‘Histeria’: La sonrisa vertical

La sexualidad femenina ha sido uno de los temas tabú más grandes de la historia. A muchos se les suben los colores al rostro al escuchar la palabra vagina o censuran a muchas mujeres que se atreven a abordar el tópico de manera abierta y desenfadada. Si eso sucede hoy día, imagínense en la época victoriana en Inglaterra.

Es 1880 y Mortimer Granville (Hugh Dancy) es un joven doctor con ideas adelantadas a su tiempo, mismas que lo llevarán a ser despedido de la mayoría de los lugares donde puede ejercer su profesión. Así, peregrinando de consultorio en consultorio llega al del Dr. Robert Dalrymple (Jonathan Pryce), un médico especializado en curar la histeria femenina –una enfermedad muy extendida por aquellos años– por medio de un tratamiento manual y relajante –guiño guiño–.

Mortimer queda contratado y rápidamente se convierte en un experto en la materia, provocando que la clínica se llene de pacientes. Pero una lesión en la mano y su relación con un joven inventor, Edmund St. John-Smythe (Rupert Everett), lo llevarán a desarrollar uno de los inventos más populares de la humanidad: el vibrador.

Histeria: La Historia del Deseo (Hysteria, 2011) es dirigida por Tanya Wexler, quien busca presentar una comedia romántica subida de tono gracias a su anécdota central, pero serán pocos los que salgan sonrojados de la sala de cine.

Fuera del tembloroso artefacto, Histeria cae en el molde de la comedia más tradicional. Comparada con otras cintas del mismo tema, como Todo lo que siempre quiso saber sobre el sexo pero nunca se atrevió a preguntar (Everything You Always Wanted to Know About Sex * But Were Afraid to Ask, 1972), se queda corta en el humor que despliega.

Eso no quiere decir que Wexler no logre buenos momentos a lo largo de la película, sólo que la premisa y la publicidad, incluida la de boca en boca, prometían algo un poco más picoso e ingenioso.

La directora juega con su acertada recreación de la era victoriana inglesa y la situación actual de la mujer, que aún hoy no ha logrado una plena liberación sexual e ideológica en ciertas partes del planeta.

Asimismo, se da tiempo de incluir un comentario hacía el machismo, ésos sí, muy acertados, y sobre cómo los hombres –algunos, no todos– tachan de locas a las féminas sólo por no comportarse como la costumbre manda.

La histeria era una enfermedad causada por cualquier cosa, los síntomas incluian: dolor de cabeza, de muelas, de cuerpo; depresión, cambios de ánimo, melancolía, ansiedad, ninfomanía, resfriado, orzuela, caries, acné, lagrimeo, tobillos frágiles, y lo que su marido quisiera agregar. Un pretexto que sigue presente: siempre será más sencillo tachar de locas a las mujeres que tratar de comprender las razones que las llevaron a dicho estado de ánimo.

Y si su mujer le pide un vibrador porque anda histérica, amigo, por favor, no se lo compre… atiéndala y provoque esa sonrisa vertical. No se va a arrepentir.

Por Rafael Paz (@pazpespa)

PD. La sonrisa transversal también es el nombre de la colección de libros eróticos de Tusquets, seguro en ella encuentran algo que de verdad los sonroje, hay textos del Marques de Sade, de George Bataille, Mario Vargas Llosa y otros más.

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