El furor por sagas literarias de corte Young Adult prosigue a través de intentos por expandir dicho éxito en el formato cinematográfico. El buen ojo con el que cuenta la industria hollywoodense para hallar materiales best-sellers se ha visto reflejado a través de los adolescentes que leen dichas obras, siendo los casos más notorios el romance rosa de Crepúsculo y el panorama distópico-desalentador de Los Juegos del Hambre.
Asimismo, la siguiente en añadirse a la lista con el objetivo de emular los triunfos de similares obras es Divergente (Divergent, 2014). Basada en la novela de Veronica Roth –inicio de una trilogía cuya primera publicación se llevó a cabo en 2011–, presenta un mundo post-apocalíptico (y distopía incluida) en el que la ciudad de Chicago, para subsistir y garantizar el equilibrio, está atrincherada por una muralla y se divide en cinco facciones: Cordialidad (cuya virtud es la paz y se enfoca en la actividad agrícola), Erudición (el conocimiento aplicado a la investigación), Verdad (la sinceridad reflejada en la justicia), Abnegación (actividades altruistas, encargados del gobierno) y Osadía (el valor, con labores de índole militar).
Beatrice “Tris” Pryor (Shailene Woodley), al igual que su familia, vive en Abnegación y debe elegir a qué grupo fáctico pertenecerá tras cumplir la edad requerida. Durante la prueba de aptitud, descubre que es “divergente”, denominativo para todo aquel que posea las cualidades de todas las facciones, a su vez considerado una amenaza para la estabilizada sociedad. Al elegir a Osadía, se enfrentará a duras pruebas para consolidarse allí y será el blanco de Jeanine Matthews (Kate Winslet), líder de Erudición que planea hacerse cargo del control gubernamental de la ciudad.
A la protagonista, que busca definirse como ser humano a través de sus decisiones, la compasión y la amistad, la acompañan otras dosis bien consolidadas y reconocidas de las recientes obras literarias para jóvenes (algunas de ellas conocidas en demasía por la audiencia): acción, aventura, intriga, ciencia ficción (o fantasía, dependiendo del caso), el simbolismo de una joven como amenaza para un gobierno y un romance predestinado, representado aquí en Four (Theo James), un entrenador de la facción Osadía que guarda ciertos secretos de su pasado.
Aunado a ello, cabe mencionar los cuestionamientos realizados en Divergente sobre qué tan conveniente es que una sociedad sea dividida de acuerdo a una virtud, y qué características debe tener un líder para garantizar la paz: si sólo una o varias de ésas. A su vez, la fría Jeanine considera a la supresión de las emociones humanas como medio para salvaguardar a los ciudadanos y, ambiciosa, cree en el control para gobernar, sin admitir libertades ni mucho menos ser permisivos. Como es de esperarse, Tris realiza su propio viaje personal para adquirir confianza y disciplina, y el resto de “divergentes” representan la amenaza para los planes de Jeanine.
Sin embargo, la cinta no logra eludir ciertos aspectos que no pueden pasarse por alto. Aunque Shailene Woodley lleva muy bien el rol protagónico y tiene química con su coestelar Theo James, el cliché romántico es perceptible (aunque la ventaja es que hay una ausencia de triángulos amorosos), el ritmo se torna lento en la introducción de Tris, en su desarrollo dentro de Osadía y tanto el atestiguamiento del desmoronamiento de una de las facciones como su resolución son un poco abruptos.
El director Neil Burger (El Ilusionista) desaprovecha a Kate Winslet (quien cumple como la mezquina villana a pesar de su breve participación), así como a varios personajes interesantes como la misma Jeanine Matthews, la madre de Tris (Ashley Judd) y la tatuadora Tri (Maggie Q), los cuales pierden potencialidad y preponderancia en su desarrollo.
Aun contando con una desangelada banda sonora y con viejos estereotipos muy marcados en la concepción de las cinco facciones y en sus compartimientos, el panorama desalentador y distópico de Divergente entretiene lo suficiente, pero la llevará a ser comparada de manera inevitable con Los Juegos del Hambre (a la cual, en cambio, se le ha logrado adaptar y vender inteligentemente) por los géneros que comparten, sus similitudes en la concepción de protagonistas guerreras, fuertes y un tanto rebeldes y en la recreación de un sistema político represor que sufrirá una inminente revolución.
Por Mariana Fernández (@mariana_ferfab)