RMFF | ‘Gerontophilia’: Amor en tiempos de arrugas

Give them hope and give them comfort ‘cos they’re running out of time.
Pulp, Help The Aged

Bruce LaBruce es un provocador nato. Basta recordar su Otto, el zombie (Otto; or, Up with Dead People, 2008), con su “sensible” protagonista, su crisis de identidad y las constantes –y gráficas– orgías en las que se veía envuelto. Por eso, el puro título de su nuevo trabajo, Gerontophilia (2013), daba para pensar en un polémico alegato sexual, una arrebatada diatriba sobre la belleza o, de menos, una punzante crítica a la sociedad, que provocarían ausentismo en las butacas.

Lake (Pier-Gabriel Lajoie) parece ser un joven como todos. Tiene una novia y se besuquea con ella, cuida a su madre y hace todos sus deberes. Es, como le dice su pareja, un santo. Sin embargo, Lake guarda un secreto: el contacto con hombres ancianos lo excita sexualmente. Es un deseo irrefrenable, imposible de controlar o apaciguar. Un nuevo trabajo en un asilo lo pondrá justo en su punto; más, cuando sucumba a los encantos del carismático Sr. Peabody (Walter Borden).

El verdadero mérito de LaBruce es hacer de un tema escabroso algo tan natural. El amor de Lake hacia el Sr. Peabody nunca se siente fuera de lugar; al contrario, se antoja lógico dentro de su universo. Al dejar de lado su desparpajado estilo subversivo, el director logra ser aun más transgresor al ir contra lo “esperado”. Es una curva con efecto para el público; los desarma/suaviza con una sonrisa y un chiste. Además, logra momentos verdaderamente dulces gracias a la química entre Borden y Lajoie, muy a pesar de la diferencia de edades.

El amor en Gerontophilia nace del ímpetu sexual. Primero es una etapa casi animal que, después, da paso a un verdadero enamoramiento. Lake suspira por los huesitos del objeto de sus deseos; posteriormente arderá en cólera porque algún otro osó sentarse o cruzar palabra con su cabecita de algodón. Es el mismo sendero de cualquier flechazo adolescente.

Como dice la novia de Lake, los sentimientos que éste desarrolla son casi revolucionarios porque rompen con el paradigma de la sociedad, que espera ver adolescentes cortejando señoritas o gente de su edad. De igual manera para los ancianos, quienes parecen dejar de importar en la comunidad cuando las canas ganan la batalla y sólo tienen como camino la soledad, se convierten en lo más importante para este muchacho.

Es como dice la canción de Pulp en los créditos finales: todos vamos a terminar así. ¿Quién no quisiera una última flama de pasión? Un momento de amor puro para despedirse de este pedazo de infierno. No es una atracción condenable, sino deseable.

Por Rafael Paz (@pazespa)

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