿decides desde dónde hay más belleza en tus actores o personajes, es algo que consultas con ellos?

JPR: He filmado mucho con actores no profesionales, no tienen conciencia de esa noción de belleza, son muy libres. No tienen conciencia de todo lo que dan y lo que son capaces de proyectar. Lo que trato es tener una actitud respetuosa y tener la distancia necesaria a veces. El cine también es un trabajo, también las escenas íntimas son trabajo. Creo que todos somos movidos por el deseo, retomando un poco la pregunta anterior, pero ha cambiado con la pandemia. Ya no nos tocamos, estamos más distantes que antes. Estoy constantemente evitando a la gente. Esta película fue escrita antes de la pandemia, pero introduje el tema a la película. El padre del personaje principal muere de COVID, porque veo películas que parecen abstraerse de esa realidad e ignorarla. Me parece falso.

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BA: Ahora que tocas el tema de lo “falso”, me gustaría preguntarte sobre tu relación con la pintura. Hay un contraste entre la primera pintura que aparece al inicio y aquellos tableaux vivant que los bomberos recrean en la estación, que el personaje principal no puede identificar. ¿Es una forma distinta de aproximarse al arte? Considerando que a los miembros de la monarquía les gusta cierto tipo de arte que es muy rígido, colonialista, diferente de la naturaleza sensual, física de estas otras obras…

JPR: Es verdad. Esa pintura era La boda de la Rosa negra, una pintura portuguesa del S. XVIII que pertenecía a un duque o a un miembro de la aristocracia y se vendió en Francia, donde ahora se exhibe. Se le cambió el nombre porque ya no se podía escribir “La Rosa negra”, entonces ahora se llama La máscara nupcial y es precisamente lo que el personaje dice: ellos tienen conciencia de que ya no pueden decir “negro”. Cuando el príncipe, que tiene una educación rígida y más formal, llega a la estación de los bomberos, que es un mundo realmente lúdico, de fantasía, ellos se burlan de él. Hacen pinturas que en realidad no existen. Ahí el príncipe va a descubrir su sexualidad y encontrará su gran amor. Lo que me inspiró fueron los calendarios de bomberos que son usuales en Estados Unidos, pero es también una broma con esos calendarios. Hay un contraste marcado entre esos dos mundos, en éste último estar desnudo, por ejemplo, no es un problema. Es una liberación para el príncipe a través de otra forma artística.

BA: ¿Cómo se transformó esto desde el cortometraje O Corpo de Afonso (2013)? Considerando la aproximación que hay al cuerpo masculino y que ahí imaginabas cómo se vería el cuerpo de un rey.

JPR: Ese cortometraje es una especie de casting para este primer rey de Portugal, del que finalmente no se sabe nada respecto a cómo era realmente, porque vivió en el Siglo XII. Cuando un equipo de investigación quiso exhumar el cadáver para poder hacer un estudio y descripción física, el Estado no lo permitió. Había esta idea de que un mito no se puede desmitificar, ¿cómo encontrar un cuerpo para una figura mitológica? En Fuego Fatuo, trabajo sobre esa idea pero contrastando la libertad de los cuerpos de los bomberos, un cuerpo libre, con la rigidez y estática de los cuerpos monárquicos

BA: ¿Crees en la vigencia de la monarquía?

JPR: ¡En absoluto! En Portugal no hay monarquía desde 1910, pero hay gente que sigue actuando como si existiera, viviendo una fantasía no muy diferente de la que ves en la película (risas).

Por JJ Negrete (@jjnegretec)

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