‘En la mira’: Un error de tiro

Después de íconos de acción de antaño como Sylvester Stallone, Bruce Willis y Arnold Schwarzenegger, los filmes del género han tenido un nuevo legado a través de los rostros de Jason Statham y Liam Neeson, quien desde su sonada Búsqueda implacable (Taken, 2008) se ha dado a la tarea de garantizar entretenimiento aderezados de balas, golpes, persecuciones a alta velocidad, chicas lindas, asesinatos y misterios por resolver.

Incluso Keanu Reeves tuvo su propio intento, uno muy decoroso, con Otro día para matar (John Wick, 2014), garantizando la posibilidad de proseguir con una posible franquicia. El turno le llegó a Sean Penn con En la mira (The Gunman, 2015), intentando zafarse de la línea al otorgar un contexto político-social a su propia odisea sumergida en el thriller y la violencia. Por encargo, Jim (Sean Penn), un experto francotirador, asesina al Ministro de Economía del Congo, obligándolo a esconderse por varios años. Carcomido por sus culpas, regresa al país para trabajar en obras de apoyo social, lugar en el que tras ser víctima de un atentado, se dará a la tarea de averiguar quiénes desean eliminarlo.

Basándose en una novela del francés Jean-Patrick Machette, Pierre Morel, el realizador que tuvo bajo su brazo la primera entrega de la trilogía de Taken regresa con el género que lo colocó en la mira. El thriller de Don MacPherson, Pete Travis y el propio Penn, pretende exhibir la influencia de conglomeradas empresas en la búsqueda de extracción de valiosos recursos naturales en territorios pobres, además de ejercer sus intereses al propiciar operaciones militares que eliminen a todo aquel que estorbe en su red de enriquecimiento.

Jim es un soldado, uno de los peones que terminan por cumplir su arriesgado trabajo, abandonando también por su novia, Annie (Jasmine Trinca), su contraparte como una enfermera de ONG, buscando enmendar sus errores del pasado y lidiando de paso con una enfermedad neurológica que trastornará poco a poco su vitalidad y revivirá los recuerdos de aquel incómodo día.

Morel, a pesar de contar con ambición en cuanto a su interés por la exploración del sometimiento al más débil en el aspecto económico, roza de manera muy superficial la carga política que implica la premisa, agregando un hilo de incongruencias en su oscuro argumento, con un intento de denuncia que nunca logra despegar ni resultar creíble por completo. Y a diferencia de sus frenéticas secuencias de acción en anteriores trabajos como París en la mira (From Paris with Love, 2010), las dosis quedan reducidas a escasos momentos carentes de chispa que son incapaces de crear atención absoluta, a pesar de contar con atractivos escenarios como Londres y Barcelona.

Los personajes, dividiéndose entre los buenos que luchan por las causas nobles y aquellos que persisten en su propio enriquecimiento económico, caen de manera irremediable en el cliché del género: el hombre que busca redención, la chica que es el objeto de su afecto, el malhablado aliado (Ray Winstone) y los villanos que nunca definen sus personalidades más allá de sus acciones (Javier Bardem y Mark Rylance).

Sumado a ello, el Jim de Sean Penn (haciendo lo que puede en rescatar la trama) presume a manera constante sus pectorales sin un motivo congruente y se aleja en el cometido de crear empatía en su lucha, entreviéndose un estelar apagado que toma demasiado en serio su rol, y Javier Bardem, a diferencia de otros malos malísimos en su filmografía, como Silva en Operación Skyfall (2012), no logra desplegar la malignidad necesaria como uno de los hombres que buscará eliminar a quien le genere problemas. Idris Elba queda muy desaprovechado como un potencial aliado de Jim.

Esforzada, pero simple y soporífera, The Gunman se restringe en utilizar su artillería pesada para ofrecer un buen espectáculo de dilemas, traiciones, persecuciones y vueltas de tuerca. Sean Penn tendrá que esperar un mejor proyecto de acción si desea imitar los pasos de Liam Neeson.

Por Mariana Fernández (@mariana_ferfab)

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