El Teporocho Oscuro Asciende: La tragedia tropical de Barman y Droguin

El basurero fílmico del país: Tekila Films

Título Original: La Verdadera Historia de Barman y Droguin (1989)

Pregunta por ella así: “¿Tendrá Batman en videohome?” o “¿No tiene esa de Brozo en la que Brozo es Batman?” o “una película en la que salga Ausencio Cruz, por favor”.

Valor Agregado: Valentín Trujillo demostrando el porqué, si lo mandamos a él y a Lola La Trailera a pelear a EU, hasta nos regresan Texas, y dios mío!, Pocholo caracterizado como Cepillín.

La subcultura del video: WordArt y Photoshop primitivo

El ascenso del video permitió, entre otras cosas, una libertad creativa que nunca se había visto antes en la historia del medio: prácticamente se podía filmar cualquier historia con una diversa gama de medios y recursos. Esta libertad se fue en una vertiente muy clara en el último lustro de los años 80: “artistas” con  una concepción artística exageradamente sofisticada y personal se volcaron al videoarte mientras que productores con poco dinero se volcaron al videohome, maravillosa subcultura en la que no existe el termino de “aberración temática”, digamos que el videohome es la puta más vieja del burdel: hace todo lo que le pidas y a un súper precio.

De este libertinaje temático surge el botadero de esta semana. La idea probablemente surgió del mundo televisivo y del fenómeno cultural que representó el Batman de Tim Burton, en este caso de la pelona de Víctor Trujillo, comunicador amanerado que a finales de los años 80 tenía el programa “La Caravana” en el que de manera “ácida” hacía mofa de la política priista (¿Por qué paso de moda burlarse del PRI?), en especial de Salinas y de Televisa. Hay gente que dirá que personajes como El Charro Amarillo, La Beba Galván o Brozo eran subversivos, pero hoy en día los vemos vendiendo televisión por cable. Acompañado de Ausencio Cruz, un actor simpaticón que era el Mario Bezarez de Víctor Trujillo, hoy recordado únicamente por esa frase usada por todos los padres de familias: “Lás-ti-ma Mar-ga-ri-to!”.

La vida imita al arte o cómo por ver una película de Valentín Trujillo 14 veces nos hicimos superhéroes.

Las historias de Barman y Droguin y Batman surgen de lugares oscuros: en el caso de Batman de la oscuridad del alma y del miedo, en el caso de Barman, ese lugar oscuro es una sala de cine (seguramente en Tlatelolco)  en la que se proyecta la cinta “Yo El Ejecutor” con Valentín Trujillo. El cine es representado como un espectáculo popular como las luchas o el estadio universitario, en el que a cada cabrón que Valentín Trujillo asesina corresponde una faena por parte de Ausencio Cruz como “¡Toma pelón tu cachucha!”  mientras se quita la camisa en plena sala. El cine como evento popular es el que nos inspira en México a ser superhéroes.

“¡Santos pericazos Batman!”

La premisa central de Barman y Droguin es elevar el alcoholismo del mexicano a un estatus heroico, reconociéndonos como un país de borrachines fracasados (conste que nadie dijo Felipe Calderón), la cinta parece asumir esa condición como un apelativo a la valentía, siendo que es un hecho prácticamente universal que el alcohol nos lleva a tal desinhibición que nos sentimos “la abuelita de Batman”. Víctor Trujillo asume que el mexicano más valiente y heroico es el ebrio inspirado por las hazañas de Valentín Trujillo y Rosa Gloria Chagoyán (Lola la Trailera para los cuates). De este modo, la Baticueva, lejos de ser el centro de logística y operaciones del cómic estadounidense, es el lugar donde nuestros patéticos héroes se abastecen de valentía.

