El mundo interno se mueve de manera enigmática y extraña. Quedan siempre confusos los medios a través de los cuales una persona llega a desesperarse, alienarse e incluso a perpetuar el odio hacia seres íntimos y “cercanos” a nosotros. No existe un modo certero de aproximarse a la complejidad de la psique humana y en el cine es tarea aun más complicada dentro de los cánones tradicionales narrativos que dominan el panorama cinematográfico. En su cinta Medeas, el director de origen italiano Andrea Pallaoro explora con intenso desapego abstracto los huecos existentes en una familia rural, huecos que se extienden lentamente hasta colisionar en una frágil destrucción.
Ennis, un granjero de rígido semblante y estricta disciplina familiar, intenta mantener el control de su familia y su ambiente, a medida que su esposa Cristina (la actriz colombiana Catalina Sandino Moreno de Maria Full of Grace, 2004) se encierra en sus propios y palpables demonios internos, desconectándose de su esposo y de sus cinco hijos, en un acto de cruel egoísmo y contenciosa violencia. El título parece confrontar el mito de Medea, arquetipo de la bruja o hechicera que en la tragedia de Eurípides, de exaltación marcadamente feminista, en el que Medea asesina a sus hijos para evitar que alguien más cruel lo haga, en venganza por el asesinato de Glauce, la hija del rey Creonte de Corintio y prometida de Jasón, amante de Medea.
Teniendo un referente cultural de enorme importancia y trascendencia, Palloro retoma la esencia de la tragedia en una figura materna que se destruye a sí misma en terrible silencio, al tiempo que deshace el núcleo familiar, mientras que Ennis, su esposo, busca desesperadamente sostener su dominio en el ya descompuesto sistema familiar. Sandino Moreno, que ya también logró un sólido papel en el drama a la Polanski del chileno Sebastián Silva Magic magic (2013), recurre a su expresivo y frágil rostro para lesionar y fracturar la palpable tensión existente en la atmósfera creada por Palloro.
De carácter rigurosamente observacional, Medeas presenta una familia de figuras arquetípicas que pudimos apreciar en El árbol de la vida (The Tree of Life, 2011), de Terrence Malick, tomando gran inspiración de su estilo para retratar el gótico americano, que en algunos cuadros recuerda al pintor Grant Wood en su composición e iluminación. Pero Medeas también pinta una familia multicultural, en la que hierven no sólo las tensiones y conflictos de la diada parental, sino que los cinco hijos también ven plasmadas en mayor o menor medida sus ansiedades más profundas, haciendo evidente la vulnerabilidad del armazón familiar, la base social, en un peligroso coctel de neurosis, obsesiones y los ya mencionados huecos que abren el espacio para la esquizofrenia, psicopatología clásica que suele surgir de comunicación ambivalente en el espacio familiar.
Medeas evita tomar la ruta del cine tremendista aunque representa una genealogía cruel, un panorama de tensión sexual familiar y retazos de incesto subrepticio, que por momentos parece perder la orientación dentro de sus “no-reglas” narrativas. Su abstracto esquema hace que a veces la contundencia del mensaje se vea diluida, aunque el manejo total del lenguaje cinematográfico que comprende Palloro intenta lograr un equilibrio. El filme lleva la vida familiar a una erosión casi natural, dejando detrás un espacio que parece un lugar de guerra, en el que la patología ha hecho sus estragos desenvolviéndose como peligrosa flora en su hábitat natural.
Por JJ Negrete (@jjnegretec)
Ésta es una reedición de nuestra cobertura del FICM.