El deseo infantil proviene del lugar más recóndito del inconsciente, un lugar donde reinan enigmáticas tinieblas, profundas e incomprensibles y que en su afán de ser satisfecho puede desencadenar una inquietante y compleja serie de eventos que son todo menos inocentes o ingenuos. En el disociado y disociante filme Magical Girl del español Carlos Vermut, que se hizo de la Concha de Oro en el Festival de San Sebastián de 2014 y ya habiéndose presentado en el MIC Género en nuestro país, se explora el recorrido de ese oscuro objeto del deseo infantil, ingobernable y, en este caso, de tétricas repercusiones.
El detonante viene de Alicia (Lucía Pollán), una niña de 12 años con una enfermedad terminal que desea tener el vestido oficial de la serie de anime japonesa “Magical Girl Yukiko”, por lo que pone a su padre, Luis (Luis Bermejo), a parir chayotes para poder encontrar el dinero y hacerse del cotizado ítem. La desesperación por encontrar el dinero lo pone en el camino de Bárbara (extraordinaria Bárbara Lennie), una joven casada que sufre de severos trastornos mentales y que, viéndose extorsionada por Luis, regresará a un negro pasado, del cual la rescata Damián (José Sacristán), un profesor retirado que cerrará la intrincada geometría del filme.
De una precisión narrativa aguda e incisiva, Vermut explora una arista poco conocida del potencial destructivo del deseo, y cómo ese impulso mueve las piezas de un sofisticado rompecabezas narrativo, con un elegante diseño de producción, impecable cinematografía y un espléndido ensamble actoral, en el que destaca Bárbara Lennie como la fragmentada y oculta pieza clave del filme, el engranaje que mueve la efímera maquinaria del deseo, una que trabaja con tal fuerza que su único fin lógico es la muerte.
Por JJ Negrete (@jjnegretec)
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