‘Los Increíbles 2’: El poder de la línea

El diseño es esencial para la acción pero la mayoría de las veces pasa desapercibido entre el espectáculo bombástico, la orgía de ruido y el caudal de cortes rápidos. Las mejores películas de acción son las que le otorgan un lugar primordial a que lo milimétrico parezca accidental y que dentro de la destrucción caótica y del incesante vértigo se perciba un control total de espacio y tiempo. Si en Los Increíbles (2004), el cineasta y animador Brad Bird llevó el cine de acción y superhéroes a niveles superlativos, en la secuela no llega a un nivel más alto, pero embellece lo logrado.

En Los Increíbles 2 (2018)Bird retoma la escena final de la primera parte para continuar con el relato de la familia Parr pero en esta ocasión subvirtiendo los roles de los padres, haciendo que Helen (Holly Hunter/Consuelo Duval) gracias a su meticulosidad y cuidado se convierta en la heroína ideal para nuestros tiempos, dejando de lado el orgullo y el pragmatismo destructivo de Bob (Craig T. Nelson/Víctor Trujillo) quien debe quedarse al cuidado de los hijos lidiando con romances frustrados, nuevas matemáticas y un bebé que apenas descubre sus poderes.

La fuerza de este grupo de héroes radica en sus problemáticas personales y la interacción de las mismas, lo que hace que sus poderes sean simplemente uno más de los problemas con los que tienen que lidiar en el cotidiano. En la primera parte cada miembro de la familia tenía un conflicto bien delineado, sin embargo en esta ocasión, Bird pone un sensible énfasis importante en el cambio de roles entre los padres, dejando a los hijos con subtramas más superficiales y de menor alcance, aunque el giro que pone sobre el concepto del “perverso polimorfo” de Freud aplicado al personaje de Jack Jack resulta lo más memorable de la película.

Asimismo, Bird logra armar una narrativa sólida de ecos políticos y sociales con una resonancia particular avocada a la peligrosa omnipresencia que las pantallas tienen actualmente a través del elegantemente diseñado villano “Roba Pantallas”-reminiscente de aquellas creaturas extraterrestres del clásico They Live (1980)- y la forma en la que la imagen somete a la voluntad individual. Las secuencias con el Roba Pantallas, particularmente la secuencia de la pelea en el departamento, alcanzan grados de fotorrealismo sorprendentes.

Bird piensa y filma como un sofisticado arquitecto que usa la línea como principal herramienta y que encuentra gran inspiración en una suerte de retrofuturismo pop que se estiliza aún más en esta segunda entrega y que usa el mismo principio de la línea, heredado del legendario animador Chuck Jones, para darle a sus secuencias de acción una vitalidad y una elegancia que difícilmente podremos ver en cualquier película de Marvel o DC. Bird entiende que los superhéroes reales nacen de un trazo en un papel y no de un pixel en una computadora.

Por JJ Negrete (@jjnegretec)

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