MUBI Presenta: ‘Buscando a Eric’ de Ken Loach

Y yo me quedo con esa melancolía
irremediable que todos sentimos
después del amor y al fin del partido.

Galeano

La temporada 2008-09 para el Barcelona fue una de las más gloriosas en la historia del club y del fútbol español. Tres de los titulares fundamentales en el cuadro de Guardiola eran latinoamericanos, al menos de nacimiento. Aquél año ganaron La Liga, La Copa del Rey y la Liga de Campeones de la UEFA, misma que disputaron contra el Manchester United. El marcador final 2-0. El Man-U, uno de los equipos con más seguidores en Inglaterra y con mayor historia, fue el último club en el que jugó Eric Cantona, francés que tenía la frialdad en sus piernas y el temperamento en el estómago. Emblema del club, el rey, el salvador, Jesucristo, sus goles elegantes eran una bestia con smoking.

Buscando a Eric (Ken Loach, 2009, Premio del Jurado Ecuménico en el Festival de Cannes de 2009) es la película de un cartero deprimido que encuentra su alter ego en Cantona (interpretado por sí mismo), con quien tiene diálogos-espejo que sirven como detonadores para salir de su vida que cree carece de sentido. Eric Bishop (un enclenque y nada atlético Steve Evets)  es un hincha (por más ajena que me suene la palabra, tiene una sonoridad y una forma que los argentinos y uruguayos bien saben representar) del Manchester United, miembro de una barra brava en su juventud, en donde conoce a sus amigos, una extraña flota de personajes que muestran su solidaridad incondicional. Green Street Hooligans (Lexi Alexander, 2005) es una película que si bien expone la violencia de los hooligans y el fanatismo con el que se identifican con un club, es también, una narración en la que su punto vertebral es la hermandad, una hermandad elegida que permanece más allá de los estadios en donde resuena  el “I’m forever blowing bubbles/ Pretty bubbles in the air” del West Ham United. Bishop tiene todo fuera de lugar: sus hijastros no lo respetan, su segundo matrimonio fracasó y su trabajo es apenas un paliativo en el que se encuentra con sus amigos. Sí, los mismos que alientan cada semana al United son los que reparten las cartas entre semana. Si bien el filme del experimentado Loach se encuentra en la esfera de la comedia, utiliza recursos del thriller, el melodrama, el documental y el cine de acción.

La depresión de Eric Bishop ha llevado a descuidar a sus hijastros; duermen hasta después de medio día, sin trabajar ni estudiar, su vida se pasa entre beber, fumar hierba y ver videos en youtube; nada de qué espantarse, si no fuera porque el mayor es el patiño de un mafioso que lo usa como bodega y como saco de arena; la comedia se desarrolla en la medida que se incrementa la tensión entre su hijastro mayor y el mafioso de la camioneta negra. Su vida amorosa se reduce, como bien lo sabe Cantona y como bien lo sabemos todos, aunque nos queramos hacer pendejos, a Lily (todos tenemos nuestra Lily), la mujer de la que huyó por cobarde, por entrar en pánico, por cargar con los estigmas del padre. La secuencia con la que abre el filme, un Eric que arranca desde la propia portería evadiendo zagueros, contenciones y patadas, con el balón frenético y desinflado en el pecho, trata de llegar al lado contrario, un lado en el que sólo se escucha el silencio de lápida de un estadio sin espectadores. Cantona, con su sabiduría condensada en refranes franceses, conversa con Eric, no sin antes encender un canal de conciencia-subconciencia; conversaciones que decantarán en actitudes de un 7 titular, ese que no sólo mete goles, sino que hace a los demás jugar: Todo comenzó con un pase de Eric Cantona. El fútbol se ha vuelto más físico, más veloz, más sistemático; pocos son los jugadores con la paciencia de Xavi o Inhiesta, el guante de Pirlo o la visión de Márquez. Pocos suspenden el tiempo para elegir el pase correcto, para hacer una transgresión en la linealidad establecida y ordenada, ya casi nadie se rebela y hace estallar todo aquello que no sea el balón. La cotidianidad impide la crítica, el avance esquizofrénico del tiempo-progreso nos obliga a producir y nos aleja del pensamiento y la sensación. ¿Quién te ama? ¿Quién te cuida? ¿Cuándo fue la última vez que fuiste feliz? Si somos incapaces de resolver preguntas tan claras, entonces, somos un pusilánime más en la cancha, un tipo que si bien no tiene talento, tampoco se juega la vida en cada balón dividido.

El filme de Loach, como su formación de carácter crítico, expone no sólo la belleza de un gol, ni la solidaridad de un pase, ni la fidelidad a un club y a la hermandad que la acompaña, sino el aparador en el que se han convertido los jugadores, con el logotipo de  los patrocinadores más grandes que el escudo del club o la mafia que controla algunas barras, la reventa y los palcos en los estadios; así como comentarios al aire, que se bajan con el pecho y se les pega de volea: “Están peor que los gringos en Bagdad”. El fútbol es, jodidamente, negocio. Sólo para los niños que juegan en un espacio minúsculo de un estacionamiento el balón es libre y uno es quien le dice qué trayectoria debe tomar.  El manejo de cámara, espacios y la acción que no está a cuadro, son construidas  de tal manera que Eric y Eric puedan hablar en espejo. Salvar el partido, así sea en tiempo de compensación, cuando ya eres abuelo y después de los sesenta. Todo partido se puede salvar; siempre hay una posibilidad, un resquicio por el que un balón se puede filtrar, una pausa para adelantar el tiempo. Los amigos, eternos solidarios, pero hoolligans al fin y al cabo, vencen al equipo visitante de la camioneta negra de la única forma posible: siendo todos Cantona, siendo todos un mismo canto. El fútbol es equipo. La vida sin compañía es todo menos vida. Glorioso aquél que hace jugar a su equipo, más que quedarse con el egoísmo del gol.

Por Icnitl Ytzamat-ul Contreras García (@Mariodelacerna)

Buscando a Eric se presenta actualmente en MUBI México, los invitamos a probar el servicio de manera gratuita durante 30 días en el siguiente enlace: mubi.com/butacaanchaCada película del catálogo de MUBI estará disponible 30 días, cada día habrá una nueva película. La suscripción a MUBI tiene un costo de 49 pesos al mes y está disponible en diversas plataformas. En caso de pagar por un año de servicio, se les hace un 30% de descuento. Aprovechen.

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