‘Parker’: El muchacho chicho de la película gacha

Mi padre tiene una frase para definir aquellos protagonistas que son lo suficientemente dotados físicamente o inteligentes o suertudos u ostentan alguna combinación de las características anteriores y son capaces de superar cualquier prueba por difícil que parezca; esas producciones donde es predecible que habrá algunos escollos pero al final logrará sus objetivos sin sufrir lesiones de manera permanente, él les llama: “el muchacho chicho de la película gacha”. Ése es el papel que desempeña Jason Statham en Parker (2013).

Parece ser un día normal en la feria del pueblo, los ancianos bailan, los niños disfrutan de los juegos mecánicos y los adultos llenan el estómago con hot dogs y costillas a la bbq. Es un día de sana diversión, pero no todo es normalidad: un sacerdote camina de manera sospechosa entre la gente, rápidamente deducimos que se trae algo entre manos. Además, es Jason Statham ataviado como cura. Obvio se trae algo entre manos.

No nos equivocamos, en unos segundos Statham y un grupo de delincuentes vacían la caja fuerte del lugar y huyen con el botín. Pronto nos enteramos que nuestro protagonista es la mente maestra detrás del atraco y que sus compañeros deciden que el dinero ganado será invertido en otra operación fraudulenta. Cuando Parker –así se llama el personaje de Statham— les aclara que él sólo quiere su dinero y largarse, ellos tratan de eliminarlo, asumen que está muerto y lo dejan en la carretera. No se preocupen, no murió y se levantará para buscar venganza.

Basada en una serie de novelas escritas por Richard Stark –seudónimo del autor Donald E. Westlake–, Parker es una clásica cinta sobre revancha con Jason Statham –-estoico en todo momento– en el papel principal. Es curioso como el actor de origen inglés ha logrado establecer un personaje a lo largo de su carrera, aquellos que hayan visto la serie de El Transportador (2002, 2005 y 2008), Los Indestructibles (2010 y 2012), o Crank (2006 y 2009) saben exactamente cómo luce y se comporta una película de Jason Statham. Hoy día quizá sólo Liam Neeson haya logrado algo similar.

Teniendo eso en cuenta, podemos decir que ni el director Taylor Hackford o el guionista John J. McLaughlin intentan escapar de lo genérico. Statham luce como Parker pero no hay sustento que proyecte su actuación, a pesar de tener a Michael Chiklis como antagonista.  No hay tensión porque, de antemano, sabemos cómo resultarán las cosas. Incluso se anticipa que, en algún momento de la trama, Jennifer López aparecerá a cuadro con poca ropa para lucir sus curvas.

Parker es un antihéroe similar, en esencia, al Hombre sin nombre interpretado por Clint Eastwood para Sergio Leone –a su vez inspirado en el Sanjuro de Mifune para Kurosawa–. En el fondo se trata de un hombre bueno que delinque por la simple necesidad o porque lo hace de manera excelente. Es su trabajo, no un vicio o una manera de dañar a las demás personas. Como dice Parker: “todos en la vida roban” unos lo admiten, otros no.

Como lo demostraron The Raid: Redemption (2011) y Dredd (2012), no es necesario que el cine de acción se transforme radicalmente, para revitalizarlo sólo hay que atreverse a romper algunas convenciones.

Por Rafael Paz (@pazespa)
Publicado en Esto no es una reseña de El Financiero.

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