Es tradición que en el Festival Internacional de Cine de Toronto (TIFF, por sus siglas en inglés) se presenten muchos de los documentales que con gran éxito pasaron por otros festivales y, aprovechando el auge que el formato parece estar tomando en los últimos años, el 2020 nos ha regalado una cosecha particularmente abundante. De su copiosa selección, tomamos tres ejemplos que cubren la representación de grupos minoritarios, el funcionamiento idóneo de la democracia liberal y un finamente observado documento de los efectos del terrorismo y el conflicto bélico en el Medio Oriente.

An Inconvenient Indian
Dir. Michelle Latimer

La documentalista canadiense Michele Latimer –aprovechando el creciente interés por revisar la historia de grupos minoritarios a partir de la forma en la que han sido representados– toma como punto de partida en An Inconvenient Indian el libro del escritor y activista Thomas King para elaborar una elocuente disertación sobre la forma en la que la representación de los grupos nativo americanos ha contribuido a un proyecto de opresión y control, que se entiende mejor a través del cómo se cuenta tanto “la Historia” como “una historia”.

El documental establece al inicio un ensamblaje de las ideas de King, una incisiva reflexión sobre el ver y escenas de la vida de comunidades nativo americanas en la actualidad, desde lo lúdico hasta lo político. An Inconvenient Indian se plantea como la antítesis del mítico documental Nanook of the North (1922), de Robert J. Flaherty, y la manera en que dicho documental optó por mostrar a la comunidad Inuit como un grupo que vivía en medio de la “civilización” aprovechando su primitiva tecnología, cuando, como se afirma en el trabajo de Latimer, dicha comunidad usaba tecnología contemporánea como cualquier otro grupo social de su tiempo, una verdad que Flaherty decidió obviar para filmar una suerte de leyenda que embonaba con la agenda colonialista.

La idea del indio es más importante que su realidad“, dice King al ser filmado por Latimer en su trayecto rumbo a un cine donde verá el mismo documental que los espectador vemos, poniendo una capa metaficcional sobre la importancia de juzgar la Historia a través de los mecanismos del presente. Una postura que el mismo King reconoce como “injusta” pero “necesaria”. An Inconvenient Indian no busca la representación más que la documentación, tanto del cotidiano como de las luchas por la soberanía –en dimensiones físicas y espirituales–, replanteando que la resistencia no se trata de entender qué es lo que quiere el indio, sino: ¿qué es lo que quieren los blancos?

City Hall
Dir. Frederick Wiseman

Los trabajos de Wiseman no pretenden hacer ningún tipo de análisis exhaustivo o algún incisivo comentario sobre el funcionamiento de las instituciones en las que se sumerge para filmar –a veces con duraciones que aspiran a ser descritas como “épicas”– , su enfoque contrarresta la idea de grandilocuencia, creando, más bien, una suerte de sinécdoque de aquello que se registra. Sea una institución mental, un zoológico, un centro comercial o una universidad pública, la cámara de Wiseman no es intrusiva ni superficial, si es que existe un ánimo autoral quizá podría hallarse en la edición.

En City Hall, el realizador documenta la operación del gobierno local de Boston, tomando como “protagonista” al alcalde Marty Walsh del otoño de 2018 hasta el invierno de 2019, mientras éste hace distintos actos de servicio comunitario y promoción política. La película cubre todos los aspectos imaginables que permiten el funcionamiento del gobierno a primer nivel, una estructura intrincada en la que el ciudadano es tan indispensable como el funcionario para justificar un presupuesto como el que recibe una ciudad con la importancia de Boston.

En tiempos en los que, como se repite hasta el hartazgo, “la democracia está en riesgo”, City Hall fácilmente podría pasar, y ser malentendido, como un acto de promoción política para cualquier político del partido demócrata, pero Wiseman no está interesado en hacer promoción política, su enfoque está en los aspectos más nobles de gobernar y que busca incesantemente transmitir: el servicio público. La brecha entre el éste y el discurso político parece cerrarse al ver algo como City Hall, cuyo tono conciliatorio y paciente bebe de la serenidad con la que Wiseman observa lo que solamente el ciudadano de Boston, perteneciente o no a una minoría étnica, puede decir si es o no una simulación.

Notturno
Dir. Gianfranco Rossi

La región que comprende la frontera entre Irak, Kurdistán, Siria y Líbano no solo ha sido dañada por el terrorismo y los permanentes conflictos civiles, sino también por la representación de su propio conflicto alrededor del mundo. Aunque hay trabajos notables que buscan contrarrestar la narrativa fatalista y desoladora que surge de Medio Oriente –como Irak: Año cero (Homeland, 2015), de Abbas Fahdel–, persiste la noción de que la vida es insostenible e inhumana en tales condiciones, sin embargo, para los habitantes de la zona, la vida continúa, como el título de la película de Abbas Kiarostami.

Sin pretender hacer un fresco cotidiano, el italiano Gianfranco Rossi –ganador del Oso de Oro gracias a Fuego en el mar (Fuoco en il mare, 2016), sobre los inmigrantes en la isla de Lampedusa; y del León de Oro con Sacro Gra (2013)–, presenta escenas cuya minuciosa composición estética es cuidadosa de no banalizar, ni explotar con fines “artísticos”, el sufrimiento ajeno. Resultado de un proceso de inmersión de dos años, cuyo fin parece haber sido encontrar las imágenes más justas y no las más bellas, Notturno resulta mucho más valioso cuando presenta la profunda cicatriz que los conflictos han dejado en las madres e infantes. Una cicatriz tan extensa como la frontera entre los cuatro países.

Notturno abre con un grupo de soldados corriendo en un campo de entrenamiento, cuando el sonido del contingente se aleja, inmediatamente entra otro y, después de ellos, otro más. El horror interminable se sobreentiende y Rossi no filma la barbarie, sino sus documentos más estremecedores: los dibujos de un grupo de niños que son atendidos en un centro comunitario. Las escenas de Notturno muestran personas que han encontrado la forma de vivir: sea montando una obra de teatro para generar una sensación de control sobre su vida, un joven que busca trabajo o, incluso, una joven pareja que se toma un momento para poder admirar un cielo estrellado mientras ráfagas de balas suenan en el fondo. El proyecto de Rossi cuestiona la forma más ética de retratar la vida de los habitantes de la conflictiva zona. Notturno es un documental bello y, suponemos, ético. ¿A qué apela su belleza? ¿Favorece al cineasta o a quienes representa?

Por JJ Negrete (@jjnegretec)

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