No quiero dormir sola es la ópera prima de la joven directora Natalia Beristáin, que retrata el encuentro de dos mujeres, abuela y nieta, inundadas en la soledad de sus vidas. La película se estrenará el viernes 5 de julio en México con 18 mil copias y contará con una distribución de video bajo demanda (VOD) a través de la plataforma online Cinépolis Klic.
En la conferencia de prensa organizada por Canana, Natalia Beristáin explicó que la historia de No quiero dormir sola está basada en una experiencia personal de la relación entre la directora y su abuela Dolores Beristáin en su última etapa de vida, pero que se trata de una historia ficcionada.
En el mimso evento, el actor Arturo Beristáin, padre de la cineasta y quien tiene una pequeña participación en el filme, dijo sentirse “muy orgulloso del trabajo de Natalia, aunque no soy el más objetivo porque es mi hija, pero me parece un trabajo muy honesto, muy universal”.
Ya en privado, durante la entrevista que concedió a Butaca Ancha la realizadora nos habla de No quiero estar sola, película ganadora de la categoría Mejor película en el pasado Festival Internacional de Cine de Morelia (FICM).
Butaca Ancha (BA): Mencionaste anteriormente que No quiero dormir sola es una experiencia personal ficcionada. Independientemente de esa experiencia, ¿por qué te parece importante contar esta historia?
Natalia Beristáin (NM): Porque me parece que es un retrato de dos generaciones distintas, dos generaciones que aparentemente no tienen nada en común y, de pronto, si indagamos un poquito resulta que la soledad pega igual a los 30 que a los 80. Me resulta importante porque es una historia que está absolutamente basada en los personajes, en sus emociones y sus sentimientos más que contar una historia súper elaborada. Creo que en el momento en que cuentas desde algo tan particular como tú mismo es mucho más fácil conectar con la gente y que se vuelva múltiple, haya múltiples lecturas sobre un mismo tema.
BA: ¿Por qué decidiste hacer un drama para tu opera prima?
NM: Porque el trasfondo de la historia conlleva una dureza que de otra manera habría sido difícil retratar. Si nos ponemos estrictos, el género estaría más por el melodrama, que es un poco como creo que es la vida: agridulce, con momentos profundamente dolorosos, pero también con momentos profundamente brillantes y de eso me interesaba hablar.
BA: Al momento de escribir y construir tus personajes, ¿cuál fue la parte más retadora?
NM: Creo que lo complicado era que estábamos contando la historia de dos personajes en donde la trama era muy sencilla y que justamente el peligro era aburrir porque la línea narrativa es muy chiquita. De lo que va es de una abuela y una nieta, y de lo que pasa, lo que les importa y lo que cambian, pero eso de pronto puede haber una delgada línea en donde a la gente no le importe tanto porque estamos acostumbrados a un cine mucho más movido, vertiginoso, con vueltas de tuercas y este es otro tipo de cine como más atmosférico, ése era para mi el grado de complicación más grande.
BA: Para ti Mariana (Gajá), ¿cuál fue la parte más retadora?
Mariana Gajá (MG): Encontrar el cambio paulatino y sutil en Amanda. En el cine no se filma como va la trayectoria de la película, de principio a fin, eso estaría padre, creo que es el sueño de los actores. El cambio de Amanda, que era algo que Natalia me decía mucho, es muy pequeñito, casi ni se nota, o sea, de como empieza a como termina no es grande, pero sí hay un cambio significativo en ella, profundo, pero no es tan evidente, es más bien interno. Entonces, encontrar que poco a poco vaya sucediendo ese cambio era difícil. Sí me tuve que hacer como un mapa en mi guión, me acuerdo que tenía colores, de que cada escena tenía un color para que viera yo en que estado de ánimo y en que momento del personaje tenía que estar para la escena que se fuera a firmar. Pero fue un trabajo delicioso también por eso, como un reto, pero también muy rico el experimentarlo y poderlo hacer.
BA: Natalia, ¿qué elementos del filme consideras que hacen trascender la anécdota y hacer de éste un largometraje con un mensaje más universal que busque conectar con audiencias de todas las edades?
NB: Creo que justamente contar una historia sencilla, que no simple, eso permite que te enfoques en lo que les está pasando a los personajes, que era lo que me importaba. En el momento en el que nos enfocamos y nos dedicamos a contar quienes son estas dos mujeres, lo que pasan, y como se reconocen a través de los ojos de la otra, pues creo que algo hicimos bien en eso que nos habíamos propuesto, porque al final gente en Australia, en Corea, en Brasil, en México, de distintas edades, géneros, llegan y nos dicen: a mí me está pasando eso con mi abuela o mi madre está viviendo algo parecido. En fin, creo que al final nos salió bien.
BA: Comentabas que decidiste hacer especial énfasis en tus personajes, ¿alguno de los personajes se construyó basado en las generaciones actuales, más posmodernas?
