Fantasia | ‘Three’: La ética en juego

El hospital hongkonés donde Johnnie To sitúa en totalidad su nueva cinta, Three (2016), es naturalmente un sitio complicado. Los neurocirujanos deben tomar decisiones de vida o muerte en todo momento, mientras que los pacientes y sus familiares tienen que asimilar cualquier noticia, por más trágica que sea. Johnnie To decide añadir otra capa de drama a un lugar de por si lleno de tensión: el arribo de un peligroso criminal herido de bala supone vigilancia constante en el lugar por parte de la policía, al mismo tiempo que ciertas cuestiones podrán en juego la moralidad de quienes supuestamente se rigen por la ley.

Esencialmente, Three es una de esas obras sobre crimen donde el antagonista siempre está un paso delante de los demás. Sin llegar a ser un psicópata salido de alguna historieta, el letrado ladrón protagonista parece tener todo bajo su control y un preciso plan a punto de ser ejecutado, logrando sacar de quicio al siempre ansioso detective en cargo de la operación y también a la joven neurocirujana responsable. En la visión de To, los personajes “de bien” en realidad están luchando con sus propios demonios, encarnados en una vil mentira (en el caso del policía) y en la culpa proveniente de una relación desafortunada con un paciente que tras una operación no podrá volver a caminar (para la doctora). Esto contrasta con la tranquilidad que mantiene el criminal a pesar de tener una bala incrustada en la cabeza.

Three explora la ética que viene adjunta a dos complicados trabajos (médico y policía). Por un lado con preguntas como, ¿hasta dónde es responsable la neurocirujana si una peligrosa operación sale mal? ¿Cómo se tiene que actuar si un paciente decide no someterse a una operación absolutamente necesaria? Con los policías, la noción es bien conocida: ¿es justificable violar la ley si el fin significa ayudar a tus compañeros y de paso perjudicar a un verdadero homicida?

Aunado a los temas centrales está la creciente tensión que va de la mano con la ejecución del plan criminal dentro del hospital, que de hecho resulta bastante simple y directo, culminando en un ballet de balas sumamente estilizado que poco tiene que ver en tono con el drama moral inicial. El film incluso llegará a momentos inverosímiles, con stunts y notorio CGI incluidos, con el objetivo principal de redimir a cada uno de sus personajes, restándole culpa a la neurocirujana y restableciendo la ética del policía corrompido/victimario.

Por Eric Ortiz García (@ElMachoBionico)

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