‘Rápidos y furiosos 6’: Una inyección de testosterona

Durante la promoción de En trance (Trance, 2013), Danny Boyle afirmó que el cine como lo conocemos vive en peligro gracias a Star Wars y la pixarización de la mayoría de las cintas que se estrenan hoy día por parte de Hollywood. Añadió “[sobre La Guerra de las Galaxias] son grandes películas, especialmente las primeras tres…. Pixar hace grandes películas –no me malinterpretes, son unos narradores sofisticados–. Pero son familiarmente amigables, y ése es el peligro, si pones Star Wars y esas grandes películas de acción juntas. Tienen violencia en ellas pero no es una violencia que lastime…”

En esa plática Boyle explicó como la televisión se ha apropiado de los modelos más arriesgados que el cine ha dejado a un lado en busca de alcanzar mayores audiencias. Drogas, sexo, violencia gráfica, desnudos, son cosa de todos los días en la Tv. Podríamos decir que el séptimo arte, al menos en Hollywood, se ha infantilizado y Rápidos y furiosos 6 (Fast & Furious 6, 2013) es una muestra de ello.

La sexta entrega de la saga de Dom Toretto (Vin Diesel) y su familia retoma la acción unos meses después de los hechos ocurridos en Fast Five (2011). Brian (Paul Walker) y Mia (Jordana Brewster) dan a luz a un niño incrementando la felicidad del clan, pero no pueden olvidar que no están en casa. Son unos parias.

La situación cambiará cuando el agente todoterreno Hobbs (Dwayne Johnson) les ofrezca una oferta que no podrán rechazar: si la pandilla coopera con las autoridades en la captura de una banda de motorizados y sofisticados ladrones, él les garantiza que son libres para volver a su país. Además, le hace saber que Letty (Michelle Rodriguez) no murió sino que se encuentra trabajando con las personas que deben capturar. O sea, wow, qué loco, como lo predijo esa escena post-creditos de Fast Five.

Por lo tanto, la manada Toretto emprende el camino a Londres para comenzar la cacería. Fanáticos del reggaeton y de las flamas al costado de los automóviles, malas noticias, ni Don Omar o Tego Calderon regresan para fungir como la descarga cómica del guión.

Fast Five vendría a ser el Ocean’s Eleven de la franquicia, la sexta parte bien podría ser comparada a una versión con más testosterona de The A-Team: donde hacer planes es el último recurso si tienes un auto que vaya de 0 a 120 en 5 segundos cargado con nitro. ¿Leyes de la física? ¿Qué es eso? ¿No vieron a Vin Diesel salir disparado de un automóvil y salir ileso? Fuck Yeah! ¿Viste cómo ese tanque aplasta coches? ¡Osom! ¿Quién necesita desarrollo de personajes cuándo hay un coche de Fórmula 1 volteando patrullas?

El lema del director Justin Lin y su equipo parece ser que si se ve espectacular y se siente emocionante, lo demás es prescindible.

En un texto para Forbes, Dorothy Pomerantz apunta algunas claves que a su entender Hollywood debería aplicar a otras franquicias en busca de replicar el éxito de la franquicia de Rápido y Furioso, como: usar repartos multiétnicos –como si fuera la tripulación del Enterprise y así penetrar todo tipo de mercados–, mantener el universo y la historia ligeras –banalizar el asunto, pues–, no renunciar necesariamente a una franquicia cuando parece zozobrar –en referencia al fracaso taquillero que fue The Fast and the Furious: Tokyo Drift (2006), a mi parecer la mejor de la serie gracias a su desparpajado sentido del ridículo–.

En pocas palabras, según Pomerantz todo debe ser más sencillo y uniforme a riesgo de que el público se atragante si le pones chicharos a la sopa. Eso es lo que ha conducido al cine a copiar formatos televisivos: como el serial. Sí, ya sé que primero se hacía en cine y después pasó a la pasteurizada pantalla chica, pero ahora lo están retomando los grandes estudios.

Parte del éxito de la franquicia se debe a que el estudio decidió darle un tratamiento de serie televisiva. De una sobreproducida serie de televisión despojada de cualquier peligro como apunta Boyle.

Los espectadores saben que nadie de los personajes del núcleo va a morir, así que se podrían tirar de la torre Eiffel y seguro caerían sanos y salvos en el asiento de un Gran Torino. Si algún personaje secundario tiene cierta popularidad se le dan unos capítulos más, sino seguramente perecerá. Tenemos cameos –como el de Gina Carano, Sonny Chiba en la 3–, programas especiales desde tierras exóticas (Tokio, Río de Janeiro) y personajes que se desarrollan a la velocidad de un caracol.

No es de sorprender que hace un par de años Drive: el escape (Drive, 2011) de Nicolas Winding Refn haya causado tal impacto en la crítica. Es una historia sobre un hombre envuelto en el mundo de la velocidad y el crimen, que sufre verdaderas consecuencias por sus actos, valora a su familia y donde la violencia estilizada permea su vida.

La diferencia entre Fast & Furious y Drive es la manera en que sus encargados deciden tratar a su público. Refn los respeta y entrega una película madura –adulta–, en Rápido y furioso es elemental seguir entregando testosterona en el mayor rango de edad posible para que sigan pagando su entrada al cine. Nada más importa.

¿Cuántas formas existen de filmar una palanca de velocidades?

Por Rafael Paz (@pazespa)

    Related Posts

    Los Cabos | Día 3: Cuéntame una de viudas y rateros
    ‘Guardianes de la Galaxia Vol. 2’: Marvel lo hace de nuevo
    ‘Rápidos y furiosos 8’: El tuneo intenso
    Alista el bronceador: tráiler de ‘Guardianes de la Bahía’
    Traición, familia y acción: tráiler de ‘Rápidos y furiosos 8’
    Primer avance de ‘Guardianes de la Galaxia Vol. 2’

    Leave a Reply