NB: Fue algo que escribimos juntas casi desde el primer borrador del guión. Mariana Gajá lo ha dicho varias veces y cada vez que lo dice me resuena: Amanda es una mezcla de mí y de Mariana y de lo que la coguionista, Gabriela Vidal, puso en el papel para el personaje, pero también son nuestras amigas y nuestras colaboradoras en el trabajo y usted, ¿sabes? Era un poco retratar esta generación en donde pues… creo que nos da miedo miedo relacionarnos con profundidad; conocemos a muchísima gente, tenemos no sé cuantos miles de amigos en Facebook, pero entablar una relación cercana no, y creo que es algo que caracteriza a nuestra generación y Amanda es un retrato de eso.
BA: ¿Cómo fue para ti enfrentarte con la industria cinematográfica, pasar de ser una estudiante del CCC a convertirte en una directora al mando de un proyecto frente a la industria?
NB: De entrada podría decir que la realidad acota. Pasar de una escuela increíble como el CCC, que te da material, equipo de edición, equipo de filmación, dinero, te da todo, de pronto sales y te encuentras con la realidad y es así como de… ¿qué onda?, nadie me quiere dar nada para hacer mi película, ¿por? Entonces digamos que una vez pasado ese trago de que así es en vida real, pues me topé con que efectivamente nadie estaba interesado en apoyar un proyecto chiquito, de dos actrices, con una directora que nadie conoce, pero justamente porque era una proyecto así, donde además ya estaban Adriana Roel y mariana Gajá trepadas en el barco y el resto del crew también, pues fue para mi como decir ¡Esto lo vamos a hacer porque lo vamos a hacer! Y se trata de una peli muy chiquita que podemos filmar con cierta cantidad de dinero y el apoyo de todo mundo y más bien fue la decisión de hacerla porque quería, porque necesitaba. A partir de eso todo fue cuesta abajo, o sea, una vez que logramos hacer la película inmediatamente después que terminamos de filmar nos dieron el apoyo para producción de Foprocine y pues han sido como puras buena noticias, una tras otra, y ahora estrenar es como la mega cereza del pastel.
BA: ¿Qué expectativas tienes de tu filme en México?
NB: Siempre es un volado. Tuvimos que sortear muchísimos obstáculos para llegar a la sala y una vez estando ahí, pues que permanezca el filme. Hay muchísimas razones por las que creo que el cine mexicano sufre en su exhibición, pero mi gran expectativa es que para la gente que logre ver la película sea un trabajo que le importe y que le guste y que decida compartir con los suyos.
BA: ¿Qué experiencia te dejó el filme en términos de aprendizaje ?
NB: Me da una gran seguridad y una gran certeza de que esto es a lo que le quiero apostar el resto de mis días.
BA: ¿Dudabas si era el cine lo que querías hacer?
NB: Quizá no tanto si era el cine, sino, si yo tenía las herramientas para afrontar todo lo que trae hacer una película, porque no es cosa fácil. Se necesita mucha paciencia, muchísimo cariño y de pronto pensar que le vas a dedicar los próximo cuatro años de tu vida a un proyecto se dice fácil, pero hay que tener muchísimas ganas y ese es el gran aprendizaje de No quiero dormir sola.
BA: En una entrevista que realizaste en la Semana de la Crítica en Venecia comentaste que estabas trabajando en un proyecto con Hugo Alfredo Hinojosa, ¿nos puedes hablar de este proyecto?
NB: No les digo mucho porque no quiero que se sale. Yo conocí a Hugo Alfredo -que es un gran dramaturgo joven de Tijuana- el año pasado trabajando en un montaje que él escribió donde yo estaba asistiendo dirección a Daniel Gimenez Cacho. Trabajamos muy de cerca y me enamoré de su manera de trabajar. Nos hicimos buenos amigos pronto y ahora estamos trabajando juntos este proyecto cuyo gran salto es que de entrada ya no es algo biográfico aunque sí personal. Es un tema que me importa muchísimo y el protagonista es un hombre.
BA: Mariana Gajá, ¿tienes algún proyecto en puerta?
MG: Yo estoy de planta en la Compañía Nacional de Teatro pero voy a participar en la película de Cantinflas. Haré un personaje pequeñito. Pero lo que venga es bueno. Yo estoy muy contenta de hacer televisión, teatro o cine: actuar es mi vida.
Sinopsis: Durante el día, Amanda es una mujer sin problemas, su vida transcurre con normalidad, pero por las noches algo le pasa: no puede dormir si no está acompañada. Así, Amanda llena sus horas nocturnas de amantes que le ayudan a conciliar el sueño. La situación se complica para ella cuando debe hacerse cargo de su abuela, Dolores, una actriz retirada y alcohólica que pasa los días recordando sus viejas glorias y con quien no tiene la mejor de las relaciones.
Hija y nieta de actores de teatro, Natalia Beristáin encontró en esta historia la mejor manera de indagar en sus obsesiones personales.
Por Alejandra Arteaga (@Adelesnails)
Fotografías de Heber Canett