‘Sombras tenebrosas’: Tenebrosa complacencia

Barnabas Collins (Johnny Depp) es hijo de una acaudalada familia que se dedica a la pesca. Son tan ricos que el pueblo donde viven es nombrado en su honor (Collinsport). Barnabas parece tenerlo todo y su vida se completa cuando conoce al amor de su vida, Josette (Bella Heathcote). Pero no todo es alegría en la casa de los Collins, una de las sirvientas es secretamente una bruja (Eva Green) y desea que nuestro héroe sea sólo para ella. Al ser rechazada lanza una maldición sobre los Collins, la cual convierte a Barnabas en un vampiro, además hará que el pueblo lo capture y lo encierre por un par de siglos.

De ahí la historia nos lleva hasta los años 70 del siglo XX, cuando la familia Collins se encuentra en plena decadencia. Al despertar, Barnabas deberá restaurar el orgullo perdido de su linaje y derrotar a Angelique Bouchard, quien no es otra que la bruja que lo apresó. Esa es la historia de Sombras tenebrosas (Dark Shadows, 2012), basada en una serie muy popular de los años 70 del mismo nombre.

Tim Burton regresa con su combinación de cartas más conocida, una historia “oscura” y Johnny Depp haciendo el personaje de un tipo raro que habla chistoso. Antes la combinación era percibida como una flor imperial, pero con el paso del tiempo y el uso se ha convertido en el equivalente a tener un par o jugar a tener la carta más alta, si bien nos va.

No es tampoco que Burton ya no tenga gasolina en el tanque o esté totalmente acabado, su apunte sobre la apariencia femenina de algunos rockeros “pesados” o sobre lo diabólico de McDonald’s parecen sacados de su sátira extraterrestre Mars Attacks! El problema es la complacencia que se respira en el aire.

Es como si el director se conformara con que las cosas se vean raras, no que necesariamente lo sean, lo cual se ha transformado en una constante en su cine a últimas fechas. Desde su remake de El Planeta de los Simios (The Planet Of The Apes, 2001) hasta Dark Shadows el problema es el mismo: mucho adorno poco trasfondo. De ese periodo podríamos exceptuar El cadáver de la novia (The Corpse Bride, 2005) y El Gran Pez (Big Fish, 2003), dos cintas bastante cumplidoras.

Johnny Depp ha llevado el estilo de actuación que nació con Burton a otros frentes de manera exitosa, mientras tanto el cineasta parece haber encontrado el tope en su relación con el actor. Éste puede ser uno de esos extraños casos en que un matrimonio parece estable, exitoso, las cosas parecen ir bien, pero los amigos de la pareja, los familiares notan que esa chispa que antes alumbraba ahora se ha ido. Sí, claro, las cosas podrían seguir igual, sin embargo todos saben que buscar nuevos horizontes no es una idea tan descabellada, inclusive beneficiosa.

Desconozco la fuente original en que la cinta se basa, no obstante en la versión burtoniana de Sombras Tenebrosas es un catálogo de personajes desperdiciados. Tomemos por ejemplo a Carolyn Stoddard, el papel de Chloë Grace Moretz, cuyo giro hacía el final de la historia se siente forzado y por lo tanto desaprovechado en beneficio de la trama. Ni el tan cacareado reencuentro entre Burton y Michelle Pfeiffer funciona como gasolina para que este Chevy pase de primera velocidad. Y del cameo de Christopher Lee, mejor no hablemos.

En una de sus largas conversaciones con François Truffaut, Alfred Hitchcock dijo que cuando un director siente que ha perdido la brújula, lo mejor que puede hacer es refugiarse en aquello que hace a la perfección y así volverá a encontrar el camino. Quizá a Tim Burton lo que le falta es perderse un poco.

Por Rafael Paz (@pazespa)

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