‘Invocando al demonio’: El desgaste del género

Hay fórmulas genéricas que se repiten tantas veces que se diluyen, dejan de ser un punto de referencia para volverse un lugar común, una demostración de poca creatividad. Un abismo artístico al que se entra por voluntad. En el primer cuadro de Invocando al demonio (The Possession of Michael King, 2014), un hombre habla a cámara, su semblante luce desafiante y algo duro, nos explica pronto su poca fe en los fenómenos paranormales y su intención de demostrarle al mundo con un documental la verdad, desenmascarar a todos y probar su punto. El título es un buen indicativo de lo que pasará. Sí, es ese tipo de película.

Ese es pretexto del director y guionista David Jung, en su primera experiencia tras la cámara, para insertarse al socorrido subgénero del found footage. La premisa de un hombre ateo que termina por enfrentarse a fuerzas inexplicables para su estatus religioso es interesante, después de todo uno de los grandes clásicos del terror, El exorcista (The Exorcist, 1973), maneja un concepto similar, sin embargo aquí no hay giro de tuerca, no hay sorpresa, nada que rompa el molde tantas veces visto.

Michael King (Shane Johnson) es un personaje unidimensional. Sí, está afectado por la reciente pérdida de su esposa y por eso inicia su búsqueda paranormal. Sin embargo aun antes de iniciarla el demonio que lo acosará se hace presente en la cinta “encontrada”, rompiendo así su lógica interna desde la primera escena y enterrando su estética found footage. Es un hombre condenado que nunca tendrá oportunidad de redención, el molde es tan tieso que asfixia y aburre.

Además el novel director es incapaz de definir cuál es el tema de su ópera prima. ¿Es el miedo a lo desconocido? Tal vez ateismo contra religión o el castigo del curioso. Apelando a los ejemplos más conservadores del género, Jung se vuelve predecible. Seguramente algunos de los titubeos de la película se deben a un presupuesto ínfimo y a la poca capacidad del realizador de hacer mucho con poco como el ejemplo más canónico de este subgénero: El proyecto de la Bruja de Blair (The Blair Witch Project, 1999).

Invocando el demonio es un gran ejemplo de que seguir las reglas del género al pie de la letra no garantiza un producto decente o medianamente disfrutable, a veces funciona, claro, otras decepciona como cuando se compra el juguete de moda en el puesto de fayuca más cercano.

Ya muérete Michael King…

Por Rafael Paz (@pazespa)

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