25 años de ‘Batman’: el primer retorno

En el año de 1989, los productores Jon Peters y Peter Guber decidieron llevar a cabo un proyecto para traer a la pantalla grande a Batman. Por supuesto, esta no dejaba de ser una empresa bastante riesgosa, ni tampoco era la primera vez que el encapuchado era expuesto a la luz de las cámaras y los reflectores. El género que abordaba la cinta (el cómic en el cine) no era muy socorrido en ese entonces. A principios de la década, Richard Donner había obtenido buenos resultados adaptando la historia de otro personaje, así como Batman, ícono de los DC Comics; Superman (interpretado por el malogrado actor Christopher Reeve) y una afortunada secuela bien pudieron sentar las bases para convertir las adaptaciones de historietas en un género tan rentable como lo es en la actualidad; desafortunadamente, la chispa se agotó muy pronto, y si bien las dos primeras partes de dicha franquicia resultan bastante entretenidas, las restantes resultaron ser una soberana pendejada.

No les fue mejor a otras encarnaciones cinematográficas de superhéroes en aquellos tiempos, como, por ejemplo, a las chaférrimas adaptaciones de Captain America (a pesar de la presencia como villana de Francesca Neri), Flash Gordon (producida por Dino De Laurentiis y con Max von Sydow en el más penoso papel de su carrera) e, incluso, una versión hongkonesa de Spiderman en la que se ve al arácnido superhéroe tirando diestras patadas de Tae Kwon Do a diestra y siniestra. Por su parte, el caballero nocturno había transitado, al igual que sus colegas, con escasa fortuna por los senderos del celuloide. Las primeras apariciones (o etapas) del encapuchado en el cine se dieron en 1943, 1949 y 1965, interpretado por Lewis Wilson, Robert Lowery y Adam West, respectivamente. No obstante, dichas apariciones fílmicas (de las cuales, la de Adam West es la más conocida gracias a la famosísima serie de televisión) privaron al popular personaje de sus características primigenias. El personaje original de Bob Kane es un cazador compulsivo de criminales, quien, al amparo de la noche, busca vengar la violenta muerte de sus padres valiéndose, para ello, de su destreza física, su intuición e inteligencia detectivescas y su enorme fortuna económica (una buena muestra del capitalismo a ultranza). No obstante, tanto el Batman cinematográfico como el de la historieta, al cabo de los años, sufrieron serias modificaciones tanto en su modo de ser como en el ámbito en que se mueven, sepultando su oscura personalidad bajo capas de almibarado comercialismo para terminar deviniendo en mera caricatura de autocomplacencia infantiloide.

Para la elaboración del nuevo proyecto, los productores Peters y Guber contaron con los guionistas Sam Hamm y Warren Skaren, pero sobre todo tuvieron el buen tino de dejar el proyecto en manos del entonces muy joven Tim Burton, quien ya había dado muestras de su habilidad y profesionalismo. De las múltiples facetas que se le amontonaron al personaje, Burton y sus guionistas decidieron apostar por la del tenebroso cazador nocturno, y esto es lo primero que llama la atención. Burton define a Batman como un verdadero sicótico, un ser trastornado, alienado, quien cayó del lado “del bien y la justicia” más por una mera casualidad que por otra cosa, y quien se muestra más obsesionado en vengarse que en buscar hacer justicia, y quien, al resguardo de las sombras, esconde su verdadera personalidad del multimillonario Bruce Wayne. En este sentido, lo que hubiese podido parecer un severo miscast se vuelve en un astuto acierto por parte de Burton al elegir al actor Michael Keaton para el papel principal; el valerse de la casi nula presencia de Keaton, quien, al esconderse tras el ominoso traje-armadura de Batman, transforma al aburrido multimillonario Bruce Wayne en un ser verdaderamente amenazador. Gracias a los aportes de Hamm y Burton, el personaje se convierte en una figura de los nuevos tiempos, más acorde con la figura del violento héroe del cine de acción de los 80 que de la caricatura para niños en que el hombre murciélago había devenido. Batman deja de ser “buena gente”, recobra su ferocidad primigenia y, aun más, el personaje no tiene el menor miramiento en matar y despedazar a sus enemigos.

Y si la decisión de presentar a Batman en su faceta más violenta hasta entonces sorprendió a los fans, no menos dejó de sorprender el ámbito en el que transitan y las circunstancias que mueven a los personajes. Lejos de los suburbios y las calles “bonitas” de la serie de televisión, la Ciudad Gótica de Burton hace verdadero honor a su nombre: es un lugar ominoso, obscuro, donde se dan cita delirantes mezclas de estilos arquitectónicos debido a la inspiración del diseñador británico Anton Furst. Por otro lado, no dejó de llamar la atención la elección de Burton para el villano en turno ni el giro que da el cineasta a los acontecimientos. La caracterización que hizo Jack Nicholson (quien encabeza el elenco y cuya participación fue decisiva en la realización del proyecto) como The Joker quedó en la memoria colectiva de muchos cinéfilos como punto de referencia hacia el personaje. La decisión de Burton de señalar a The Joker como el responsable del asesinato de los padres de Bruce Wayne y la posterior transformación de éste en Batman vuelve a ambos personajes tan contrarios como complementarios (“Tú me hiciste”, le espeta The Joker a Batman y éste le responde: “Yo te hice. Tú me hiciste primero”).

El éxito de la cinta fue descomunal: el film recaudó tan sólo en Estados Unidos ingresos por 251 millones de dólares. La acertadísima banda sonora del film compuesta por Danny Elfman pronto se volvió tan conocida como la música de John Williams para La guerra de las galaxias. De paso, la cinta abrió el camino para futuras adaptaciones fílmicas de populares tiras cómicas como The Crow, X-Men y Spiderman, entre otras, demostrándole a los estudios que el género era bastante rentable. Lo que queda fuera de discusión es que, aparte de devolver al popular personaje la gloria que el celuloide le había negado y de catapultar al director Tim Burton hacia el Olimpo cinematográfico, es el mérito histórico que tiene esta película, la cual vino a renovar la fe en el cine como un espectáculo masivo.

El éxito para la cinta fue similar en su lanzamiento en videocasete; sin embargo, las nuevas generaciones de cinéfilos (a quienes va dirigido este tipo de material) pudieron darse cuenta de que no era lo mismo apreciar una cinta de estas dimensiones en una sala de cine, en una pantalla gigante, que en los rústicos monitores de TV de ese entonces, hecho que motivó a la industria a fomentar una asistencia más asidua a los recintos cinematográficos. Después del elogioso recibimiento de la cinta, Burton rodó una secuela, Batman Returns (para muchos, entre quienes me cuento, bastante superior a la original), aunque después los estudios rechazaron las ideas de Burton para una tercera parte y prefirieron cometer el grave error de dejar la saga en manos de Joel Schumacher, quien se encargó de joder la franquicia desde su desastrosa óptica pop; afortunadamente, poco más de una década después, el británico Christopher Nolan retomaría la serie para inyectarle nuevos bríos con muy afortunados resultados.

Por Venimos, los jodimos y nos fuimos (@venimosjodimos)

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