Nuestro último día de actividades virtuales dentro del Festival Internacional de Cine de Toronto (TIFF, por sus siglas en inglés) nos trajo el regreso de un viejo maestro británico, una película de horror que busca integrar la salud mental a sus temáticas, una historia poco conocida sobre el Holocausto con pugilismo y un fallido intento de explorar la relación entre narcos y migrantes desde una óptica extranjera.

Benediction
Dir. Terence Davies
Sección: Presentaciones Especiales

Para el cineasta británico Terence Davies cada película bien podría representar una reconciliación con el Dios católico que ejercía tremenda presión en Madonna and Child (1980), uno de sus primeros cortometrajes. De la rabia y angustia que brotaban en ese trabajo, los proyectos recientes de Davies se sumergen en mundos literarios, bucólicos y nostálgicos, en los que poetas y sus obras ofrecen un valioso bálsamo de serenidad de apariencia casi sagrada. Si en A Quiet Passion (2016) el director usaba la luz como el elemento para definir la poesía de Emily Dickinson (Cynthia Nixon), en Benediction, el tiempo toma ese lugar, más no se rige por la rigidez de la cronología sino por la ductilidad de la memoria.

Benediction se desenvuelve sobre la figura del poeta británico Siegried Sasson (Jack Lowden), quien combatió durante la Primera Guerra Mundial, fue condecorado por valentía y posteriormente se convirtió en objetor de conciencia. Partiendo de ahí, la película se decanta por los romances del poeta –incluyendo al deleznable narcisista Ivor Novello (Jeremy Irvine) y la mujer que se convertiría en su esposa (Kate Phillips)–, para finalmente llegar a la conversión del viejo poeta (Peter Capaldi) al catolicismo y buscar la reconciliación con su hijo. Davies intercala cada pasaje con un poema de Sassoon e imágenes de archivo, principalmente de soldados y batallas de la guerra, creando un fino contrapunto con la pulcritud de su puesta en escena, una dirigida por las emociones antes que las acciones. No en balde dijo Davies al presentar la película: “cada cuadro debe ser sentido”.

Las palabras de la poesía se subliman en imágenes que tienen únicamente la belleza justa y su cadencia en el ritmo de un montaje que guarda la misma sofisticación que sus personajes, quienes lo mismo acuden a un concierto de Stravinski que a elegantes fiestas que, con todo, son incapaces de rivalizar en gracia y belleza con los hombres que aparecen en la película. Las observaciones que Davies hace sobre el deseo y la belleza masculina apuntan a un sometimiento de los mismos al tiempo y su transformación en amargura, tristeza y la insuficiencia del cuerpo, sobre todo porque hacia el final del metraje resulta evidente que, a pesar de la apariencia o nobleza de los otros, Dios es el hombre más cotizado de la película.

You’re Not My Mother
Dir. Kate Dolan
Sección: Midnight Madness

Después de que The Babadook (2014) o Hereditary (2019) hicieran del terror una extensión de los horrores de la vida en la familia, muchos cineastas jóvenes han tratado de replicar el éxito de esas películas adoptando un formatos similares, aunque con resultados más derivativos que novedosos, como es el caso del debut de la cineasta irlandesa Kate Dolan: You’re Not My Mother.

Con una idea más reminiscente de Coraline (Selick, 2009) que las producciones arriba mencionadas –lo cual no es algo necesariamente malo–, el largometraje presenta a Char (Hazel Doupe), una muy introvertida adolescente convencida de que su madre (Carolyn Bracken) ha sido reemplazada por otra mujer, ya que nota cambios en su personalidad y apetito. Dolan trata de incorporar un comentario social al hablar de padecimientos mentales e integrarlo en los códigos del género de horror, pero más que asimilar, Dolan replica motivos e imágenes que atenúan el impacto de sus imágenes antes que potenciarlo. Como muchas otras, el único fenómeno sobrenatural al que remite You’re Not My Mother es al déjà vu.

