10 años de ‘Diario de una pasión’: El efecto del romance convencional

El amor es uno de los recursos clásicos en cualquier tipo de arte existente, además de ser el sentimiento universal por excelencia que todos quisiéramos vivir alguna vez. El género romántico tampoco abandona su expresión en el cine, representado en innumerables cintas de ayer y hoy, aunque la gran mayoría demostrando un desgaste en su confección gracias a los convencionalismos aprendidos por doquier: chico conoce a chica, se enamoran, su amor prevalece ante cualquier mal que los amenace, vencen los obstáculos y cierran con la conocida leyenda llamada “y vivieron felices”.

Son populares por la empatía que genera en sus diferentes vertientes y colores (unas buscando realidad y salirse del molde preestablecido), siendo tal cualidad capaz de tocar fibras románticas secretas, generar hordas de seguidores e inexplicables “gustos culposos”. Algunas seducen a pesar de incluir los típicos clichés y dosis de melodramas, siendo el material preferido de inspiración la literatura romántica.

Uno de los favoritos es Nicholas Sparks. En 1996 el entonces novel escritor encontró el estrellato inmediato con el best-seller  The Notebook, su obra debut en el mundo de las editoriales. Y la ironía de la vida la llevó a encontrar su adaptación cinematográfica ocho años después de su primera edición, tras la presentación en pantalla de las cornies Mensaje en la botella (Message in a Bottle, 1999) y Un paseo para recordar (A Walk to Remember, 2002), ambas escritas en 1998 y 1999, respectivamente.

Mejor conocida en nuestro país como Diario de una pasión (The Notebook, 2004), el director Nick Cassavetes (hijo del emblemático cineasta indie John Cassavetes), con guión de Jeremy Leven, ofrece la cinta más aceptable del “repertorio Sparks” a través de las referidas memorias del amor de juventud narradas por el viejo “Duke” (James Garner) a una paciente de asilo (Gena Rowlands) que pierde paulatinamente todo recuerdo de su vida por la demencia senil.

A su vez, otro aspecto conocido ya de sobra es plenamente reconocible gracias al melodrama patrocinado por las telenovelas: el contraste de las clases sociales acompañado por un amor casi imposible, transitando entre un presente desalentador a causa de una incurable enfermedad y un pasado en el que se rememora el inicio del complicado romance de los jóvenes Noah y Allie (Ryan Gosling y Rachel McAdams) en la Carolina del Sur de los 40, siendo él un obstinado chico de origen humilde, y ella una caprichosa muchacha de una acaudalada familia.

El contexto social es remarcado por un riguroso sistema familiar de la época representado por la madre de Allie (Joan Allen), renuente a aceptar una relación de “tal nivel”, preocupada por el “qué dirán”. Ella aleja por años a la pareja y confisca la correspondencia, interesada en asegurar el futuro y estatus social de la hija, aun si ésta duda de su próximo enlace nupcial con Lon Hammond (James Marsden), un militar que sospecha de ella por su retrasado reencuentro con Noah en el pueblo.

No sólo la reiterada aunque exitosa fórmula de las películas románticas garantizó un gusto inmediato en la audiencia allá en el verano de 2004, sino que también incluye la confrontación hacia la autoridad familiar, la obvia e inmediata deducción de las verdaderas identidades de Duke y la mujer enferma y un melancólico desenlace capaz de arrancar lágrimas a los más susceptibles.

Lo que quizá la convirtió en una de las cintas elementales del drama romántico moderno es la química de Gosling y McAdams —ambos antes de alcanzar la cúspide en sus respectivas carreras— en los roles de los respectivos amantes,  la cual llevó el timonel de la película sin importar el convencionalismo del romance ni su lado cursi, generando también dos representaciones amorosas muy recordadas en tiempos recientes: cuando Noah se cuelga de una rueda de la fortuna para pedirle una cita a Allie y la apasionada escena bajo la lluvia, que es el conocido póster de la película.

Diario de una pasión (o The Notebook, como se le quiera llamar) cumple diez años de haber provocado suspiros con una fácil y convenida historia conformada por la clásica pareja que pelea mucho pero se ama con locura. Fue también el medio que incrementó la fanbase para Ryan Gosling y Rachel McAdams, incluyendo el inesperado detalle en el que Nick Cassavetes reveló recientemente que los estelares se llevaron mal en el rodaje antes de arreglar sus diferencias en el proceso, lo cual devino en una relación por unos cuantos años en la vida real. Otra ironía que permanece en el pasado y regresa de cuando en cuando, como las memorias plasmadas en papel.

Por Mariana Fernández (@mariana_ferfab)

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