Cabos | Luchadoras, lucha libre y feminismo desde Ciudad Juárez

Una de las ciudades más violentas de México desde los primeros años de la llamada “Guerra contra el narcotráfico” es Ciudad Juárez, Chihuahua. En 2010, el año más violento de su historia, se registraron más de 3 mil asesinatos.

El caso de “las muertas de Juárez” en los noventa –un capítulo oscuro y notorio de la ciudad– evidencia la violencia de género y la impunidad que, lastimosamente, sigue azotando al país. Ciudad Juárez no está ni cerca de ser segura: de acuerdo con Expansión, durante el 2020 fue la ciudad mexicana con más feminicidios.

El documental Luchadoras (2021), dirigido por la venezolana Paola Calvo y el alemán Patrick Jasim, sigue a tres mujeres que practican la lucha libre profesional en este difícil contexto.

La luchadora Lady Candy trabaja en una funeraria cuando no está en el cuadrilátero. Su mente, sobre todo, está puesta en tramitar una visa americana y volver a ver a sus pequeñas hijas; el violento padre de las pequeñas se las llevó a El Paso, Texas, y ha cortado toda comunicación con su ex pareja. En un punto conocemos a la madre de la luchadora, quien trata de sobrellevar el dolor de perder a su hijo años atrás a causa de la violencia.

Afuera del ring, Mini Sirenita labora en una de las maquiladoras de la ciudad. Muchos casos de mujeres asesinadas o desaparecidas se relacionan con estas maquiladoras. Mini Sirenita es madre soltera y sueña con irse a la Ciudad de México, donde radica una de sus hijas. La lucha libre es el vehículo para lograrlo.

La siempre enmascarada Baby Star cría a su hija cuando no está en el cuadrilátero. Ella se separó de su pareja, aunque lo sigue viendo amigablemente. Además, funge como modelo a seguir de su hermana, quien a sus 16 años es la luchadora conocida como Little Star. Como su colega Mini Sirenita, Baby Star desea luchar en la CDMX, sería su triunfal retorno, porque alguna vez lo consiguió pero entendemos que un amorío y su eventual embarazo la mantuvieron en la ciudad fronteriza.

En Luchadoras, la lucha libre –una actividad que conlleva un esfuerzo/riesgo físico importante–, representa varias cosas además de un gran entretenimiento. Para estas mujeres también es una plataforma donde pueden expandir las manifestaciones y hacer conciencia en contra de la violencia machista. Y, ciertamente, una importante fuente de trabajo, que les ayuda a ser independientes y a poder pensar en una vida mejor.

Luchadoras se presenta actualmente en el Festival Internacional de Cine de Los Cabos, platicamos con los cineastas detrás de este documental.

Butaca Ancha (BA): ¿Cómo surgió la idea de filmar en Ciudad Juárez?

Paola Calvo (PC): Estábamos muy conscientes de lo que ocurre en Ciudad Juárez. Es devastador saber que hay un lugar conocido por su violencia contra las mujeres. Queríamos saber cómo viven las mujeres en un lugar así.

Descubrimos que Ciudad Juárez, además de todo eso que la gente usualmente conoce, es también un lugar muy importante para la lucha libre. Las mujeres brincan en el cuadrilátero, luchan, son muy fuertes y poderosas. Pensamos en esto como un contraste increíble de lo que normalmente escuchas sobre Juárez. Desde el primer momento supimos que queríamos hacer un filme sobre estas mujeres.

BA: ¿Cómo eligieron a las tres protagonistas?

Patrick Jasim (PJ): Conocimos a muchas luchadoras cuando llegamos, entramos a la escena y muchas de ellas nos recibieron. Empezamos a convivir con algunas, conectamos con ellas, estaban listas para dejarnos entrar a sus vidas.

BA: ¿Qué lecciones les dejaron estas mujeres?

PC: Nos inspiraron mucho. Cada una de las mujeres que retratamos tienen personalidades diferentes, pero comparten un gran sentido del humor, son divertidas, siempre se están riendo.

Estar en un lugar difícil como Ciudad Juárez y disfrutar tanto el tiempo con ellas, fue algo muy poderoso. Tienen esta filosofía de vida: “aquí es donde vivimos y vamos a sacar el máximo provecho de eso”. Esto es lo que nos dejaron.

Filmamos dos meses. Aunque hubo momentos en los que sentimos miedo, y sucedieron cosas horribles, siempre hubo unión, nos ayudamos mutuamente. Son personas muy fuertes.

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BA: En un punto van a filmar a la frontera y se dan cuenta de la presencia de hombres peligrosos. ¿Qué nos pueden compartir de esta experiencia?

PJ: Cuando fuimos por primera vez a un viaje de investigación, no sabíamos mucho. Aprendimos muy rápido que puede ser un lugar peligroso, especialmente si tratas con la gente incorrecta o estás en el lugar equivocado. Si convives con las personas a las que conoces, no es tan peligroso.

