‘Jezabel’: Sustos desde el bayou

La familia es encuentro. El pedazo de mundo donde nos definimos y hallamos más cómodos, no importa si se trata de un núcleo creado por la sangre o lazos de amistad. En la primera secuencia de Jezabel (Jessabelle, 2014) queda claro las nulas posibilidades de la protagonista de gozar de los beneficios del apapacho familiar.

Jessi/Jezabel (Sarah Snook) es una veinteañera a punto de iniciar una nueva etapa de su vida junto a su novio, van a mudarse juntos y tendrán un bebé. Sin embargo un horrible accidente echará a tierra sus planes, dejándola un par de meses en el hospital y sin el clan apenas visualizado. La única salida será regresar a la casa de su infancia, donde su hosco padre la espera y las memorias de su madre, fallecida antes de su nacimiento, siguen habitando el lugar.

El nuevo trabajo de Kevin Greutert –director de las últimas dos entregas de Saw (2009, 2010)– utiliza el pantano de Louisiana para narrar una historia de venganzas fratricidas y espíritus sin descanso. De esta manera el bayou se convierte en uno de los personajes principales, a lo largo de la película será el foco del suspenso o la herramienta para hacer avanzar la historia. Por eso resulta una lástima que un paisaje tan rico visualmente carezca de texturas una vez capturado por la cámara a cargo de Greutert, basta recordar la manera en que Cary Fukunaga usó el mismo paisaje y tradiciones a su alrededor –el vudú, en especial– en la miniserie True Detective (2014) para comprobar su potencial como instrumento del suspenso.

Como consecuencia, Jezabel nunca alcanza su potencial y termina por convertirse en una cinta más de clichés sobre una casa habitada por espíritus. En el fondo queda un drama familiar sobre una mujer incapaz de encontrar su punto eje, negada por el destino para sentirse en un ambiente amoroso. Ni las cintas filmadas por su madre antes de morir le permiten conectar con ella, sólo aumentan su temor por esa otra Jezabel ansiosa de tomar su lugar.

La familia según la película no se gana o se encuentra, es necesario tener suerte y buen tempo para disfrutarla. Justo como para hacer una sólida cinta de terror se necesitan más que un par de sustos, litros de aguas negras y un volumen saturado para hacer saltar al respetable de su asiento. El horror se crea, no aparece.

Por Rafael Paz (@pazespa)

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