‘Rebelde Sin Causa’: James Dean, figura paternal

Nicholas Ray nos introduce al legendario personaje de James Dean, Jim Stark (o Jimbo, como lo llama su padre), dentro de la división juvenil de una estación de policías, después de una noche de borrachera. Jim es alguien bastante familiar para nosotros, tal vez porque hemos visto la influencia de Dean llegar hasta los actores contemporáneos (James Franco, buen ejemplo), o porque es el clásico enfant terrible, molesto para los adultos que lo rodean y también más inteligente que ellos. Rebelde sin causa (Rebel Without a Cause, Ray, 1955) luce en el papel como la historia del joven problemático que en algún punto aprenderá la lección y enderezará su camino. Sin embargo, el estudiante que Nick Ray presenta no requiere de nadie para entender algo.

SI bien la trama de Rebelde sin causa nos sitúa en el (siempre extraño) primer día de clases de un estudiante, las acciones importantes suceden lejos de una escuela, empezando con la ya mencionada secuencia dentro de la estación de policías. Aún así, se crean situaciones similares a las que tendríamos dentro de un ambiente escolar. Estamos lidiando con adolescentes a quienes sus padres todavía procuran (o al menos eso pretenden hacer), por lo que la estación es prácticamente la dirección de una escuela, donde los padres escuchan quejas de conducta y se pretende dar lecciones de vida valiosas (o simplemente restar importancia a los problemas). Ray deja en claro su habilidad para contar historias y desde la secuencia inicial conocemos a todos los personajes centrales, sus problemas y actitudes.

Además de Jim, tenemos a Plato (Sal Mineo) y a Judy (Natalie Wood). Plato y Judy asisten a la misma escuela y también tuvieron problemas con la ley el día de la borrachera de Jim, por lo que siempre nos imaginamos que se creará una relación estrecha entre ellos. Y de la misma forma se nota rápidamente la importancia que para Ray tiene el rol de los padres. Los cosas podrían lucir simples y tal vez así lo sean: las actitudes de Jim, Plato y Judy son producto de vivir en casas problemáticas, donde se hace patente la ausencia de los padres (tanto literal, con Plato, como figurativamente, con Judy), o la irritante complacencia/indiferencia (con el papá de Jim). Con esta simpleza se crean relaciones de todo tipo, que me imagino han sido estudiadas en numerosas ocasiones.

Al principio, Rebelde sin causa logra hacernos creer que todo sucederá en una escuela. Jim es el nuevo de la ciudad, su familia se acaba de mudar y al ingresar a la escuela local se topa con los típicos jóvenes “malosos”. Plato, por el otro lado, funge como el pequeño inseguro que encuentra en Jim al padre protector que jamás tuvo. En la actualidad ya hemos visto infinidad de veces esta premisa, pero no olvidemos que estamos ante the man, the myth: James Dean.

Ver Rebelde sin causa por primera vez (confieso que no la había visto antes) es prácticamente estar alerta de todo lo que hace Dean. A pesar de su introducción, donde borracho imita el sonido de las sirenas (haciéndonos reír), Jim se muestra como alguien centrado, seguro, que entiende perfectamente sus acciones. Es casi como si aceptara una misión, un camino a seguir, aunque esto conlleve a poner en riesgo su vida. Se mencionan palabras como honestidad y honor, algo que nos lleva a pensar en la filosofía de los samurai, por ejemplo, aunque todo se sitúe en el Estados Unidos de los 50:  chamarras de cuero (y la roja clásica de Dean), fascinación por los carros, amor juvenil, etc.

Dos de las secuencias más memorables tienen que ver con Dean enfrentando a los bullies de la vieja escuela. La primera deja en claro por qué Jim se convierte en el nuevo ídolo/figura paternal de Plato. Es aquí donde logramos descifrar a este personaje: Jim nunca va a actuar para dañar a otros. Así que los reflectores se voltean, como ya dije, a los padres, los verdaderos antagonistas de la película. La segunda secuencia es la muestra definitiva del peligro que supone un encuentro entre el rebelde sin causa y los bullies. Llama mucho la atención una breve escena que es lo único anticuado de la cinta: un detalle técnico curioso y divertido cuando Jim salta de un carro en movimiento. Aunque llama aún más la atención lo que Ray hace con su protagonista: lo obliga a enfrentar sus acciones pero de una forma muy natural.

Existe una gran ironía que dicta el objetivo central del director/escritor. Los estudiantes del filme (Jim, Plato y Judy) se ven involucrados en un clímax lleno de tensión y en una conclusión agridulce, pero no sin antes encontrar algo de paz. Judy, por ejemplo, escondía su infelicidad (producto de un padre violento) bajo el disfraz de chica ruda, e incluso parte como la novia del bully principal. Tanto Judy como Plato encuentran en Jim alguien en quien creer y confiar, y en conjunto todos logran sentir la calidez de una familia unida. La ironía parte de esto: el estudiante problemático (Jim) se convierte en el maestro, en la figura paterna. Incluso termina educando a su propio padre, ayudándolo a ser menos indiferente ante las situaciones complicadas de la vida.

Ray nos ofrece con Rebelde sin causa un drama con alma, que destaca por Dean y por sus temas que nunca serán anticuados.

Por Eric Ortiz (@ElMachoBionico)

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