‘Cincuenta sombras de Grey’: Erotismo aspiracional hecho película

Desde que se anunció la primera película de la saga Cincuenta sombras de Grey (Fifty Shades of Grey, 2015) grupos feministas, países y particulares han declarado su posición contra ella. Aseguran que es misógina, va en contra de la moral y las buenas costumbres, pone a la mujer en una posición donde es poco valorada y es denigrada. Después de varios meses de expectativa, por fin llegó el estreno. ¿Satisfacerá y alimentará el fenómeno que comenzó con las obras escritas?

Los personajes de Cincuenta sombras de Grey de E.L. James presumen inocencia y crueldad disfrazada de caricias que en el cine interpretados por Dakota Johnson y Jamie Dornan, dos atractivos actores que buscan llenar las expectativas de la historia que en su versión fílmica bien podría ser un romance erótico al estilo de Twilight, aunque no es de extrañarse porque inició siendo una fan fiction de esa saga.

Dakota Johnson, interpreta a Anastasia Steele, una joven y virgen estudiante de Literatura Inglesa, quien es atraída por el rico y atractivo Christian Grey, exitoso empresario que desea internar a la señorita Steele en su playroom, un cuarto oscuro con juguetes sexuales, cadenas, sogas y látigos.

Por supuesto, la relación en el libro y en la cinta es distinta; es impreciso pensar que en el filme, la historia será contada exactamente igual, como si el número de hojas fuera directamente proporcional al conjunto de fotogramas. Sin embargo, tiene que estar en esencia, a pesar de que ésta sea “más o menos” disfrazada.

Fifty Shades of Grey, es una historia vista desde los ojos de una mujer, la percepción y fantasía; es inevitable pensar que no es un relato para “mujeres”, pero si lo vemos desde el punto de vista socio-cultural, el libro llega a ser misógino desde algunos ángulos, por ejemplo: la imagen de la mujer sumisa, fuera y dentro de la pasión que busca satisfacer al hombre. Al final, la premisa no busca ser así, aunque efectivamente pone a la mujer en un puesto que muchas consideran “injusto”.

La producción seduce al espectador con la elegancia del vino blanco, helicópteros privados y autos lujosos. Sin embargo, mientras estos elementos son indispensables para descifrar la vida del obsesivo Christian Grey, la manera de mostrar su carácter y sus obsesiones son a partir de una perspectiva moralina.

Lo anterior hace que el romance erótico y “atrevido” que se presenta en los libros se traduzca en actuaciones donde la bella y la bestia se ven limitados por una fotografía bien cuidada para no mostrar más allá de lo “adecuado” (close-ups del dominante, algunas partes del cuerpo, la sumisión y el arma, los juguetes sexuales). La directora Sam Taylor-Johnson y la guionista Kelly Marcel ofrecen una versión de la historia que podría satisfacer más a un público joven que a los lectores de la novela. El fenómeno se ve enclaustrado entre los episodios de pasión y romanticismo que poco deja ver las perversiones y acciones del protagonista en el libro.

Fifty Shades no lleva la pornografía a la pantalla. La esencia erótica en la literatura no es retratada, así que olvídense de ver sexo desenfrenado, cuerpos sudorosos y candentes simulando orgasmos, a cambio de ello, están Beyoncé, Ellie Goulding, Sia, Jessie Ware, Skylar Grey para recordar que son escenas sexualmente románticas.

Un Twilight para señoras y jóvenes, podrían decir algunos, sin embargo, este fenómeno no se puede reducir en la banalidad de esa opinión. El sadismo, masoquismo, sumisión y dominio se quedan en las imágenes que quienes leyeron los libros mantendrán en su mente, o tal vez podrán ver en alguna película porno.

Por Sofía Huerta (@Sophia_Huerta)

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