El prófugo y el misterio de la vigilia

El sonido es un elemento que el ser humano usa para percibir tanto su entorno como el estado de su cuerpo. Desde la alerta provocada por la ausencia del ruido y su presencia en Un lugar en silencio ( A Quiet Place, 2018) hasta ser el medio por el que se atestigua la criminalidad y la violencia en Blow Up (1981), tomando un papel importante para recrear reacciones.

En El prófugo (2020), el relato retoma las diferentes percepciones que se tienen sobre el sonido, así como sus efectos en la psique humana. Tras experimentar una vivencia traumática, Inés (Erica Rivas) comienza a perder la capacidad de percibir la línea de la realidad y la imaginación, rodeada por pesadillas y resonancias recurrentes que no puede explicar, así como de encuentros inesperados como el que entabla con el misterioso Alberto (Nahuel Pérez Biscayart).

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La realizadora Natalia Meta, inspirada en la novela de C.E. Feiling y en la estética del cine de terror de los ochenta, resalta la constante presencia del sonido en la vida de su protagonista. El doblaje de una película de terror japonesa que Inés lidera establece el preámbulo a la sobrenaturalidad y a las aristas de la oscuridad humana. De manera gradual, su oficio, entre sombras y gritos estremecedores, refleja una realidad en la que las pesadillas marcan su cotidianidad y adquieren un tono vivido, incluyendo las fatídicas vacaciones que toma con Leopoldo (Daniel Hendler).

Entre tensiones súbitas y traumáticas, Natalia Meta remarca las suposiciones psicológicas con falsos planos secuencias e irrupciones sonoras que irrumpen en la percepción de la realidad de Inés y en su participación en un coro de canto. Con tintes fantasmales y de cine giallo, enfatiza en una sobrenaturalidad que es más atmosférica que coherente en su narrativa, guiando hacia el dilema de abrazar la extrañeza de los fantasmas o finiquitarla para encontrar la liberación personal.

El prófugo desarrolla una catarsis onírica en medio de la sobrenaturalidad, el silencio, la vigilia y los sonidos, con aspectos estéticos que rememoran al cine B. Si bien no explota lo suficiente la tensión psicológica de su premisa, también enfatiza en el amor como la ambivalencia existencial en aceptar o rechazar los fantasmas del pasado.

Por Mariana Fernández (@mariana_ferfab)

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