Los otros Cannes – segunda parte

Cerramos oficialmente nuestra cobertura del Festival Internacional de Cine de Cannes con la segunda parte del recuento de las películas vistas fuera de la Competencia Oficial. Esta vez compuesta, en su mayoría, por títulos de Una Cierta Mirada y la Semana de la Crítica.

  • La novia del desierto de Cecilia Atan & Valeria Pivato / Una Cierta Mirada

Otro año y otra película de ambiciones modestas anclada en actuaciones sólidas y con una narrativa lineal y prefabricada. Las debutantes Cecilia Atan y Valeria Pivato presentan La novia del desierto, en la que Teresa (Paulina García) deja su labor como empleada doméstica para tomar un trabajo en Buenos Aires, eso la lleva a una travesía por el desierto argentino. Atan y Pivato se mantienen en terreno seguro, sin arriesgar nada y el resultado es una película perfectamente mediocre que logra algunos momentos de emotividad gracias a la inmensa humanidad y sublime patetismo del actor Claudio Rissi, quien, junto a la siempre notable Paulina García, forma el núcleo de un debut que marca los registros correctos, pero no va más adelante.

  • Out de Gyorgy Kristof / Una Cierta Mirada

Parte del programa de Cinefondation de hace algunos años, Out es el proyecto del debutante Gyorgy Kristoff en la que un hombre llamado Agostón abandona a su familia para buscar realizar un peculiar sueño: cazar un gran pez. Como una especie de Moby Dick filtrado por influencias que van de David Lynch a Samuel Beckett, Out es una colección de viñetas irregulares que ciertamente cuenta con ambiciones formales. Eso se agradece en medio de una amplia selección de películas que juegan a lo seguro y evitan salir de toda complacencia, pero la opera prima de Kristof se siente inconexa y no logra mantener un flujo

  • Las hijas de Abril de Michel Franco / Una Cierta Mirada

El quinto largometraje del autor de Después de Lucía (2012) y El último paciente: Chronic (2015) representa una reafirmación de su estilo cinematográfico, la paleta de tonalidades se expande sin perder su característica sobriedad. Estamos frente a un relato que denota mayor pericia en el plano narrativo, anclado en un extraordinario ensamble femenino de madre e hija (Abril y Valeria) –más rivales que compañeras– y una víctima (Clara) condenada a ser un mueble más en el hogar. La fortaleza de la película consiste en la construcción refinada de una dinámica familiar disfuncional, cercana a un deslavado melodrama con tintes de Pedro Almodóvar. Suárez crece a partir de las limitaciones (pocas, pero existentes) y puntos ciegos del personaje. Sin embargo, hacia el final de la cinta reafirmamos el arrebato caprichoso y el ímpetu adolescente que ha permeado en la filmografía de Franco.

  • Dopo la guerra de Annarita Zambrano / Una Cierta Mirada

Iniciando con una energía que remite a los mejores trabajos del gran cineasta Francesco Rossi, la cineasta italiana Annarita Zambrano presenta en Dopo la guerra la historia de algunos miembros de la oposición a una controvertida ley laboral en Italia, aprobada a inicios de los 2000. El punto de partida es el asesinato de un juez, situación que reabre viejas heridas entre los gobiernos de Francia e Italia. Zambrano mantiene durante la primera parte de la película una tensión sumamente efectiva que rápidamente se disuelve en una torpemente llevada historia familiar que busca dar un ángulo emocional al denso contexto político.

  • Bulhandang de Byun Sung Hyun / Función de medianoche

Una de las tres películas “de medianoche” programadas dentro del festival fue la rutinaria y tediosa cinta coreana Bulhandang –o Sin compasión– del coreano Sung-hyun Bun. En ella, un joven ambiciona en convertirse en el líder de una poderosa organización criminal y se alía con un rudo novato en una prisión coreana, pero los verdaderos motivos de ambos personajes revelarán otras intenciones. Aunque Sung Hyun tiene todos los elementos para crear una pieza visual hiperkinética al más puro estilo del maestro Johnnie To (Blind Detective, 2007), el largometraje rápidamente decae en la energía de sus primeras escenas para derivar en secuencias de acción genéricas y una línea argumental que se vuelve confusa y cansada. Programar algo así a las doce de la noche es realmente no tener piedad.

