FICJM | ‘Orange People’: Ellas

El Festival Internacional de Cine Judío presenta Anashim Ketumim (Orange People; Hanna Azoulay Hasfari, Israel – 2013) cinta que narra la historia de una familia conformada por mujeres; mujeres que se enfrentan al mundo, que pelean contra la viejas costumbres, pero también contra las nuevas. La abuela Zohara (Rita Shukrun) es capaz de ver el futuro en sueños, además de sufrir una condición de narcolepsia. Sin embargo Zohara percibe que un problema se avecina, pues en sus sueños comienza ver el pasado; que no puede traer algo bueno. Mientras sus hijas, y su nieta, buscan su lugar en el mundo, un mundo en el que cada vez son más ajenas; Zohara buscará aquella que sea digna de seguir con su legado.

Las relaciones familiares son el pilar de esta cinta; relaciones geométricas que revelan lo complicado del mundo actual. Un mundo globalizado, cosmopolita, pero a la vez, autóctono y rural. Un mundo donde las tradiciones siguen pesando, donde la magia sigue influyendo en la ciencia, y donde el toque humano es factor para el éxito. La comida, otro tópico importante, es elemento revelador de estos mensajes. La comida necesita de manos humanas para ser algo más que una simple botana.

La posición actual de la mujer en el mundo es retratada por la directora a través de tres personajes (abuela-hija-nieta) y las generaciones que representan. La abuela ligada aun pasado en el que no puedo jamás tomar una decisión por su cuenta, pero que le ha forjado de esa manera. Las hijas, en busque de sus sueños, pero que son arrastradas a un mundo de competencia, de actos truculentos de magia, donde los hombres, pueden ser rivales y/o aliados, según les plazca (a ellos, no a ellas. Y la nieta que no puede desafanarse de sus raíces, por más que los demás lo quieran. Un eterna lucha de estos personajes por conseguir un momento de paz, y aunque viven a la do de una tranquila playa que parece calmarlo todo, su ritmo parece el de una ciudad caótica, que no espera, y las desespera. Fueron educadas para conseguirlo todo, y cuando tienen nada, la mente y el cuerpo comienzan a mostrar signos de debilidad, de frustración y de amarga tristeza.

Hanna Azoulay Hasfari logra una cinta interesante, pero no completa. Estéticamente la película propone un ritmo y fluidez visual interesante. Juega con el color que la da título a la cinta, elabora una paleta de colores imposible, pero que no se nota irreal ni forzada; muy por el contrario, se entiende como puesta en escena, pero como parte del absurdo global de su mundo. El pecado está en la cadencia con la que lleva la cinta, donde el humor se encuentra escaso y el drama es liviano; no enfatiza ninguna de las sensaciones, termina por quedarse plano. El flujo de Orange People comienza a ser cansado, pues el revoloteo de la historia que cuenta no se deja sostener por sí solo.
La condición tan ajena, para México, de esta cinta es a la vez un factor que atrayente, como excluyente. Pero hay que apostar por la opción primera. Es sumamente difícil que lleguen cintas de este corte, y de esta zona, a las salas de nuestra tierra; no es desperdicio acercarse a conocer otros mundos, que aunque habitan en el mismo, parecen ser lejanos y ajenos.

Por Ali López (@al_lee1)

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