‘Enredos de Broadway’ y el teléfono descompuesto

Después de trece años de no dirigir, Peter Bogdanovich presentó Enredos de Broadway (She’s Funny That Way) en el Festival de Venecia y Tokio en 2014. Cinéfilo desde adolescente, Bogdanovich se involucró en la esfera cinematográfica influenciado por la Nouvelle Vague. Antes de debutar en 1968, hizo críticas que publicaba en Esquire. Autor de películas fundamentales de la década de los 70 (The Last Picture Show, 1971; What’s Up Doc?, 1972) y parte del Nuevo Hollywood (De Palma, Scorsese, Coppola), el también productor y actor fue aclamado por sus obras más completas.

Enredos de Broadway refleja la cinefilia obsesiva del director neoyorkino; el argumento parte de una de las escenas de los directores fundamentales en la historia del cine; El pecado de Cluny Brown (Cluny Brown, 1946), de Ernst Lubitsch: “Nobody can tell you where your place is. Where is my place? Where is anybody’s place? I’ll tell you where it is. Wherever you’re happy, that’s your place”. La película abre con una entrevista entre Isabella Patterson (una rubia artificial y refinada Imogen Poots) y Judy, una mujer de espectáculos. La narración es a través de la voz de Patterson, que antes de ser una afamada actriz de Hollywood sobrellevaba sus días como prostituta. Su vida cambia cuando conoce a Albert Albertson (un Owen Wilson lleno de guiños parisinos a medianoche), un acomodado director de Broadway casado y con dos hijos, sujeto ejemplar excepto por cierta patología en la que no puede evitar encariñarse y “salvar” a las prostitutas con las que ha tenido encuentros. Su modus operandi descansa en el diálogo de Lubitsch. Albertson le da una gran cantidad de dinero para que Izzy pueda tener un nuevo inicio y convertirse en actriz.

Lubitsch introduce personajes estereotipo que convergerán por azar (condicionado e inverosímil) en el mismo punto. El juez Pendergast de la tercera edad obsesionado por Izzy; el detective Harold Fleet, contratado por Pendergast para seguir los pasos de la ahora ex prostituta; Joshua Fleet, hijo del detective, escritor de la obra Albertson y pronto enamorado de Isabella; Jane Claremont (una invariable Jennifer Aniston,) terapeuta de Fleet padre y novia de Fleet hijo; Delta Simmons, actriz y esposa de de Albertson y Seth Gilbert, un actor inglés calculador enamorado de Simmons. Una screwball comedy que tendrá como eje la relación de Isabella y Albert y cuyas conexiones con los demás personajes se da a través del cableado telefónico de conversaciones y un montaje que trata de emularlo.

La rubia artificial que creció en Brooklyn consigue un papel para A Grecian Evening, la obra de su mecenas. A partir de ese momento, los encuentros y desencuentros se multiplicarán a razón del vínculo con tantos personajes. El timbiriche de Bogdanovich cuidará de una iluminación cálida y dorada a pesar de las patologías de los personajes, que si bien son retorcidos por momentos, no dejan su comodidad aburguesada, alejándose por completo de la cámara-viaje-claustrofóbico del teatro de Birdman (or The Unexpected Virtue of Ignorance, González Iñárritu, 2014).

El sarcasmo autoinfligido puede rescatar muchas situaciones; referencias cinéfilas y chistes personales (un cameo en televisión de Bogdanovich como terapeuta en The Sopranos) pueden llevar por buenos derroteros, secuencias inteligentes y simultáneas con grandes recursos cinematográficos (The Thomas Crown Affair, 1968) o sutilezas que sugieren un espectador activo (Merry Widow, 1934) complementan una tensión que logra resolverse a través de la risa o la ironía, pero cuando el ajedrecista cambia el tablero por un libreta para jugar timbiriche, el teléfono se descompone.

Por Icnitl Y García (@Mariodelacerna)

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