  • How to Talk to Girls at Parties de John Cameron Mitchell / Selección Oficial

El esperado regreso del cineasta John Cameron Mitchell, dueño de una portentosa voz queer que quedó asentada en Hedwig and The Angry Inch (2001) y Short Bus (2007), se trata de How to Talk to Girls at Parties: adaptación de una historia corta de Neil Gaiman en la que un extraño grupo de extraterrestres llega a la Tierra, específicamente en la Londres de los años 80 en pleno apogeo del punk. Elle Fanning interpreta a una de las extraterrestres, papel que le permite explorar una faceta de humor absurdo y aunque la película evoca los mundos de Derek Jarman (Jubilee, 1985) y hasta el esoterismo marca Alejandro Jodorowski con su extraordinario diseño de producción y vestuario, a cargo de la brillante Sandy Powell. La película es una abigarrada historia de amor en medio de la otredad y el rechazo público cuyas rampantes extravagancias impiden que sea del todo exitosa.

  • Napalm de Claude Lanzmann / Selección Oficial

Existen pocos titanes del género documental que se acerquen al francés Claude Lanzmann, autor de la seminal Shoah (1985). Su carrera lo ha convertido en una figura de prodigiosa erudición y afinado humanismo en su trabajo, sin embargo, en su nuevo documental, Napalm, se difumina una tóxica nube de egocentrismo y anécdotas de penoso turismo sexual. Lo que inicia como una pertinente exploración de la figura de los míticos líderes norcoreanos Kim Il Sung y Kim Jong Il, gradualmente se convierte en un testimonial a primera persona de la relación del cineasta con una joven coreana que, aunque nunca es explicito ni vulgar, devela una faceta del cineasta que sería preferible ignorar. Lanzmann se tropieza con su propia figura, en especifico con una libidinosa nostalgia, que no escandaliza por su naturaleza sino por su total irrelevancia y el hacer parecer a uno de los maestros indiscutibles del género como un viejito cochino.

  • Alive in France de Abel Ferrara / Quincena de los Realizadores

En otro ejercicio de gratuita autocomplacencia (pecado recurrente entre artistas con una obra ya consagrada), el iconoclasta cineasta estadunidense Abel Ferrara aprovecha la retrospectiva que se hizo de su trabajo en diversas ciudades de Francia el año pasado para tejer este documental sobre las presentaciones de su banda musical, en la que su hija baila y canta en compañía de otros amigos cercanos del director de clásicos como Bad Lieutenant (1992) o The Addiction (1997). Sin ser más que una mera curiosidad para devotos fieles de la iglesia Ferrara, el documental no presenta anécdotas únicas, momentos particularmente poderosos o reveladores, ni tampoco un ángulo particular para mostrar al cineasta. Simplemente es un registro, cuyo único interés radica en la participación de Ferrara y el poder escuchar las estridentes letras de algunas de sus canciones. Mejor esperaremos que se concrete su proyecto de adaptar el célebre Libro Rojo, de Carl Jung, con Willem Defoe.

  • Ava de Lea Mysius / Semana de la Crítica

Denominada de manera un tanto oportunista como “la Voraz de este año” por Charles Tesson, director de la Semana de la Crítica, Ava es el debut de la joven directora francesa Lea Mysius.  La película tiene como protagonista a una joven de 13 años que pasa su verano en una costa del Atlántico, se entera que pronto perderá la vista y, ante la inacción de su madre al respecto, decide robarse un perro negro que pertenece a un enigmático y misterioso joven. Otro coming of age alegórico a media cocción, la cinta de Mysius bebe de influencias “rebeldes” como Bonnie & Clyde (1967), de Parker, o el clásico Pierrot le fou (1965), de  Jean-Luc Godard, para hablar sobre la maduración y el despertar sexual de una joven.  Su atolondrada alegoría se pierde en un desenlace inconexo y una sensación general de deja vu.

  • Oh Lucy de Atsuko Hirayanagi / Semana de la Crítica

La película Oh Lucy –otra víctima del “efecto Sundance–, del cineasta nipón Atsuko Hirayanagi, presenta a Setsuko, una  frustrada mujer madura que trabaja en una empresa de medio pelo, al tomar clases de inglés en un burdel (así como en Harmon Hall) conoce al joven John (Josh Hartnett, ¿se acuerdan de él? ¿Pearl Harbor? ¿inicios del 2000? ¿no?) y comienza una especie de extraña fascinación por él. Las cosas se complican cuando John deja Japón con la sobrina de Setsuko y ella, junto a su hermana, se lanzan al sur de California para buscarlos. Jocosa pero muy mediocre, el largometraje recurre a elementos trillados de alienación y choque cultural que rápidamente pierden interés y fuerza, aún con el gran trabajo de la actriz Shinobu Terajima y el siempre confiable Koji Yakusho.

Por JJ Negrete (@jjnegretec)

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