The Survivor
Dir. Barry Levinson
Sección: Presentaciones de Gala

Se han visto demasiadas historias de supervivencia alrededor del Holocausto y, quizás, algunas de ellas no han sido tan difundidas porque son relativamente desconocidas o llevarlas a buen puerto, en términos no controversiales, resulta complicado. Mientras proyectos como The Day the Clown Cried, de Jerry Lewis, permanecen inéditos, otros como Saul Fia (2014) o The Survivor llegan sin reparo a las audiencias.

El nuevo trabajo del experimentado Barry Levinson –quien vio sus mejores épocas en los años 90– presenta la historia de Harry Haft (Ben Forster), un robusto hombre judío que es enviado a Auschwitz y cuya fortaleza es aprovechada por un oficial (Billy Magnussen) que le ofrece pelear brutalmente con otros prisioneros a cambio de evitar llegar a la cámara de gas. Arrastrada más por el morbo que por un interés cinematográfico o por quienes aparecen en la película, la trama de The Survivor se presta a un espectáculo potencialmente ofensivo, una suerte de Mandingo (Fleischer, 1975) con judíos en lugar de afroamericanos, que en las manos del veterano cineasta Barry Levinson todo potencial polémico es absorbido por un abrumador sentimentalismo y un academicismo que ofrece una seguridad similar a la que encuentra un boxeador en el vestidor a la película.

Drunken Birds
Dir. Ivan Grbovic
Sección: Platform

Muchos cineastas actuales usan sus películas más como una apuesta que como una forma de expresión o comunicación personal. Juegan una especie de lotería temática donde las películas se saturan de imágenes cuidadas, aun cuando son inconsecuentes y gratuitas, como si tratan de abordar la mayor cantidad de problemáticas sociales buscando entrar a un festival, luego el caluroso aplauso de la “crítica”, el baño de premios y la llegada al público ansioso por “productos de calidad”. Ésa parece ser la ruta pretendida por Drunken Birds, del cineasta serbio-canadiense Ivan Grbovic.

La película parte del conflicto al que se enfrenta Willy (Jorge Antonio Guerrero), un integrante de un cartel de narcotraficantes que se enamora de la esposa de su jefe, Marlena (Yoshira Escárreaga). Willy escapa hasta Quebec donde consigue trabajo como recolector en un campo, pero al no haber aprendido nada en México sobre no meterse con la familia del patrón, comienza a involucrarse en los problemas maritales y familiares de su superior. Grbovic se apoya principalmente en el carisma y el desempeño de Guerrero para hacer llevadera una película que se pierde en digresiones “necesarias” para justificar su compromiso social, pretendiendo así exhibir y condenar las vulnerabilidad que sufren los trabajadores migrantes, con imágenes tan asépticas y estilizadas aspirantes a cierto “realismo mágico”, aunque son más bien una torpe exotización de un fenómeno más complejo que migrantes y narcos.

Para cerrar, un listado de diez películas que hicieron valioso esta edición del TIFF a pesar de lo que los textos pasados pudieron haberles hecho creer:

  1. Tres | Dir. Juanjo Gimenez | España
  2. Aloners | Dir. Hong Sung-eun | Corea del Sur
  3. As in Heaven | Dir. Tea Lindeburg | Dinamarca
  4. Benediction | Dir. Terence Davies | Reino Unido
  5. St. Anne | Dir. Rhayne Vermette | Canadá
  6. La Hija | Dir. José Martín Cuenca | España
  7. The Mad Women’s Ball | Dir. Melanie Laurent | Francia
  8. Tre Piani | Dir. Nanni Moretti | Italia
  9. Querida Chantal | Dir. Nicolás Pereda | México
  10. earthearthearth | Dir. Daichi Sato | Canadá

Por JJ Negrete (@jjnegretec)

    Related Posts

    Vean el encantador avance de ‘Susnet Song’, de Terence Davies
    Aún faltan películas por anunciar en la Selección Oficial de Cannes, dice Fremaux
    Bill Murray protagonizará ‘Rock The Kasbah’ de Barry Levinson
    ‘Terror en la bahía’: La docuficción ambiental
    ¿Qué estrena la Cartelera?
    #Trailer ‘The Bay’: el terror se alimenta del miedo