Nuestro reporte final del Festival Internacional de Cine de Toronto (TIFF, por sus siglas en inglés) es, quizás, el más estrafalario de todos, pero, al mismo tiempo, nos arroja a cuestiones asociadas a los roles de género, el rol del fracaso en nuestras vidas e, incluso, a vernos desde una perspectiva cósmica.

Cerramos nuestra cobertura del TIFF comentando las nuevas películas de Rosseane Liang, Thomas Vinterberg y un documental del enorme Werner Herzog.

Shadow in The Cloud
Dir. Rosseane Liang

Con una brevedad inusual para una película de mediano/grande presupuesto, la cineasta Roseanne Liang parece tomar inspiración de los métodos de trabajo de los estudios de antaño, el sci-fi estadunidense de los años 50 y un vigente mensaje sobre empoderación femenina en Shadow in The Cloud. La película es estelarizada por Chloë Grace Moretz y fue escrita por Max Landis, quien en años recientes se había visto envuelto en sonadas polémicas en Hollywood que lo mantuvieron alejado de los teclados hasta ahora.

El largometraje toma como escenario una misión aérea durante la Segunda Guerra Mundial, en la que participa la oficial Maude Garrett (Moretz), piloto auxiliar de la Fuerza Aérea. Ha sido llamada para pilotear un avión sobre territorio enemigo para transportar un cargamento altamente clasificado. “Apoyada” por el rampante machismo de un grupo de pilotos y mecánicos, Maude debe enfrentarse a un inusual (y bestial) enemigo, cuya amenaza remite a Alien: el octavo pasajero (Alien, 1979) y Pesadilla a 20,000 pies de altura, segmento de la película de La Dimensión Desconocida (The Twilight Zone: The Movie, 1983) dirigido por George Miller.

La acción se desenvuelve en su gran mayoría en una muy deteriorada cabina de aviación, en la que Moretz sostiene la tensión –tanto la provocada por las condiciones del vuelo, como por el acoso de sus colegas– con estupenda diligencia. Los elementos propios del cine de género amplifican aquellos con perspectiva de género, hallando una sincronía que se desborda en el delirante final en la playa. Éste incluye un hilarante combate mano a mano que parece tomado de Rosie the Riveter y que expande su poderío hasta los masculinos dominios de la ciencia ficción, en los que ya existía la soberana Ellen Ripley. Maude Garrett está muy lejos de quitarle la corona, pero al menos ofrece una digna batalla.

Druk
Dir. Thomas Vinterberg

La más reciente película del danés Thomas Vinterberg abre con una bella cita de Søren Kierkegaard: ¿Qué es la juventud? Un sueño. ¿Qué es el amor? El contenido del sueño. Dicha cita se cierne sobre Martin (Mads Mikkelsen), un frustrado profesor de Historia y sus amigos más cercanos. Martin celebra con este grupo de hombres su cumpleaños en un restaurante, ellos se basan en las ideas poco conocidas de Finn Skårderud, quien afirma que los humanos no nacen con el nivel adecuado de alcohol en la sangre.

Subiendo su consumo de alcohol hasta alcanzar el 0.05% en sus venas, Martin y sus amigos comienzan a experimentar los beneficios de llegar el nivel “idóneo” de alcohol en su organismo. Tomando como si fuese un tónico, estos hombres no experimentan un “segundo aire” ni un rejuvenecimiento, sino la capacidad de apreciar el punto al que han llegado en su vida. Vinterberg aborda, entre otros temas, el temor de “volverse aburrido”, así como la necesidad de mantener, no la juventud, sino la energía a través de una constante catarsis etílica.

Igualando o, quizás, superando lo alcanzado con La caza (Jagten, 2012), tanto Vinterberg como Mikkelsen hacen una mancuerna con un entendimiento muy agudo de lo que preocupa a Martin y sus amigos. El miedo al fracaso, a la irrelevancia y al sinsentido empuja al que, en algunos años, podría ser considerado su mejor trabajo, uno que se agrupa en la misma categoría que Días sin huella (The Lost Weekend, 1945), de Billy Wilder. Druk es una película eminentemente masculina porque se trata de una elegía al fracaso afectivo, profesional y físico, pero Vinterberg se revela sabio al entender que al fracaso lo que le hace falta, es celebrarlo.

Fireball: Visitors From Darker Worlds
Dir. Werner Herzog & Clive Oppenheimer

A pesar de ser un docuficción que rompió varias de las formas en la filmografía de Herzog, Family Romance LCC (2018) causó desde su estreno una serie de comentarios cuya principal queja residía en que no parecía una película de Herzog. Como respuesta, parece que el alabado ícono alemán optó por tomar la estructura que le dio sendos éxitos, como Grizzly Man (2006) o La cueva de los sueños olvidados (Cave of Forgotten Dreams, 2010), para su más reciente trabajo: Fireball: Visitors From Darker Worlds, co dirigido con el profesor británico Clive Oppenheimer, quién también lo acompaño a explorar la geografía volcánica en Into the Inferno (2013).

En un recorrido que va desde Yucatán hasta Siberia, Herzog y Oppenheimer entrevistan científicos y especialistas de diversos campos que trazan la forma en la que la presencia de los meteoritos, así como sus colosales huellas, han forjado una visión que toca disciplinas como la historia, religión, astronomía y arqueología, que en el documental encuentran una bella convergencia con la mitología y el arte, así lo atestigua el trabajo de la artista aborigen neozelandesa Katie Darkie, una de las entrevistadas.

Los meteoritos transportan el misterio de la vida misma, Herzog y Oppenheimer ponen énfasis en esa exploración. En cada entrevista y locación parece que el misterio alrededor de los meteoritos no se aclara, se vuelve más difuso pero crecientemente bello e insondable. Si el polvo es la moneda del cosmos, como se dice en el documental, tal vez nuestra desaparición haga de la Tierra un planeta más valioso.

Por JJ Negrete (@jjnegretec)

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