‘El juego de Ender’: Guerra a distancia

Los Formics, una raza extraterrestre con forma de insecto, invadieron la Tierra con la intención de destruir a la humanidad y poder apoderarse del planeta. Milagrosamente los humanos salieron victoriosos gracias al sacrificio de Mazer Rackham, uno de los comandantes de la Flota Internacional. Setenta años después, la humanidad ha estado en constante preparación ante la amenaza de otra invasión y se ha comprobado que la mejor forma de defenderse es dando entrenamiento militar a los niños, debido a las condiciones físicas y mentales con las que cuentan.

Ender Wiggin es un chico tímido e introvertido pero que ha estado bajo la observación de sus profesores, y sobre todo del Coronel Graff, quien lo considera un niño prodigio. Debido a su personalidad, comportamiento y forma de pensar Graff lo recluta para que pase a formar parte de la Flota Internacional, ya que está seguro que Ender será el nuevo Mazer Rackham y será quien salve a la humanidad de una vez por todas de la amenaza de los Formics.

Tras muchos intentos fallidos a lo largo de varios años, finalmente el director sudafricano Gavin Hood lleva a la pantalla grande la adaptación de la novela homónima de Orson Scott Card, El juego de Ender (Ender’s Game, 2013). Una película protagonizada por la estrella en ascenso Asa Butterfield y por un reparto con nombres importantes como Harrison Ford, Abigail Breslin, Viola Davis y Ben Kingsley.

A pesar de que aparentemente es una película de guerras interplanetarias, lo que se ve en El juego de Ender es una especie de crítica (muy por encimita, pero crítica finalmente) hacia la milicia y sus tácticas de guerra. Toda la falta de moral y de ética a la hora de entrenar a sus soldados para llevarlos a pelear guerras innecesarias que no le dejarán nada a nadie más que a las personas que están a la cabeza de las organizaciones militares.

Una milicia que se olvida que está tratando con personas y convierte a sus cadetes en solamente un número al que no le brindan atención, incluso a sabiendas de que son solamente unos pubertos inexpertos. Una milicia que les lava el cerebro y, a base de engaños, les vende la idea de que su nación les va a estar infinitamente agradecida y los va a condecorar como héroes por ir a arriesgar sus vidas en una guerra de la cual no tienen ni idea de por qué están ahí.

La trama maneja de manera muy interesante el uso de las tecnologías en esta guerra. A pesar de ser una historia que fue escrita hace casi 30 años, la mayoría de los artefactos que se utilizan en la película nos llegan a ser muy familiares, como el uso de consolas personalizadas para estudiar y entretenerse, la conexión entre un grupo de personas por medio de computadoras e incluso las guerras que son peleadas a distancia con naves y vehículos no tripulados.

Fuera de estos dos elementos la película se quedó corta. Con una historia como esa tenían para hacer mucho más. La verdad es que la película no es mala, pero sí pudo haber sido infinitamente mejor. No voy a caer en la polémica de compararla con el libro (ya es tema muy choteado) pero si hubo varias cosas en el guión que pudieron haber desarrollado mucho más.

En primera, el reparto; con esos nombres era para que Gavin Hood hiciera maravillas, pero no logra sacarles ni a Abigail Breslin ni a Viola Davis todo el jugo que pudo haberles sacado, más bien termina desperdiciándolas. A pesar de los esfuerzos de Butterfield para sacar adelante al personaje de Ender hay una enorme falta de desarrollo en él, prácticamente no se llega a tener la empatía que se debería sentir con el protagonista de la historia.

Además hubo un gravísimo error a la hora de adaptar la historia, ya que es muy difícil crear tensión y expectación en el público si los mismos protagonistas de la cinta no se creen lo que están haciendo (si la ven entenderán de qué hablo).

La película cae en lo que desafortunadamente ya es una constante en las grandes producciones estadounidenses y es que se quiere cubrir todo lo que se hace mal por medio de lo visual. Toda la fotografía, las secuencias de acción, los efectos visuales son excelentes (sorprendentes si lo comparamos con los horrorosos efectos especiales que utilizó Gavin Hood en su anterior película X-Men Origins: Wolverine, pero creo que al final la película termina por encajar en ese grupo de películas en las que cuando te preguntan spbre ésta respondes: “Tiene buenos efectos”.

 Por Luis Arredondo

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