De niño cagón a superhéroe hay un pasamontañas de diferencia

La película trata a sus personajes como arquetipos, careciendo todos de nombre, excepto tal vez el Pitirijas (no me pregunten qué es lo que hace), Barman es Barman y Droguin es Droguin, el anonimato de todos los personajes le da a la historia una cualidad diferente: reivindica al alcohólico anónimo. Cuando Barman y Droguin hablan entre ellos, se refieren el uno al otro como “Compadre”. El compadrazgo es condición sine qua non del alcoholismo grupal, pero el heroísmo nace de un error. En la cinta, Droguin, cansado de vender productos de la tienda del Mago Frank, decide robar una tienda de abarrotes, pero Barman trata de convencerlo de no hacerlo justo en el momento en que entran dos ladrones a robar y…sí, lo adivinaron, Droguin somete a uno de los ladrones con una botella de Coca, pero no con la botella en sí, sino como tehuacanazo. Barman y Droguin ahora son héroes contra el más grande de todos los males: Salinas.

“¡He visto Batmans mas convincentes en la Alameda!”

Después de haber salido victoriosos de la primera pelea, nuestro Barman se encuentra agobiado por la responsabilidad que usar mallas implica, mientras que Droguin quedo empoderado después de someter ladrones con refresco. Después de un par de escenas, Barman decide unirse a Droguin en la lucha contra el crimen después de hacer una profunda reflexión sobre el estado de la sociedad contemporánea y su descontento con ésta. Barman hace reflexiones más profundas y significativas que Javier Sicilia en la película (en serio). A partir de este momento, el disfraz se funde con su identidad, la panza chelera se convierte en el nuevo ícono del orden y la justicia social. Un cocainónamo y un barman son los defensores de nuestros derechos, igual que en la Cámara de Senadores. Tomando como referente estético obvio el Batman de Burton es como Barman y Droguin hacen su primera entrada.

La tropicalización del “batiguamazo”

No obstante, dado el calibre de la historia, basta un golpe para pasar del “estilo Burton” al “estilo West” en el que la representación del golpe sonoro brinda un momento de chabacanería único, si de entrada los “Whoom” y “Pum” de la serie televisiva de los 60 eran  “chistosones”, los “Moles” y “Mocos” de esta versión hicieron chicharrón a los otros. Lo que resulta interesante es que estos superhéroes nunca adoptan un papel serio, sus acciones nunca alcanzan las pretensiones establecidas de antemano y por lo tanto, nunca son reconocidos como tal, vaya ni la prensa que aparece en la película esta interesada en sus pedorras hazañas, carajo,  ni los ciudadanos los reconocen, cuando salvan a un par de sombrerudos, nuestros héroes son confundidos con los Hermanos Almada.

El superhéroe civil: Ahogado en el anonimato

Al final de la cinta, Barman y Droguin no son quienes resuleven el secuestro de un niño (a manos de un increíble Pocholo disfrazado de Cepillín), sino que es el mísmisimo “ejecutor”, Valentín Trujillo quién llega para salvar el día, demostrando que estos héroes no son más que payasos alcohólicos y fracasados cuyos disfraces no los salvan de la terrible cotidianeidad de formar parte del colectivo, no tienen una identidad personal, no tienen nombre, nadie reconoce su labor, la fantasía es su salida,  su lugar está en alcohólicos anónimos u otro lugar donde su anonimato se mantenga bajo buen resguardo…son los teporochos oscuros.

Cuando las pompis chocan…que buen batiguamazo

Por JJ Negrete

    Related Posts

    ¡Batman y Superman se enfrentan en un nuevo tráiler de su próxima cinta!
    Batman y Superman llegan a la portada de Empire
    Vean la evolución de Batman en el cine, desde los 40 hasta hoy
    Michael Cera dará voz a Robin en ‘The Lego Batman Movie’
    Warner planea un filme animado de ‘Batman: The Killing Joke’
    Ben Affleck cree que Marvel hace películas “insinceras”

    1 Response

    1. Pingback : ‘Cambiando el destino’: Entre monjas y boy bands te veas : Butaca Ancha

    Leave a Reply