55 Muestra | ‘La postura del hijo’: Frutos inmaduros

Barbu (Bogdan Dumitrache) es un hombre de treinta y tantos años que no ha madurado, gracias a su controladora madre Cornelia (Luminita Gheorghiu). Un buen día va por una carretera de Bucarest, frustrado por el tráfico y a exceso de velocidad, y la tragedia se hace presente cuando atropella un niño que trataba de cruzar el camino. Así comienza el viacrucis de Cornelia por salvar a su retoño.

La postura del hijo (Pozitia copilului, 2013) del director rumano Calin Peter Netzer es un drama sobre la maternidad y su lado más obsesivo/opresivo. Fue merecedora del Oso de Oro en la más reciente edición de la Berlinale.

Para Peter Netzer –quien coescribió el guión junto a Razvan Radulescu–, Barbu es igual de culpable del accidente como lo son sus padres, su crianza lo ha llevado a ser lo que es. Es un irresponsable sin futuro porque siempre ha tenido todo y nunca ha necesitado tomar decisiones por sí mismo, cuando no lo hace su madre, lo hace su esposa.

El director pinta un retrato donde no hay villanos ni superhéroes, sólo seres humanos tomando las decisiones que, piensan, son adecuadas. Cornelia es una madre como cualquiera, con la mente puesta en ofrecerle lo mejor a su retoño. La castración a la que lo somete no es intencional porque no se percata o nota la negatividad de sus acciones.

Por eso es clave la actuación de Luminita Gheorghiu, a través de sus movimientos corporales la vemos pasar de mujer pasiva a fiera cuando se trata de proteger a su niño. Basta recordar esa escena en la comisaría donde entra cohibida y un poco confusa, para después hostigar policías, amenazar a los detectives y forzar a Barbu a cambiar su declaración. La altanería llega de manera tan sutil bajo ese pesado abrigo de pieles que su explosión nos sorprende.

Siguiendo el estilo de la Nueva Ola Rumana –ésa que incluye al ganador de la Palma de Oro Cristian Mungiu y a Cristi Puiu–, Netzer opta por dejar que las acciones se den de la manera más natural posible, la cámara sigue a los personajes permitiendo que el espectador sienta empatía por sus problemas y las situaciones que se les presentan.

La postura del hijo nos dice que a veces el fruto necesita alcanzar la madurez fuera de la rama de su protector árbol, la única opción para verlo crecer es cortar todo lazo y esperar que todo salga bien. Por eso la escena en que las dos madres involucradas se juntan resulta tan resonante emocionalmente, las dos perdieron a su pequeño para siempre. Sin duda duele.

Por Rafael Paz (@pazespa)

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