Después de nuestro viaje inicial, decidimos que no haríamos lo típico del cine documental: regresar con un equipo completo de unas cinco personas. Sólo nosotros dos, con la cámara más pequeña que encontramos, para no llamar mucho la atención. Estábamos con nuestras protagonistas, las acompañamos a las luchas o convivimos en sus casas. En esos espacios nos sentíamos seguros, sólo éramos un par de personas conviviendo, ¿sabes? Guardamos nuestra cámara en una maleta deportiva, eso era todo.

Respecto a lo que mencionas, teníamos planeado filmar en otro lugar ese día, pero no fue posible así que decidimos ir ahí (la frontera). Habíamos estado ahí un par de semanas antes por nuestra cuenta. Para ser honesto, la mamá de Baby Star nos dijo que no estaba segura de que fuéramos ahí, luego aceptó porque era al mediodía y pensó que nada iba a pasar. Fuimos, no pasaron ni 30 minutos y aparecieron unos carros, obviamente nos estaban checando y no fueron tímidos al respecto: hicieron notar su presencia. Así que guardamos nuestras cosas y nos fuimos. Fue aterrador.

Fue la única ocasión en la que sentimos estar en el lugar equivocado, con la gente equivocada. Otras veces seguimos las recomendaciones de nuestras protagonistas, todo salió bien. Una vez hubo una balacera cerca de la casa de una de ellas, pero eso fue un accidente, de esas cosas que pasan en Juárez.

PC: El peligro en Juárez es real, sientes miedo. Tienes que batallar con tus miedos: “¿estoy segura aquí? ¿esto se siente bien?”, porque el miedo es personal, no hay una lógica detrás. Hubo momentos en que sentía miedo pero Patrick me decía: “Pao, yo me siento seguro aquí”. Al final, no pasó nada. Sólo estuvimos en situaciones que alimentaron ese miedo y la pregunta era: ¿cómo lidiamos con esto? ¿Es paranoia o en verdad una situación peligrosa? Fue el reto más grande de filmar ahí.

BA: ¿Qué creen que representa la lucha libre para las mujeres de Ciudad Juárez?

PJ: Las tres protagonistas no tienen otra opción, tienen que luchar. Mini Sirenita y Baby Star llevan bastante tiempo haciéndolo. Lady Candy llevaba entonces un par de años. Mientras las filmamos, pasaron por malos momentos, no tenían dinero, pero siempre iban a las luchas. Pase lo que pase, hay entrenamiento y luchas el fin de semana.

Para ellas es una válvula de escape, algo que las empodera. No sólo hablo de estar en el cuadrilátero y ser el centro del espectáculo, están al mando, pueden controlar lo que hacen. Otras partes de la vida en Juárez, especialmente para las mujeres, son usualmente difíciles de controlar, por decirlo suavemente.

Es necesario para las tres, no sólo para ellas: conocimos hombres que hacían millones de cosas pero nunca faltaban al entrenamiento, ni a las luchas. Es realmente un estilo de vida.

PC: Hay mucha energía, están en el cuadrilátero luchando y ¡el público se vuelve loco! Gritan, las apoyan o no, porque también hay detractores. Esta energía, no sólo de estar luchando, también de la respuesta de la gente, es una situación poderosa y empoderante para ellas.

PJ: Estuvimos en muchas luchas, nos conocían en todas las arenas. Ves a varias personas una y otra vez. Es un escape para ellos también, es necesario para olvidar las dificultades de vivir en un lugar como Juárez. Es un espacio seguro para toda la familia, un lugar de alivio. Puedes gritar lo que quieras y la gente lo hace, dicen groserías y no hay problema si hay niños. Es un evento para chicos y grandes, todos se van felices a casa. Es una cultura y una experiencia que une a la gente.

La CDMX tiene algunas de las luchas más grandes, la AAA, la Arena México. Pero en lugares lejos de la capital, hay una vibra de “hazlo tú mismo”, es más barato y accesible, entonces se convierte en una experiencia unificadora. Las luchas son ruidosas y divertidas, todos están ahí.

BA: En el documental vemos cómo la lucha libre sirve de plataforma para el activismo contra la violencia machista.

PJ: En Juárez hay grupos de familiares de mujeres que han sido secuestradas o asesinadas, van al desierto a buscar los restos. Es realmente trágico. También hay un movimiento feminista joven, que está presente en todo México. Este movimiento se conecta con parte del mundo de la lucha libre.

Hay especialmente una arena muy política, han estado organizando eventos para que las mujeres mejoren su autoestima y sepan que pueden hacer actividades físicas y controlar su cuerpo. Muchas jóvenes todavía crecen con creencias como: “tu cuerpo es algo precioso, puedes bailar, puedes ponerte maquillaje, pero hasta ahí, después de eso es para los hombres”. No hacen defensa personal como tal, más bien: “usa tu cuerpo, hazlo tuyo”. Es muy importante.

PC: En Juárez está la Arena Kalaka, donde estos movimientos feministas se conectan con la lucha libre. Organizan entrenamientos sólo para mujeres, también luchas entre mujeres y mixtas. Son muy conscientes sobre lo que significa ser una mujer arriba del cuadrilátero.

Lola González, una de las luchadoras más importantes de México, es de Juárez y tiene una agenda muy política para luchar contra todas estas cosas horribles que suceden en la ciudad.

El feminismo y la lucha libre se conectan en Juárez, es algo muy poderoso. Fue una de las razones por las que quisimos hacer el filme. Pensamos que hay mucha energía en movimiento y que el mundo debería saber sobre esto.

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BA: ¿Qué reflexiones hicieron sobre la violencia en Ciudad Juárez?

PC: Después de que empezamos nuestra investigación, aprendimos que en México siete mujeres son asesinadas todos los días, es horrible (la alarmante cifra ha aumentado a 10). ¿Qué está pasando? ¿Cuál es el problema y qué estamos haciendo al respecto?

Luego ves las cifras en Alemania, encuentras que cada tres días una mujer es asesinada. Y nadie está hablando de esto. Por supuesto que el machismo es un gran problema en México, y la forma en la que los hombres y las mujeres entienden los roles masculinos y femeninos. Pero, realmente, es un problema mundial que no sólo afecta a un país. México comenzó a hablar de esto, pero no es el único afectado.

Es un problema profundo, llega a nuestra cultura a través de la manera en la que entendemos los roles masculinos y femeninos, ese pensamiento tradicional: “los hombres trabajan y llevan dinero a casa, las mujeres se quedan en la casa, hacen las labores cotidianas y no son valoradas”.

Déjame decirlo otra vez: pasa en todos lados y tenemos que ser conscientes de ello, necesitamos igualdad. Hay machismo en todas partes, debemos estar conscientes de las estructuras en las que vivimos para tener la posibilidad de cambiarlas.

BA: ¿Cuál es la situación actual de las protagonistas?

PC: Todas están bien, con sus comunidades y su gente. Las consecuencias del COVID-19 han sido muy negativas, toda la escena de la lucha libre ha permanecido cerrada por un año. Era su ingreso principal. Aunque estamos felices porque ya viene el verano y entonces habrá más luchas. Pero están bien.

Muchas cosas han pasado en este último año, varias personas que fueron parte del filme fallecieron por COVID-19. Es muy triste.

PJ: Gente que conocimos del mundo de la lucha libre en Juárez, como uno de los anunciadores, un hombre mayor que apenas podía caminar pero aún así estaba presente en al menos dos luchas cada fin de semana. Él falleció. También uno de nuestros diseñadores de vestuario.

Actualmente no hay muchas luchas, creo que la AAA sigue, pero a sus luchadores les hacen pruebas. En Juárez no hay tantas luchas entonces no hay ingresos. Y luego están las maquiladoras, que siguen trabajando pero sin brindarles seguridad a su gente: entonces trabajas, si vas a casa, te enfermas y mueres, no tienes ningún tipo de seguro, las maquiladoras no te apoyan para nada. No hay lucha e ir a trabajar a las maquiladoras es muy peligroso, entonces es especialmente difícil para lugares como Juárez.

PC: Ellas están muy felices ahora que se presenta el documental.

PJ: Teníamos nervios cuando vieron el documental por primera vez, porque si bien filmamos con ellas todo el tiempo, no sabíamos cómo se iban a sentir porque es muy íntimo. Toca aspectos privados, pero pensaron que era adecuado. Fue un éxito contar la historia a nuestra manera y que las protagonistas pensaran que era correcto no sólo mostrar los buenos tiempos y las luchas, sino todo lo que está alrededor.

BA: ¿Qué se llevará la audiencia de su documental?

PJ: Escribimos el tratamiento después de estar en Juárez por primera vez, teníamos una frase, la voy a parafrasear: queremos que una niña pueda ver la película en cualquier lugar del mundo y se sienta inspirada, fuerte y extrovertida. Eso deseo que la audiencia se lleve. Que la inspiración no sólo sea para las mujeres en Juárez y México, sino para todas las personas, mujeres y hombres, para salir adelante aún si las circunstancias no son siempre agradables.

PC: Ser parte de una comunidad es importante. Cuando luchas por tus sueños, algunas veces te sientes mal y no sabes cómo continuar. Si encuentras a personas con las que puedes conectar y luchar a su lado, todo será más fácil y positivo. Una manera de estar a salvo en Juárez es ser parte de una comunidad, puede ser tu familia, tus amigos, o la gente de la lucha libre. Todas las protagonistas son parte de diversas comunidades.

PJ: Nos sentimos muy conectados con el movimiento feminista en México. Deseamos que vuelva a ser igual después del COVID-19. Ojalá el documental despierte interés en este movimiento en México. Sería nuestro honor más grande, porque personalmente nos sentimos conectados con ellas.

Por Eric Ortiz (@EricOrtizG)
Publicado originalmente en Cinema Inferno MX.

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